domingo, 10 de mayo de 2015

SIONISMO Y III REICH - UN ENTENTE INCREÍBLE


Este es un capítulo muy curioso e increíble que rompe moldes con la historia oficial y del que apenas se habla. Es “Políticamente Incorrecto” y seguramente su conocimiento derribaría muchas conciencias. Suena increíble, pero así fue: hubo reuniones, traslados y objetivos en común entre el sionismo y el nazismo. También sé que es un tema espinoso, pero forma parte de la historia, nos guste o no y este blog analiza aquellos misterios o asuntos especiales que no son de dominio público o que la historia oficial no quiere explicar abiertamente. Por un lado, los nazis querían sacarse de encima a los judíos que vivían en Alemania y por otro los sionistas querían tener su “Tierra Prometida” en Palestina. Ambos intereses coincidían en la forma y en el tiempo. Pero entremos en el tema.



Se puede decir que durante mucho tiempo hubo personas de diferentes países que discutieron y polemizaron con la llamada entonces “Cuestión Judía”, es decir, cual era lugar o el papel de los judíos en una sociedad de no-judíos. Se puede decir, sin temor a equívocos, que durante la década de los años 30, los nazis y los judíos sionistas compartieron visiones e ideas similares sobre el tratamiento de este asunto tan complejo. Incluso estaban de acuerdo en que los judíos y los alemanes eran claramente dos nacionalidades diferentes y que los judíos no pertenecían a Alemania. Los judíos que vivían entonces en Alemania no eran vistos como “alemanes de fe judía”, sino como miembros separados de una comunidad nacional diferente. El sionismo o nacionalismo judío además implicaba entre sus objetivos el re-asentamiento obligado de los judíos sionistas en Palestina, llamada “la patria judía”.

Theodor Herzl, padre y fundador del sionismo moderno, mantenía que “el anti-semitismo no es una aberración, sino una comprensible y natural respuesta de los no-judíos ante los comportamientos y actitudes ajenas de los judíos”. Herlz argumentaba “que la única solución era para los judíos el reconocimiento de la realidad y vivir en un estado propio y separado”. En su famoso libro “El Estado Judío” también decía “que la “Cuestión Judía” se daba en aquellos lugares donde vivían un número considerable de judíos”. Y agregaba “En aquellos lugares donde no existe, aparece en el momento en que llegan los judíos... Yo creo que entiendo el anti-semitismo, que es un fenómeno muy complejo. Considero esto como judío sin odio o miedo”. Consideraba también que no era una cuestión social o religiosa “Es una cuestión nacional. Para resolverla, sobre todo, se debe tratar como un asunto de política internacional”.

Seis meses después de que Hitler llegase al poder democráticamente, la Federación Sionista de Alemania, la más grande del país, entregó una memoria detallada al nuevo gobierno que revisaba las relaciones alemanas-judías y ofreció de formalmente el soporte sionista para resolver “la Cuestión Judía”. El primer paso, sugería, tenía que ser el franco reconocimiento de las diferencias nacionales fundamentales. Parece ser que los sionistas no se hacía ilusiones sobre la dificultad de la condición judía, que se basaba sobre todo en la presencia y postura intelectual y moral no enraizada en el país en cuestión. Los sionistas llegaron a decir que “nuestro reconocimiento de la nacionalidad judía, nos provee de una clara y sincera relación con el pueblo alemán y sus realidades nacionales y raciales. Precisamente porque nosotros no deseamos falsificar estos fundamentos, nosotros también estamos en contra de los matrimonios mixtos y mantener la pureza del grupo judío y rechazar cualquier traspaso en el terreno cultural, nosotros podemos mostrar un interés en las obras y valores de la cultura alemana con admiración y simpatía...”

Por motivos prácticos, el sionismo esperaba ser capaz de obtener la colaboración de un gobierno fundamentalmente hostil con los judíos. La propaganda y los boicots llevados a cabo contra Alemania de muchas maneras creo que fue, en esencia, no sionista ya que el sionismo no esperaba luchar y sí convencer y construir la relación con Alemania. El “Jüdische Rundschau”, el periódico principal de la comunidad judía en Alemania, proclamaba un mensaje similar de colaboración: “El sionismo reconoce la existencia del “problema judío” y desea una solución constructiva. Para ello, el sionismo desea obtener la ayuda de todas las personas, sean pro o anti judías, ya que estamos tratando un asunto concreto, más que un asunto sentimental y cuya solución buscan muchas personas interesadas”. El rabino Joachim Prinz, que más tarde se instaló en los Estados Unidos y llegó a ser responsable del American Jewish Congress, escribió en 1934 en su libro “Wir Juden”, que la revolución nacionalsocialista en Alemania quería decir “La Judería para los Judíos”, y explicaba “no hay subterfugio que nos salve. En lugar de la asimilación, deseamos un nuevo concepto: el reconocimiento de la nación judía y la raza judía”.

