domingo, 30 de noviembre de 2014

LAS CONSECUENCIAS DE PERDER DOS GUERRAS MUNDIALES (Editado originalmente el 18/5/2014)

Hay países que cuando oímos sus nombres o hablamos con alguien de esa nacionalidad, aparecen en nuestra mente unas ideas tópicas y típicas de ese país. Pueden ser el resultado de exageraciones, comentarios benéficos o maléficos, mentiras, verdades, leyendas, hechos, datos, etc. La verdad que eso nos hace actuar o pensar de una forma determinada ya sea con temor, respeto o simpatía. Me gustaría hablar de Alemania, país del que todos hemos oído hablar, conocemos algo de su historia y del que tenemos una idea determinada en nuestra mente.

Alemania y como resultado de haber perdido dos guerras mundiales de un alcance pavoroso, ha adquirido la reputación de la nación más malvada de Europa y casi me atrevería a decir de la más malvada de todos los tiempos. Solo mencionar la palabra “alemán” todavía le trae a mucha gente la imagen tópica de soldados de ojos robóticos desfilando al paso de la oca, de tropas de asalto bajo las órdenes de estirados y altivos oficiales prusianos, dispuestas a marchar para inflingir muerte y destrucción gratuita sobre sus pacíficos y amorosos países vecinos. Hemos sufrido un lavado de cerebro constante para hacernos ver a a los alemanes como intrínsicamente militaristas, agresivos, brutales, racistas y anti-semíticos, con una clara predilección a una obediencia ciega a los personajes dictatoriales. Cientos de películas de Hollywood, la propaganda sin descanso sobre el Holocausto e incontables libros, reportajes y artículos han reforzado sin parar esta imagen negativa de Alemania en la memoria popular de los últimos 70 años. Los motivos racionales para los horrores inexplicables de los que son acusados los alemanes no hacen ninguna falta. Se les acusa y ya está, nadie discute, todos tragan.

Por ejemplo la película “La Lista de Schindler”, del director judío Stephen Spielberg. El comandante nazi del campo de concentración, que se supone que es el campo de Plaszow, en la afueras de Cracovia en Polonia y no lejos de Auschwitz, está de pie sin camisa en el balcón de su casa, con un rifle de caza en sus manos. El rifle lleva una mira telescópica. En la película, la casa está ubicada en una colina sobre el campo, por lo que él puede observar a los prisioneros trabajando en el recinto. El comandante apoya el rifle sobre sus hombros y través de la mira telescópica va mirando al azar a un prisionero tras otro. En ese momento la imagen en pantalla muestra la visión que tiene a través de la mira telescópica. La cruz de la mira se detiene en un prisionero al azar. Aprieta el gatillo y el prisionero cae muerto pesadamente. La pantalla muestra al comandante nazi que muestra indiferencia mientras vuelve a cargar el rifle cerrando el cerrojo y se lo apoya de nuevo en su hombro. Dispara de nuevo y otro prisionero cae muerto.

Ya aburrido con su práctica de tiro, se fija tras él en la bella, sexy y desnuda mujer que está estirada en una cama muy cerca del balcón. Se supone que la mujer es una de sus amantes judías seleccionadas en el campo, que aparentemente le sirve como esclava sexual. La cara del comandante nazi expresa desdeño, con un toque de descuidado cinismo. El mostrar los disparos, así como a la amante desnuda judía es para mostrar que el oficial nazi es un depravado total, sin conciencia, moralidad o empatía por otros seres humanos. Es decir, un psicópata. Se supone, claro está, que los prisioneros asesinados son todos judíos. Por lo tanto se muestra la típica combinación: maldad nazi/persecución judía. Por supuesto, lo que se muestra en este episodio de la película es totalmente ficción, basada en la novela de Thomas Keneally, un australiano, que sólo visitó los campos de concentración una vez en 1980. Ninguno de los hechos que he descrito más arriba han sido jamás demostrados, a pesar de que la mayoría de espectadores se lo tragan todo y lo aceptan como la historia que pasó.

