Hay
países que cuando oímos sus nombres o hablamos con alguien de esa nacionalidad,
aparecen en nuestra mente unas ideas tópicas y típicas de ese país. Pueden ser
el resultado de exageraciones, comentarios benéficos o maléficos, mentiras,
verdades, leyendas, hechos, datos, etc. La verdad que eso nos hace actuar o
pensar de una forma determinada ya sea con temor, respeto o simpatía. Me
gustaría hablar de Alemania, país del que todos hemos oído hablar, conocemos
algo de su historia y del que tenemos una idea determinada en nuestra mente.
Alemania
y como resultado de haber perdido dos guerras mundiales de un alcance pavoroso,
ha adquirido la reputación de la nación más malvada de Europa y casi me
atrevería a decir de la más malvada de todos los tiempos. Solo mencionar la
palabra “alemán” todavía le trae a mucha gente la imagen tópica de soldados de
ojos robóticos desfilando al paso de la oca, de tropas de asalto bajo las
órdenes de estirados y altivos oficiales prusianos, dispuestas a marchar para
inflingir muerte y destrucción gratuita sobre sus pacíficos y amorosos países
vecinos. Hemos sufrido un lavado de cerebro constante para hacernos ver a a los
alemanes como intrínsicamente militaristas, agresivos, brutales, racistas y
anti-semíticos, con una clara predilección a una obediencia ciega a los
personajes dictatoriales. Cientos de películas de Hollywood, la propaganda sin
descanso sobre el Holocausto e incontables libros, reportajes y artículos han
reforzado sin parar esta imagen negativa de Alemania en la memoria popular de
los últimos 70 años. Los motivos racionales para los horrores inexplicables de
los que son acusados los alemanes no hacen ninguna falta. Se les acusa y ya
está, nadie discute, todos tragan.
Por
ejemplo la película “La Lista de Schindler”, del director judío Stephen
Spielberg. El comandante nazi del campo de concentración, que se supone que es
el campo de Plaszow, en la afueras de Cracovia en Polonia y no lejos de Auschwitz,
está de pie sin camisa en el balcón de su casa, con un rifle de caza en sus
manos. El rifle lleva una mira telescópica. En la película, la casa está
ubicada en una colina sobre el campo, por lo que él puede observar a los
prisioneros trabajando en el recinto. El comandante apoya el rifle sobre sus
hombros y través de la mira telescópica va mirando al azar a un prisionero tras
otro. En ese momento la imagen en pantalla muestra la visión que tiene a través
de la mira telescópica. La cruz de la mira se detiene en un prisionero al azar.
Aprieta el gatillo y el prisionero cae muerto pesadamente. La pantalla muestra
al comandante nazi que muestra indiferencia mientras vuelve a cargar el rifle
cerrando el cerrojo y se lo apoya de nuevo en su hombro. Dispara de nuevo y
otro prisionero cae muerto.
Ya
aburrido con su práctica de tiro, se fija tras él en la bella, sexy y desnuda
mujer que está estirada en una cama muy cerca del balcón. Se supone que la
mujer es una de sus amantes judías seleccionadas en el campo, que aparentemente
le sirve como esclava sexual. La cara del comandante nazi expresa desdeño, con
un toque de descuidado cinismo. El mostrar los disparos, así como a la amante
desnuda judía es para mostrar que el oficial nazi es un depravado total, sin conciencia,
moralidad o empatía por otros seres humanos. Es decir, un psicópata. Se supone,
claro está, que los prisioneros asesinados son todos judíos. Por lo tanto se
muestra la típica combinación: maldad nazi/persecución judía. Por supuesto, lo
que se muestra en este episodio de la película es totalmente ficción, basada en
la novela de Thomas Keneally, un australiano, que sólo visitó los campos de
concentración una vez en 1980. Ninguno de los hechos que he descrito más arriba
han sido jamás demostrados, a pesar de que la mayoría de espectadores se lo
tragan todo y lo aceptan como la historia que pasó.
