domingo, 30 de noviembre de 2014

LOS “DESTRUYE PRESAS” BRITÁNICOS (editado originalmente el 15/6/2014)

 Los ingleses son conocidos por sus actos de sabotaje, misiones secretas y equipos especiales durante la II Guerra Mundial. 007 contra los enemigos actuales es digno continuador de esa imagen romántica de comandos que logran paralizar una ofensiva alemana, secuestrar al general de turno, conseguir una máquina ENIGMA o destruir los míticos y peliculeros cañones de Navarone. Dentro de este mundo de las fuerzas especiales o acciones únicas, me gustaría referirme a los “Dambusters” o “Destruye Presas” de la RAF que llevaron a cabo una operación especial de bombardeo en Mayo de 1943, sobre dos presas, Mohne y Eder, en territorio alemán.

Se supone que fue la operación más arriesgada de la RAF en la II Guerra Mundial. Con su mezcla de heroísmo, entrega e ingenuidad técnica, el ataque de los “Dambusters” se convirtió en el último símbolo de la gallarda lucha británica contra el régimen nazi. En palabras de Churchill, la destrucción de dos presas claves en Mayo de 1943 produjo una “devastación sin paralelo” en el oeste del corazón industrial de Alemania. El éxito de la operación obtuvo el máximo clamor público. No hace mucho, se empieza a saber que el Mariscal del Aire Sir Arthur “Bombardero” Harris, uno de los arquitectos de la misión, dudaba en privado de su efectividad.

La investigación en los archivos de Harris, guardados en el Museo de la RAF en Hendon, ha revelado que él pensaba en privado que la misión sobre las presas alemanas era una pérdida de hombres y aviones. En una carta a su “Air Staff”, escrita en Diciembre de 1943, justo seis meses después del ataque, Harris dice “Durante años se nos ha dicho que la destrucción de las presas de Mohne y Eder sería una acción vital contra Alemania” Y sigue “No he visto nada en las presentes circunstancias o en el Ministerio de Asuntos Económicos de Guerra, que ese esfuerzo valiese la pena”. Incluso cuando se incrementaba la leyenda de la misión de los “Dambusters”, Harris se apartaba claramente de este asunto.

En una carta privada a Sir Charles Portal, el jefe del “Air Staff”, escrita en Enero de 1945, Harris se quejaba “La destrucción de las presas de Mohne y Eder era para conseguir grandes resultados. No consiguió nada comparada con el esfuerzo que representó y las bajas que sufrimos” Y concluía “El daño material fue escaso comparado con el ataque a un área tan pequeña”. Esta correspondencia muestra que Harris era escéptico sobre la misión cuando los planes comenzaron a llevarse a cabo. Fue Barnes Wallis, inventor e ingeniero aeronáutico, que en 1942 propuso la idea de que una presa podía ser destruida con una “bomba de rebote”.

Dicha bomba especial sería llevada por un bombardero Avro Lancaster especialmente modificado. Era el nuevo bombardero de cuatro motores de la RAF, de largo alcance. Esta bomba sería lanzada sobre el agua, donde rebotaría sobre la misma hasta alcanzar la gruesa pared de la presa, se hundiría algo por debajo de la superficie y luego explotaría a la profundidad adecuada, provocando un movimiento de agua colosal que inundaría la zona adyacente. Las primeras pruebas de la “bomba de rebote”, llevadas a cabo en la playa de Chesil en Dorset, revelaron que la idea era factible. El Ministerio del Aire se puso en marcha enseguida. Pero, en los recientes documentos investigados, Harris se mostró indignado. Él pensaba que sus preciosos Lancasters deberían de concentrarse en el trabajo fundamental del Mando de Bombardeo y que era reducir las ciudades alemanas a cenizas. Creo que tampoco sirvió de mucho esta estrategia para acortar la guerra...

Cuando fue informado por primera vez de la propuesta de Wallis por Robert Saundby, uno de sus hombres en el Mando de Bombardeo en Febrero de 1943, Harris no se lo podía creer. “La “bomba de rebote” iba más allá de la más increíble descripción. Hay tantos “y si” y tantos “peros” que ya sería demasiado que encima funcionase” Harris urgió para que el “Air Staff” se detuviese de “apartar Lancasters y reducir nuestro esfuerzo en esta absurda caza de patos salvajes”. La guerra, advirtió “se acabará antes de que funcione y nunca lo hará”.

Unos días después, su oposición al plan se había intensificado. En una carta a su superior Sir Charles Portal, describió la “Bomba de rebote” como “un propuesta enloquecida de arma que debemos de usar”. Rechazando “cualquier distracción de nuestros Lancasters en este momento crítico”, le dijo a Portal que “Me apuesto la camisa de que la bomba no puede ser operativa antes de seis meses y no funcionará cuando la tengamos”. Él esperaba que a los entusiastas de la nueva bomba “se les entregara un avión para jugar, mientras nosotros llevamos adelante esta guerra”.

Sin embargo, Harris fue sobrepasado por su superior Portal, que estaba determinado para llevar adelante el plan. A pesar de sus dudas, Harris no tenía otra opción que obedecer las órdenes del Mando del “Air Staff” de la RAF. Por ello y para llevar a cabo la misión, formó un nuevo escuadrón de Lancasters con el código 617, bajo el mando del Comandante de Ala Guy Gibson, un piloto dinámico, valiente y con mucha experiencia.

Mientras tanto los Lancasters fueron adaptados por la compañía Avro para poder transportar el equipo especial y la “bomba de rebote”. La misión se levó a cabo en la noche del 16 al 17 de Mayo, una noche de luna llena brillante hasta las primeras horas del 17. Los temores de Harris de que la “bomba de rebote” no funcionaría se demostraron erróneos ya que las brechas abiertas en las dos presas llevó una enorme destrucción de casas, fábricas y suministros energéticos. Sin embargo, una tercera presa en el Sorpe, permaneció intacta.

Y contrariamente a los últimos argumentos de Harris, Albert Speer el Ministro Alemán de Producción y Armamentos, dijo que la misión fue “un desastre para nosotros durante unos meses”. Alemania tuvo que emplear a 20.000 trabajadores de la construcción de defensas en Francia y Holanda, en la reparación de las presas, algo que quizás tuvo algo de impacto en el Día D.

Gibson ganó la Cruz Victoria y su escuadrón se convirtió en una leyenda nacional. La misión tuvo un gran impacto positivo en la moral británica. Sin embargo el triunfo tuvo que pagar un alto precio: 8 de los 19 Lancasters se perdieron y murieron 53 tripulantes. Pero y no Harris precisamente, la mayoría de la RAF y el público británico creyeron que el sacrificio valió la pena.

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