MULTICULTURALIDAD ¿LA PANACEA QUE NOS VENDEN? (y 2)

TOLERANCIA: Cuando alguien habla sobre la tolerancia, simplemente quiere decir que no va a tolerar ninguna disidencia desde el dogma marxista de la Igualdad. Debemos darnos cuenta que la censura y la prohibición de una visión anti-establishment nunca habían sido tan completas como ahora. De las millones de publicaciones o programas en los medios, nunca vemos o escuchamos una visión tolerante sobre los intereses de la población blanca o una crítica al poder judío, por ejemplo.
 

Además, no deberíamos hablar sobre la tolerancia, debemos aplicarla, porque la intolerancia implica que uno rechaza una situación que es buena, debido a la ignorancia. Es decir, la tolerancia siempre es buena. Cuando se trata de multiculturalidad, hablamos de lo opuesto. Sin considerar cuan fácil sería el tolerar esta situación, yo debo rechazarla y decido no tolerarla porque la razón y la realidad me dicen que el multiculturalismo no es bueno para mi. Así de simple. Pero no nos equivoquemos, no soy intolerante, al contrario, me resulta muy fácil tolerar situaciones que deben de ser toleradas, pero en el caso del multiculturalismo, la decencia humana y la inteligencia me obligan a dejar mi tolerancia a un lado y rechazar la multiculturalidad impuesta por el poder a golpe de leyes y prisión.
 

AMOR: amar a alguien solo tiene sentido cuando se trata de esa persona concreta. En los USA, una persona que le diga a su hijo que le ama, al igual que ama a cualquier extranjero o si le dice a su mujer que la ama al igual que ama a todas las mujeres de África, puede ser acusado de abuso psicológico a su familia. También hasta ahora, escoger libremente a quien amamos era el derecho más básico de cada ser vivo, pero cuando amamos a cualquier cosa y esa cualquier cosa se convierte en obligatoria, esta opresión diabólica hará imposible que el amor de verdad se desarrolle entre la gente. Por lo tanto, tengamos cuidado de esos que hablan del amor porque quieren destruir el significado de amor y con eso, dejar la puerta abierta para que entre el odio. Tras la destrucción de Alemania, el gobierno de ocupación puso en la ciudad de Heidelberg una estatua de un mono sosteniendo un espejo, como queriendo decir “vas y discriminas a otros, pero al final eres un mono como yo... No te tomes tan en serio”.
 

La paradoja de esta idea liberal es que el multiculturalismo es el epítome de tomarse la humanidad demasiado en serio y olvidar que la raza es la piedra básica de la vida y no sólo entre los humanos, sino en todas las especies vivas. Y discriminar, diferenciar, no gustar lo feo, etc., están en cualquier parte de la naturaleza y negarlo es perder nuestra humanidad y desconectarnos de lo que cada criatura viviente debe hacer para evolucionar (incluso los monos a los que les gusta mirarse en el espejo...). Parece que se pretende que nosotros no somos un producto de la vida, sino personajes artificialmente perfectos según la pervertida mente de (((-algunos-))). Personajes que (((-alguien-))) escribió para nosotros en la Biblia y ahora en Hollywood, en contra de la belleza, nuestra dignidad y libertad.
 

Hemos visto que todos estos conceptos tienen sentido sólo en un contexto discriminatorio, nunca han existido ni existirán sin su contrario: tolerancia-intolerancia, paz-guerra, objetividad-subjetividad, amor-odio, etc. Y tampoco pueden existir fuera de la selección. Siempre seleccionamos, siempre escogemos, aunque sea inconscientemente. La única forma sana y equilibrada de vivir con todo eso es el promover sentimientos positivos entre los miembros de tu grupo, los que te ayudarán de verdad, y utilizar los sentimientos negativos contra los de fuera que sólo afectarán a tus intereses y a los de tu grupo. Estos sentimientos negativos, son inevitables y si no los aplicamos racionalmente contra nuestros enemigos, acabaremos canalizándolos contra nosotros mismos. Y en este punto entramos en otra área y que es el segundo concepto a destruir es: “LA MORAL ES EGOÍSTA”.
 

La moral es una caja de herramientas que obtenemos de la evolución y su único propósito   es permitirnos cooperar dentro de las comunidades humanas. No ha existido ni existirá nunca una moralidad que no se lleve a cabo a costa de alguien, por lo tanto debemos de estar seguros que debemos aplicar una moralidad que encaje con nuestros intereses y no los de los canadienses, judíos, mexicanos, papues, etc. Los enloquecidos liberales protestarán en este punto y dirán “pero, pero... también hay cooperación en la naturaleza y la simbiosis”. Bien la respuesta a esta queja es muy fácil “Cuando dos cooperan un tercero sufre”. Es lo que llamaríamos una conspiración.
 

Podemos cooperar sólo con un número limitado de personas y es siempre para obtener una ventaja mientras se compite con otros grupos. Incluso cuando hablamos de cooperación entre países, estamos hablando simplemente de una lucha económica que no es menos cruel que una guerra con armas. Todos nuestros sentimientos son buenos y necesarios en el contexto adecuado. Sólo ahora los científicos empiezan a darse cuenta que nuestros instintos y emociones son más inteligentes que nuestro pensamiento consciente y que cuando sentimos odio o ira en las circunstancias apropiadas, eso nos permite sobrevivir y competir en la “jungla social”. En otras palabras, ser “irracional” y limitar las opciones, nos da el poder.
 

¿Pero quién puede tomarse en serio a alguien que es siempre racional y conciliatorio, que solo busca el diálogo y la tolerancia? Además, las inclinaciones “irracionales”, por ejemplo hacia los blancos, son totalmente adecuadas cuando las vemos bajo la luz de la evolución. Las marcas raciales son la marcas más honestas que uno puede tener, porque a diferencia de la ropa, ideologías, etc., no las puedes cambiar... También la belleza es un signo de una raza más avanzada. Todo esto nos lleva a lo que decía al principio de todo este artículo: la bondad y la maldad son partes intrínsicas de la naturaleza y necesitamos a las dos en un equilibrio saludable. Nunca ha habido ni habrá algo bueno que no está enraizado con algo malvado.
 

Sólo la belleza y la sofisticación nos pueden hacer felices y para conseguirlas, tenemos que utilizar las crueles leyes de la naturaleza. Sólo podemos ser moralistas, cuando también somos “inmorales”. El secreto reside en seleccionar y canalizar. Si hacemos cosas que parecen brutales (como la naturaleza), para alcanzar una civilización bella y avanzada, eso será mejor que destrozar la belleza y el progreso en nombre de la moral (en cualquier caso siempre hay una cara malvada inevitablemente), pero la diferencia es que la pereza y el miedo de ser moralistas nos hace esclavos de la fealdad y el atraso, mientras que la determinación para la lucha por la belleza nos hace crecer hasta un reino superior.
 

Debido a esa naturaleza ambigua de la moral, no debe sorprendernos que la moral sola no le hace a uno feliz, sólo la belleza y los logros tangibles nos traen la felicidad. Necesitamos una moralidad que sirva a esos objetivos. Sólo así los seres humanos serán de nuevo felices y se amarán. La multiculturalidad no nos va a traer la felicidad, será nuestra destrucción. Avisados estamos.