Con la base de ideologías similares sobre raza y nacionalidad, los nazis y los sionistas trabajaron en conjunto por lo que cada uno creía de su propio interés nacional. Como resultado, el gobierno de Hitler apoyó de forma intensa el sionismo y la emigración judía a Palestina, desde 1933 hasta 1940/41, cuando la guerra impidió una colaboración mayor. Incluso cuando el III Reich estaba más atrincherado en sus ideas muchos judíos alemanes, seguramente una mayoría, se veían a sí mismos con orgullo como alemanes primero. Pocos se veían capaces o entusiasmados para enraizar en una nueva vida en la lejana Palestina. Sin embargo, más y más judíos alemanes se pasaron al sionismo durante ese período. Hasta finales de 1938, el sionismo floreció en la Alemania de Hitler. La circulación del “Jüdische Rundschau” bisemanal, creció enormemente. Se publicaron muchos libros sionistas. La Enciclopedia Judaica lo dice “el sionismo estaba a plena marcha”. Incluso la Convención Sionista efectuada en Berlín en 1936, reflejó “en su composición la vigorosa vida del partido de los sionistas alemanes”.

Increíblemente, las SS fueron particularmente entusiastas en su apoyo al sionismo. En un documento interno de Junio de 1934, las SS urgen a un activo y amplio soporte al sionismo por parte del gobierno, como la mejor forma de acrecentar y motivar la emigración de los judíos alemanes a Palestina. Eso requería incrementar el sentimiento judío: escuelas judías, liga deportiva judía, organizaciones culturales judías, es decir todo aquello que estimulase este sentimiento de reconocimiento propio debería ser promocionado, como decía y recomendaba ese documento SS. El oficial SS Leopold von Mildenstein y el representante de la federación Sionista Kurt Tuchler, fueron juntos a Palestina durante seis meses para preparar el desarrollo sionista allí. Von Mildenstein escribió una serie de doce artículos ilustrados para el importante diario berlinés “Der Angriff” que aparecieron a finales de 1934, bajo el título “Un nazi viaja a Palestina”. Estos artículos reflejaban una gran admiración por el espíritu pionero y logros de los judíos ya asentados. “El auto desarrollo sionista”, decía von Mildenstein, “ha producido un nuevo tipo de judío”. Indicaba que “el sionismo era un gran beneficio para los propios judíos y para el mundo entero”. En su último artículo decía que “una patria judía en Palestina apuntaba el camino para curar una herida de siglos en el cuerpo del mundo: la cuestión judía”. Incluso el periódico “Der Angriff” emitió una medalla especial con la cruz gamada en una cara y la estrella de David en la otra, para conmemorar la visita SS-Sionista a Palestina. Pocos meses después de la aparición de los artículos, von Mildenstein fue promocionado al frente del departamento de asuntos judíos del servicio de seguridad de las SS, para dar soporte a la emigración sionista y su desarrollo de forma más efectiva.

El periódico oficial SS “Das Schwarze Korps”, proclamó su apoyo al sionismo en un editorial de Mayo de 1935 diciendo que “No está lejano el tiempo para que Palestina sea de nuevo capaz de recibir a sus hijos que han estado perdidos de ella durante mas de mil años. Nuestros mejores deseos, junto con una despedida oficial, van con ellos”. Cuatro meses después, apareció un artículo similar apareció de nuevo en el periódico SS. El reconocimiento de la judería como una comunidad racial basada en la sangre y no en la religión, llevó al gobierno alemán a garantizar sin reservas la separación racial de esta comunidad. El gobierno alemán se encontró el mismo totalmente de acuerdo con el gran movimiento espiritual interno de la judería, el llamado sionismo, con su reconocimiento de la solidaridad entre judíos en el mundo y su rechazo a cualquier noción de asimilación. Sobre esta base, creo que Alemania tomó medidas que seguramente jugarían un papel determinante en el futuro manejo del llamado “Problema Judío” en todo el mundo.