El verdadero campo de Plaszow estaba ubicado en el otro lado de la colina de la casa del comandante y totalmente fuera de la vista del balcón de esa casa. Hubiese sido imposible para él el disparar abajo al recinto como se muestra en la película incluso si lo hubiese querido, lo que creo altamente improbable. El verdadero comandante del campo de Plaszow, Amon Goeth, sobre el que el personaje de la película se basa, vivió en la casa con su novia Ruth Kalder, con la que tenía un hijo. Ruth explicó que intentaron casarse pero fue imposible debido al caos durante los últimos meses de la guerra. Ella cambió su apellido y el del niño por Goeth tras la guerra con la ayuda del padre de Amon Goeth. Amon Goeth fue ahorcado después de la guerra por el gobierno polaco, principalmente por ser miembro del partido nazi y miembro de las SS, no por disparar a prisioneros.  

Ruth describe a Amon Goeth como un hombre culto, que tenía una excelente voz para el canto. Sí que es verdad que Goeth tuvo dos empleadas judías en su casa, seleccionadas en el campo pero no hay información alguna de que tuviese relaciones íntimas con ellas, ni que fuesen esclavas sexuales. Creo que esa historia fue añadida por Speilberg para darle más “salsa” a la historieta, y que crease un rechazo aún mayor entre los espectadores.

Otro ejemplo es la película “La Elección de Sophie”, realizada por otro director judío Alan J. Pakula. En esta película Sophie y sus dos niños pequeños son enviados a Auschwitz (este campo concretamente es el templo sagrado del Holocausto). Durante el proceso de “selección” (la “selección” es una de las estaciones al Calvario de la religión del Holocausto), tras su llegada al campo, un estereotipado malvado oficial nazi (supuestamente el Dr. J. Mengele), le dice a Sophie que ella sólo puede quedarse con uno de sus hijos y que el otro debe ir a la cámara de gas. Sophie es forzada a elegir con cual quedarse y cual debe ir a la cámara de gas. Esa es la “Selección de Sophie”. El malvado oficial nazi no da ninguna razón o explicación para que un niño muera o para forzarla a una decisión así. Con que sea un malvado oficial nazi es explicación suficiente, no hace falta más, ni entrar en más detalles.

Esta película estaba basada en la novela del escritor americano del sur de USA William Styron, que no tenía un conocimiento de primera mano de los campos. Auschwitz fue utilizado como base a un cuento que salió de su imaginación. Nada así pasó pasó en la vida real. Sin embargo, historias de malvados nazis como esta, desde hace mucho tiempo son habituales en Hollywood. Los espectadores están tan condicionados por estas majaderías que la ficción se ha convertido en la verdad en la mente del público. A todos nos han lavado el cerebro para aceptar cosas absurdas sin escepticismo. Los alemanes son malvados, por lo tanto hacen cosas malvadas. Fin de la historia. No hace falta más explicación. La lista de películas y ejemplos es interminable.

Sin embargo, Alemania no siempre había sido vista de esa manera o bajo esa luz. La imagen de Alemania como siniestra, rapaz, amante de la guerra empezó en el siglo XX. En el XIX, en contraste, Alemania se veía como un lugar de paz y cultura. El historiador británico Frederic William Maitland, describió la forma en que los ingleses veían a los alemanes en el XIX “es habitual y plausible el pintar a un alemán como un soñador, sentimental, mirando con sus ojos azules una nube de música, metafísica y humo de tabaco”

El pueblo alemán ha hecho grandes contribuciones durante la historia en cada esfera de logros culturales, intelectuales y científicos. En el campo de la música durante el siglo XVIII hubo genios como Bach, Hayden, Mozart, Beethoven, Schubert y Schumann por nombrar unos pocos. El genio musical continuó en el XIX con los Strauss y Richard Wagner. Hubo contribuciones muy importantes en la literatura por parte de Goethe y Schiller o los trabajos en historia de Ranke y Niebuhr, la filosofía de Kant y Hegel o las enormes contribuciones a la ciencia de Alexander von Humboldt y Konrad Roentgen. Son simples nombre de una lista inmensa. El sistema prusiano de educación superior y el florecimiento cultural que caracterizó a Prusia durante los años siguientes a las guerra napoleónicas, influyeron tanto en Europa como en America. Por ejemplo, el sistema americano de escuela pública así como las universidades fueron un modelo basado directamente en el sistema público y universitario de Prusia.

Alemania era admirada por el mundo como un centro de enseñanza y aprendizaje, por su elevada cultura y logros en todos los campos. Pero también por su honestidad, trabajo duro, orden y ahorro que existían incluso en los estamentos más bajos de su sociedad.

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