Los
ingleses son conocidos por sus actos de sabotaje, misiones secretas y equipos
especiales durante la II Guerra Mundial. 007 contra los enemigos actuales es
digno continuador de esa imagen romántica de comandos que logran paralizar una
ofensiva alemana, secuestrar al general de turno, conseguir una máquina ENIGMA
o destruir los míticos y peliculeros cañones de Navarone. Dentro de este mundo
de las fuerzas especiales o acciones únicas, me gustaría referirme a los
“Dambusters” o “Destruye Presas” de la RAF que llevaron a cabo una operación
especial de bombardeo en Mayo de 1943, sobre dos presas, Mohne y Eder, en
territorio alemán.
Se
supone que fue la operación más arriesgada de la RAF en la II Guerra Mundial.
Con su mezcla de heroísmo, entrega e ingenuidad técnica, el ataque de los
“Dambusters” se convirtió en el último símbolo de la gallarda lucha británica
contra el régimen nazi. En palabras de Churchill, la destrucción de dos presas
claves en Mayo de 1943 produjo una “devastación sin paralelo” en el oeste del
corazón industrial de Alemania. El éxito de la operación obtuvo el máximo
clamor público. No hace mucho, se empieza a saber que el Mariscal del Aire Sir
Arthur “Bombardero” Harris, uno de los arquitectos de la misión, dudaba en
privado de su efectividad.
La
investigación en los archivos de Harris, guardados en el Museo de la RAF en
Hendon, ha revelado que él pensaba en privado que la misión sobre las presas
alemanas era una pérdida de hombres y aviones. En una carta a su “Air Staff”,
escrita en Diciembre de 1943, justo seis meses después del ataque, Harris dice
“Durante años se nos ha dicho que la destrucción de las presas de Mohne y Eder
sería una acción vital contra Alemania” Y sigue “No he visto nada en las
presentes circunstancias o en el Ministerio de Asuntos Económicos de Guerra,
que ese esfuerzo valiese la pena”. Incluso cuando se incrementaba la leyenda de
la misión de los “Dambusters”, Harris se apartaba claramente de este asunto.
En una carta privada a Sir Charles Portal, el jefe del “Air Staff”, escrita en Enero de 1945, Harris se quejaba “La destrucción de las presas de Mohne y Eder era para conseguir grandes resultados. No consiguió nada comparada con el esfuerzo que representó y las bajas que sufrimos” Y concluía “El daño material fue escaso comparado con el ataque a un área tan pequeña”. Esta correspondencia muestra que Harris era escéptico sobre la misión cuando los planes comenzaron a llevarse a cabo. Fue Barnes Wallis, inventor e ingeniero aeronáutico, que en 1942 propuso la idea de que una presa podía ser destruida con una “bomba de rebote”.
Dicha
bomba especial sería llevada por un bombardero Avro Lancaster especialmente
modificado. Era el nuevo bombardero de cuatro motores de la RAF, de largo
alcance. Esta bomba sería lanzada sobre el agua, donde rebotaría sobre la misma
hasta alcanzar la gruesa pared de la presa, se hundiría algo por debajo de la
superficie y luego explotaría a la profundidad adecuada, provocando un
movimiento de agua colosal que inundaría la zona adyacente. Las primeras
pruebas de la “bomba de rebote”, llevadas a cabo en la playa de Chesil en
Dorset, revelaron que la idea era factible. El Ministerio del Aire se puso en
marcha enseguida. Pero, en los recientes documentos investigados, Harris se
mostró indignado. Él pensaba que sus preciosos Lancasters deberían de
concentrarse en el trabajo fundamental del Mando de Bombardeo y que era reducir
las ciudades alemanas a cenizas. Creo que tampoco sirvió de mucho esta estrategia
para acortar la guerra...
Cuando
fue informado por primera vez de la propuesta de Wallis por Robert Saundby, uno
de sus hombres en el Mando de Bombardeo en Febrero de 1943, Harris no se lo
podía creer. “La “bomba de rebote” iba más allá de la más increíble
descripción. Hay tantos “y si” y tantos “peros” que ya sería demasiado que
encima funcionase” Harris urgió para que el “Air Staff” se detuviese de
“apartar Lancasters y reducir nuestro esfuerzo en esta absurda caza de patos
salvajes”. La guerra, advirtió “se acabará antes de que funcione y nunca lo
hará”.
Unos
días después, su oposición al plan se había intensificado. En una carta a su
superior Sir Charles Portal, describió la “Bomba de rebote” como “un propuesta
enloquecida de arma que debemos de usar”. Rechazando “cualquier distracción de
nuestros Lancasters en este momento crítico”, le dijo a Portal que “Me apuesto
la camisa de que la bomba no puede ser operativa antes de seis meses y no
funcionará cuando la tengamos”. Él esperaba que a los entusiastas de la nueva
bomba “se les entregara un avión para jugar, mientras nosotros llevamos
adelante esta guerra”.
Sin
embargo, Harris fue sobrepasado por su superior Portal, que estaba determinado
para llevar adelante el plan. A pesar de sus dudas, Harris no tenía otra opción
que obedecer las órdenes del Mando del “Air Staff” de la RAF. Por ello y para
llevar a cabo la misión, formó un nuevo escuadrón de Lancasters con el código
617, bajo el mando del Comandante de Ala Guy Gibson, un piloto dinámico,
valiente y con mucha experiencia.
Mientras
tanto los Lancasters fueron adaptados por la compañía Avro para poder
transportar el equipo especial y la “bomba de rebote”. La misión se levó a cabo
en la noche del 16 al 17 de Mayo, una noche de luna llena brillante hasta las
primeras horas del 17. Los temores de Harris de que la “bomba de rebote” no
funcionaría se demostraron erróneos ya que las brechas abiertas en las dos
presas llevó una enorme destrucción de casas, fábricas y suministros
energéticos. Sin embargo, una tercera presa en el Sorpe, permaneció intacta.
Y
contrariamente a los últimos argumentos de Harris, Albert Speer el Ministro
Alemán de Producción y Armamentos, dijo que la misión fue “un desastre para
nosotros durante unos meses”. Alemania tuvo que emplear a 20.000 trabajadores
de la construcción de defensas en Francia y Holanda, en la reparación de las
presas, algo que quizás tuvo algo de impacto en el Día D.
Gibson
ganó la Cruz Victoria y su escuadrón se convirtió en una leyenda nacional. La
misión tuvo un gran impacto positivo en la moral británica. Sin embargo el
triunfo tuvo que pagar un alto precio: 8 de los 19 Lancasters se perdieron y
murieron 53 tripulantes. Pero y no Harris precisamente, la mayoría de la RAF y
el público británico creyeron que el sacrificio valió la pena.
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