En Octubre de 1933, una importante compañía naviera alemana empezó el servicio de pasajeros directo desde Hamburgo hasta Haifa, Palestina, dando a bordo “estricta comida kosher, bajo la supervisión del rabinato de Hamburgo”. Con soporte oficial, los sionistas trabajaron sin descanso en “reeducar” a los judíos alemanes. Como indica el historiador norteamericano Francis Nicosia en su trabajo de investigación de 1985 “El III Reich y la Cuestión Palestina”, los sionistas “fueron alentados para trasladar su mensaje a la comunidad judía, recolectar dinero, ver películas sobre Palestina y educar de forma general a los judíos sobre Palestina. Hubo una presión considerable para enseñar a los judíos en Alemania para que cesasen en verse como alemanes y que despertase en ellos una nueva identidad nacional judía”. En una entrevista tras la guerra el anterior responsable de la Federación Sionista de Alemania, el Dr. Hans Friedenthal, resumió la situación diciendo que “la Gestapo hizo cualquier cosa en esos momentos para promocionar la emigración, particularmente a Palestina. Recibíamos frecuentemente su ayuda cuando solicitábamos cualquier cosa de otras autoridades en relación a preparativos para la emigración”.

Es interesante saber que en el Congreso Nacionalsocialista celebrado en Septiembre de 1935, el Reichstag adoptó las llamadas “Leyes de Nuremberg”, que prohibían los matrimonios y las relaciones sexuales entre judíos y alemanes y que proclamaban, como consecuencia, que los judíos eran una minoría nacional ajena a Alemania. Pocos días después el periódico sionista “Jüdische Rundschau”, escribió un editorial en el que daba la bienvenida a las nuevas medidas del gobierno. En el editorial se decía “Alemania está cumplimentado las solicitudes del Congreso Sionista Mundial cuando declara que los judíos que viven actualmente en Alemania, son una minoría nacional. Una vez que los judíos hayan obtenido la minoría nacional, es de nuevo posible establecer relaciones normales entre la nación alemana y la judería. Las nuevas leyes le da a la minoría judía en Alemania su propia vida cultural, su propia vida nacional. En el futuro será posible tener sus propias escuelas, su propio teatro y su propia asociación deportiva. Abreviando, podrá crear su propio futuro en todos los aspectos de la vida nacional...” El editorial continua “Alemania le ha dado a la minoría judía la oportunidad de vivir por sí misma y le da protección estatal para esa vida por separado de la minoría judía. El proceso judío de crecimiento para convertirse en una nación, será promocionado y se hará una contribución para establecer unas relaciones más tolerables entre las dos naciones”.

El responsable de la Organización Estatal Sionista y de la Liga Cultural Judía y anteriormente de la Comunidad Judía de Berlín, Georg Kareski declaró, a finales de 1935, en una entrevista al diario berlinés “Der Angriff”: “Durante muchos años he buscado una separación completa en los asuntos culturales de los dos pueblos, Alemanes y Judíos, como una condición previa para vivir juntos sin conflictos... He apoyado desde hace tiempo esa separación, en la base del respeto para la comunidad ajena. Las leyes de Nuremberg me parece que dan conformidad a este deseo por una vida separada  basada en el respeto mutuo. La interrupción en el proceso de disolución de muchas comunidades judías, que ha sido promocionada a través de los matrimonios mixtos es, desde un punto de vista judío, totalmente bienvenida”.

Otros líderes sionistas de diferentes países estaban de acuerdo con esta visión. Stephen S. Wise, presidente del Congreso Judío Americano y del Congreso Judío Mundial, dijo en una reunión en Nueva York en Junio de 1938 que “No soy un ciudadano americano de fe judía. Soy un judío... Hitler tenía razón en una cosa. Denominó al pueblo judío como raza y nosotros somos una raza” . también el Ministro del Interior en Asuntos Judíos Dr. Bernhard Lösener, expresó su apoyo al sionismo en un artículo aparecido en el número del Reichsverwaltungsblatt, de Noviembre de 1935: “Si los judíos ya tuviesen su propio estado la mayoría de ellos estarían instalados, entonces la “Cuestión Judía” sería vista hoy como totalmente resuelta, incluso para los mismos judíos”. En cooperación con las autoriades alemanas, los grupos sionistas organizaron una red de cerca de cuarenta campos y centros agrícolas en toda Alemania, donde los futuros judíos que iban a Palestina fuesen entrenados para su nueva vida allí. A pesar de que las Leyes de Nuremberg prohibía a los judíos mostrar la bandera alemana, se les permitió el derecho a mostrar la bandera nacional judía blanca y azul. La bandera que un día sería adoptada por Israel, fue izada en los campos sionistas y otros centros judíos en la Alemania de Hitler.