El
verdadero campo de Plaszow estaba ubicado en el otro lado de la colina de la
casa del comandante y totalmente fuera de la vista del balcón de esa casa. Hubiese
sido imposible para él el disparar abajo al recinto como se muestra en la
película incluso si lo hubiese querido, lo que creo altamente improbable. El
verdadero comandante del campo de Plaszow, Amon Goeth, sobre el que el
personaje de la película se basa, vivió en la casa con su novia Ruth Kalder,
con la que tenía un hijo. Ruth explicó que intentaron casarse pero fue
imposible debido al caos durante los últimos meses de la guerra. Ella cambió su
apellido y el del niño por Goeth tras la guerra con la ayuda del padre de Amon
Goeth. Amon Goeth fue ahorcado después de la guerra por el gobierno polaco,
principalmente por ser miembro del partido nazi y miembro de las SS, no por
disparar a prisioneros.
Ruth describe a Amon Goeth como un hombre culto,
que tenía una excelente voz para el canto. Sí que es verdad que Goeth tuvo dos
empleadas judías en su casa, seleccionadas en el campo pero no hay información
alguna de que tuviese relaciones íntimas con ellas, ni que fuesen esclavas
sexuales. Creo que esa historia fue añadida por Speilberg para darle más
“salsa” a la historieta, y que crease un rechazo aún mayor entre los
espectadores.
Otro
ejemplo es la película “La Elección de Sophie”, realizada por otro director
judío Alan J. Pakula. En esta película Sophie y sus dos niños pequeños son
enviados a Auschwitz (este campo concretamente es el templo sagrado del
Holocausto). Durante el proceso de “selección” (la “selección” es una de las
estaciones al Calvario de la religión del Holocausto), tras su llegada al
campo, un estereotipado malvado oficial nazi (supuestamente el Dr. J. Mengele),
le dice a Sophie que ella sólo puede quedarse con uno de sus hijos y que el
otro debe ir a la cámara de gas. Sophie es forzada a elegir con cual quedarse y
cual debe ir a la cámara de gas. Esa es la “Selección de Sophie”. El malvado
oficial nazi no da ninguna razón o explicación para que un niño muera o para
forzarla a una decisión así. Con que sea un malvado oficial nazi es explicación
suficiente, no hace falta más, ni entrar en más detalles.
Esta
película estaba basada en la novela del escritor americano del sur de USA
William Styron, que no tenía un conocimiento de primera mano de los campos.
Auschwitz fue utilizado como base a un cuento que salió de su imaginación. Nada
así pasó pasó en la vida real. Sin embargo, historias de malvados nazis como
esta, desde hace mucho tiempo son habituales en Hollywood. Los espectadores
están tan condicionados por estas majaderías que la ficción se ha convertido en
la verdad en la mente del público. A todos nos han lavado el cerebro para
aceptar cosas absurdas sin escepticismo. Los alemanes son malvados, por lo
tanto hacen cosas malvadas. Fin de la historia. No hace falta más explicación.
La lista de películas y ejemplos es interminable.
Sin
embargo, Alemania no siempre había sido vista de esa manera o bajo esa luz. La
imagen de Alemania como siniestra, rapaz, amante de la guerra empezó en el
siglo XX. En el XIX, en contraste, Alemania se veía como un lugar de paz y
cultura. El historiador británico Frederic William Maitland, describió la forma
en que los ingleses veían a los alemanes en el XIX “es habitual y plausible el
pintar a un alemán como un soñador, sentimental, mirando con sus ojos azules
una nube de música, metafísica y humo de tabaco”
El
pueblo alemán ha hecho grandes contribuciones durante la historia en cada
esfera de logros culturales, intelectuales y científicos. En el campo de la
música durante el siglo XVIII hubo genios como Bach, Hayden, Mozart, Beethoven,
Schubert y Schumann por nombrar unos pocos. El genio musical continuó en el XIX
con los Strauss y Richard Wagner. Hubo contribuciones muy importantes en la
literatura por parte de Goethe y Schiller o los trabajos en historia de Ranke y
Niebuhr, la filosofía de Kant y Hegel o las enormes contribuciones a la ciencia
de Alexander von Humboldt y Konrad Roentgen. Son simples nombre de una lista
inmensa. El sistema prusiano de educación superior y el florecimiento cultural
que caracterizó a Prusia durante los años siguientes a las guerra napoleónicas,
influyeron tanto en Europa como en America. Por ejemplo, el sistema americano
de escuela pública así como las universidades fueron un modelo basado
directamente en el sistema público y universitario de Prusia.
Alemania
era admirada por el mundo como un centro de enseñanza y aprendizaje, por su
elevada cultura y logros en todos los campos. Pero también por su honestidad,
trabajo duro, orden y ahorro que existían incluso en los estamentos más bajos
de su sociedad.
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