El servicio de seguridad de Himmler cooperó con el Haganah, la oculta organización militar sionista en Palestina. Las SS pagaron al oficial del Haganah Feivel Polkes, información sobre la situación en Palestina y por ayudar en la emigración a ese país. Mientras tanto, el Haganah se mantuvo bien informado sobre los planes alemanes por un espía que se infiltró en el cuartel general de las SS en Berlín. La colaboración SS-Haganah incluyó entregas secretas de armamento alemán a los judíos en Palestina para ser usadas en los enfrentamientos con los árabes palestinos. Con las secuelas de la “Kristallnacht” de Noviembre de 1938, las SS ayudaron rápidamente a la organización sionista para que regresase y continuase su trabajo en Alemania, a pesar de iba a ser con una supervisión más restringida. El soporte alemán al sionismo no era sin límites. Los dirigentes del gobierno y del partido estaban preocupados por las continuas campañas de los poderosas comunidades judías en los Estados Unidos, Inglaterra y otros países, para movilizar a “sus” gobiernos y ciudadanos afines, contra Alemania.

Mientras la judería mundial permaneció implacable y abiertamente hostil contra la Alemania Nacionalsocialista y mientras la gran mayoría de judíos en el mundo mostraban pocas ansias para establecerse en la “Tierra Prometida” sionista, un estado soberano judío en palestina no parecía resolver realmente la “Cuestión Judía” internacional. En vez de ello, los dirigentes alemanes razonaban que crecería en fuerza esta peligrosa campaña anti-alemana. El soporte alemán al sionismo fue limitado entonces a una patria judía en Palestina, bajo la supervisión británica, no un estado soberano judío. “Un estado judío en Palestina” decía el Ministro de Asuntos Exteriores a los diplomáticos en Junio de 1937 “no sería del interés alemán ya que no sería capaz de absorber a todos los judíos del mundo, sólo serviría como base adicional de poder para la judería internacional, del mismo modo que Moscú sirve como base del comunismo internacional”. Mostrando un cambio de la política oficial, la prensa alemana mostraba mucha más simpatía en 1937 por la resistencia de los árabes en Palestina a las ambiciones sionistas, al mismo tiempo que la tensión y el conflicto se incrementaban entre árabes y judíos.

Un documento circular  alemán de exteriores del 22 de Junio de 1937, avisaba que en vez de apoyar  la instalación de los judíos en Palestina “sería un error asumir que Alemania apoya la formación de una estructura estatal en Palestina bajo cierta forma de control judío. A la vista de la agitación anti-alemana de la judería internacional, Alemania no puede estar de acuerdo en que la formación de un estado judío en Palestina ayudará al desarrollo pacífico de las naciones del mundo”. Un memorando interno de la sección de asuntos judíos de las SS avisaba de que “la proclamación de un estado judío o de una Palestina bajo administración judía, podría crear para Alemania un nuevo enemigo, uno que podría tener una profunda influencia en la evolución en Oriente Próximo” Otro documento interno SS predice que un estado judío “trabajaría para dar protección especial a los judíos en cualquier país, y por ello dando protección legal a las actividades de la judería internacional”.

El 27 de Enero de 1939, el nuevo ministro de exteriores Joachim von Ribbentrop, avisaba en un boletín interno que “Alemania debe ver la formación de un estado judío como algo peligroso, ya que traería un incremento internacional del poder de la judería mundial”. Hitler mismo revisó este asunto a principios de 1938 y en vez de su habitual escepticismo de las ambiciones sionistas de que su política podía contribuir a la formación de un estado judío, decidió dar soporte a la emigración judía a Palestina con más vigor todavía. La posibilidad de sacarse de encima a los judíos, concluía Hitler, tiene más peso que los posibles peligros.

Mientras tanto, entre 1937/38 y 39, el gobierno británico imponía restricciones aún más drásticas a la inmigración judía a Palestina. En respuesta a ello, el servicio de seguridad de las SS logró una alianza secreta con la agencia clandestina sionista Mossad le-Aliya Bet, para introducir ilegalmente judíos en Palestina. Como resultado de esta intensa colaboración, varios convoyes de barcos lograron llegar a Palestina, salvando el bloqueo de los barcos de guerra británicos. La inmigración judía, tanto legal como ilegal de Alemania, incluyendo Austria, a Palestina se incrementó enormemente en 1938 y 1939. Otros 10.000 judíos estaban preparados para salir en Octubre de 1939, pero el inicio de la guerra en Septiembre acabó con este esfuerzo. Sin embargo, las autoridades alemanas continuaron promocionando la emigración indirecta de los judíos a Palestina durante 1940 y 1941. Incluso tan tarde como Marzo de 1942, al menos un campo oficial sionista de entrenamiento oficialmente autorizado para emigrantes potenciales, seguía funcionando en la Alemania de Hitler.

La pieza central de la cooperación alemana-sionista durante la época de Hitler, era el llamado “Acuerdo de Transferencia”, un pacto que permitía que decenas de miles de judíos alemanes emigrasen a Palestina con sus riquezas. El acuerdo, conocido también como Haavara (transferencia, en hebreo), fue acordado en Agosto de 1933, siguiendo las reuniones entre autoridades alemanas y el Secretario Político de la Agencia Judía (el centro en Palestina de la Organización Sionista Mundial), Chaim Arlosoroff. Por medio de este sorprendente acuerdo, cada judío embarcado hacia Palestina depositaba dinero en una cuenta en Alemania. 

El dinero era utilizado para comprar herramientas de labrar alemanas, materiales de construcción, bombas de agua, fertilizantes, etc., que eran exportadas a Palestina y vendido allí por la empresa de propiedad judía Haavara, en Tel-Aviv. El dinero de la venta era entregado a los emigrantes judíos a su llegada a Palestina, en una cantidad que correspondía al depósito efectuado en Alemania. Los productos alemanes entraron en Palestina través de Haavara, que fue suplementada en poco tiempo después por el trueque, por el cual  las naranjas de  Palestina fueron canjeadas por madera alemana, coches, maquinaria agrícola y otros productos. El acuerdo sirvió para el deseo sionista de llevar a los colonos judíos y capital de desarrollo a Palestina, al mismo tiempo que servir al objetivo alemán de liberar el país de un grupo ajeno y no deseado.

Los delegados en el Congreso Sionista de Praga de 1933, debatieron con vigor las ventajas del “Acuerdo de Transferencia”. Algunos temían que el pacto minase el boicot judío internacional contra Alemania. Pero los dirigentes sionistas re-dirigieron el congreso. Sam Cohen, una figura clave tras el acuerdo de Haavara, indicó que el “Acuerdo de Transferencia” no era económicamente ventajoso para Alemania. Arthur Rupin, un especialista en emigración de la Organización Sionista que ayudó a negociar el pacto, indicó que el “Acuerdo de Transferencia” no interfería de ninguna manera con el boicot, ya que ninguna moneda nueva iría a Alemania como resultado del acuerdo”. En 1935, el Congreso Sionista celebrado en Suiza, apoyó sin fisuras el pacto. En 1936, la Agencia Judía (el sionista “gobierno en la sombra” en Palestina), tomó el control directo sobre el Haavara, que se mantuvo en funcionamiento hasta que el inicio de la II Guerra Mundial, forzó a su abandono.

Algunos dirigentes alemanes se oponían al acuerdo. Por ejemplo, el cónsul alemán en Jerusalén, Hans Döhle, criticó de forma dura el acuerdo en muchas ocasiones durante 1937. Indicó que le costaba a Alemania el intercambio internacional que esos productos le podrían reportar a Alemania si se vendiesen en cualquier otro lugar. El monopolio Haavara irritó a los hombres de negocio alemanes y árabes. El apoyo oficial alemán al sionismo le podía costar una pérdida de los mercados dominados por Alemania en el mundo árabe. En un boletín interno de la Oficina de Asuntos Exteriores alemana de Junio de 1937 se refería “al los sacrificios de intercambio” como resultado del Haavara. En Diciembre de 1937, en un memorándum interno del Ministro del Interior alemán, se hacía referencia al impacto del “Acuerdo de Transferencia” diciendo que “No hay duda que el acuerdo de Haavara ha contribuido muy significativamente al rápido desarrollo de Palestina desde 1933. 

El acuerdo ha dado no solo la más importante fuente de dinero (¡de Alemania!, añado), sino también el grupo de emigrantes más inteligente y finalmente ha llevado al país las máquinas y los productos industriales esenciales para el desarrollo” En ese memorándum se dice también que “La principal ventaja del pacto, fue la emigración de un gran número de judíos a Palestina, el objetivo más deseable para Alemania. También se indica los problemas citados por el cónsul Döhle y otros. De todas maneras, las ventajas desde el punto de vista alemán, superaban a los problemas. Sólo una persona podía resolver la discusión: Hitler. Éste revisó personalmente la política en Julio y Septiembre de 1937 y de nuevo en Enero de 1938, y cada vez decidió que se mantuviese el acuerdo Haavara. El objetivo de sacarse de encima a los judíos justificaba los problemas, según el Führer.

El Ministro de Economía del Reich ayudó a organizar otra compañía comercial, llamada Agencia de Inversión y Comercio Internacional, a través de la cual los judíos en otros países podían ayudar a los judíos alemanes a emigrar a Palestina. Casi un millón de dólares se canalizaron a través de Intria a los judíos alemanes en Palestina. Otros países europeos que también deseaban que los judíos emigrasen, cerraron acuerdos con los sionistas, basado en el modelo Haavara. En 1937 Polonia autorizó el la compañía Hafilin (Intercambio en hebreo) para la emigración. A finales del verano de 1939, Checoslovaquia, Rumania, Hungria e Italia firmaron acuerdos similares. El estallido de la guerra en septiembre de 1939, impidió la aplicación a gran escala de estos acuerdos.

Pero ¿Cuales fueron los éxitos en la aplicación del Haavara? Entre 1933 y 1941, unos 60.000 judíos alemanes emigraron a Palestina a través del Haavara y otros acuerdos alemanes-sionistas, o lo que es lo mismo un 10% de la población judía en Alemania y que conformaban el 15% de la población judía total en Palestina en 1939. La cifra total de dinero transferido desde Alemania a Palestina a través del Haavara entre Agosto de 1933 y finales de 1939 fue de 40 millones de dólares. Esta cantidad incluye 13,8 millones de dólares entregados por el Reichsbank, como parte del acuerdo. Se estima que otros 70 millones de dólares adicionales fueron a Palestina a través de los acuerdos comerciales alemanes y transacciones bancarias internacionales. Estos fondos alemanes tuvieron un enorme impacto en un país subdesarrollado como Palestina en los años 30. Muchas grandes industrias fueron montadas con el dinero alemán, incluyendo la compañía de aguas Mekoroth o la textil Lodzia. La influencia del dinero y mercancías gestionados por Haavara, produjo una explosión económica en la Palestina judía y fue un factor esencial en la creación del estado de Israel. En un boletín interno de la Oficina de Asuntos Exteriores alemana de Enero de 1939 ya indica que “la transferencia de propiedad judía fuera de Alemania a través del Haavara, ha contribuido en buena manera en la construcción de un estado judío en Palestina”.

Antiguos dirigentes del Haavara en Palestina confirmaron esta visión en un detallado estudio del “Acuerdo de Transferencia”, publicado en 1972: “la actividad económica hecha posible por la influencia del dinero alemán y las transferencias del Haavara a los sectores privados y públicos, fueron de la mayor importancia para el desarrollo del país. Muchas nuevas industrias y empresas comerciales se establecieron en la Palestina judía y numerosas compañías que eran de la máxima importancia incluso en la actualidad en la economía del Estado de Israel, deben su existencia al Haavara. El Dr. Ludwig Pinner un dirigente del Haavara en Tel-Aviv durante los años 30, comentó más tarde que los inmigrantes contribuyeron decisivamente en el desarrollo económico, social, cultural y educacional de la comunidad judía en Palestina.

Se puede decir sin temor a equivocarse que el “Acuerdo de Transferencia” fue el ejemplo más claro de la cooperación entre la Alemania de Hitler y el sionismo internacional. A través de este pacto, el III Reich hizo más que cualquier otro gobierno durante los años 30, para apoyar la emigración y el desarrollo judío en Palestina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario