domingo, 1 de noviembre de 2020


NEGANDO

¡Vamos a imaginar!

Imaginemos a Hitler en el poder durante lustros, imbatible en un guerra que ganó y muriendo a finales de los años 50’s, siendo sustituido en el poder tras un gran funeral, por diferentes acólitos periódicamente y que supieron disolver los excesos del Führer. Imaginemos entonces un “SN” reformador que llega al poder en los 80’s y desmonta el sistema SN sólo para hacer caer del poder al III Reich, que casi se vino abajo solito por el  caos económico y político absolutamente podrido.

Imaginemos a una menguante “Federación Alemana”, sufriendo 10 años de convulsión antes de que un exoficial de las SS, llegue al poder, primero como Primer Ministro y luego como Presidente. En 15 años de liderazgo de este oficial, Alemania volvió a una estabilidad económica gracias, sobre todo, a una subida estratosférica del precio del carbón.

Lo soviéticos lo hicieron.

Podría ser algo desagradable dicho de forma suave, hasta incluso tolerable. Las SS, a pesar de sus cosas, atrajo gente ambiciosa como la carrera de éxito de ese Presidente en la división de espionaje exterior, lo que quiere decir que él no estaba manchado por los crímenes del pasado. Mejor una Alemania estable que caótica. Cualquier país grande tiene sus propios intereses en seguridad y los holandeses, checos, daneses y polacos pondrían a salvo su ganada independencia si se uniesen a ese Presidente SS en vez de insistir en las maldades SN.

Es lo mismo en Rusia con Putin. Sería un error acusar a los rusos actuales de los crímenes de la época de Stalin. Rusia no va a desaparecer y polacos, bálticos y otros no deberían de provocar al Kremlin sin necesidad. La NKVD y luego la KGB tuvieron una historia terrible, pero el papel de Putin parece completamente anodino en todo ello a pesar de que fue un agente soviético en la Alemania Oriental. Pero esa situación sólo se mantendrá si los líderes occidentales actuales no mostrasen interés alguno en las atrocidades de los soviéticos en países de detrás del telón de acero. Pero si ese Presidente SS, ese presidente putativo de una Alemania post-SN, empieza a jugar con la negación del Holocausto, todas las alarmas empezarían a sonar.

Vladimir Putin se acercó peligrosamente a todo esto en Rusia. Afirmó que el Pacto Ribbentrop-Molotov fue legal. No vio la necesidad de pedir perdón a las miles de víctimas del stalinismo de los países bálticos. Pero los medios rusos fueron más lejos y siguieron con la cantinela falsa de que los alemanes y no los soviéticos, fueron los que mataron a más de 22.000 oficiales polacos capturados en Katyn en 1940. Esa mentira de la época de Stalin, tragada pistola en mano en la Polonia de la post-guerra, agravó ese crimen aún más. Se enterró solemnemente en 1990 con el apoyo del Kremlin y admitiendo de soslayo que, como mucho, fue un acto de guerra que ya había prescrito, nada más

Las falsedades no están en revistas y medios fuera del sistema o de muy poca tirada. Los periódicos rusos como “Rossiiskaya Gazeta” o el de larga tirada “Komsomolkaya Pravda” y también la televisión, comenzaron con esta historia falsa y se siguió repitiendo incluso en  la popular “Nezavisimaya Gazeta, en su suplemento de fin de semana sobre temas militares. Y esto no vino en respuesta a una provocación polaca, pero sí en el momento en que el gobierno de Varsovia estuvo haciendo todo lo posible para calmar las relaciones con Moscú. 

Los medios rusos, al menos en teoría, pueden imprimir lo que quieran. Pero es difícil no concluir que este brote de revisionismo histórico pro-URSS venía, como mínimo, con la bendición tácita oficial. La mejor forma de disipar todo esto sería que el Kremlin y el ministro ruso de asuntos exteriores, apareciesen públicamente con una declaración diciendo que desde el lado oficial ruso, no debería existir ninguna duda de que la policía secreta soviética, NKVD, siguiendo órdenes directas de Beria y Stalin, llevó a cabo la masacre de Katyn. El no hacerlo nos sugiere un cinismo atroz y lo que es peor una simpatía nauseabunda por la NKVD y los perpetradores directos de ese crimen.

Parecía que todo iba a arreglarse entre Rusia y Polonia cuando una nueva catástrofe se abatió sobre Polonia el 10 de Abril de 2010, cuando el presidente polaco Lech Kaczynski, su esposa y parte del gabinete del gobierno murieron en un accidente aéreo, cuando se dirigían precisamente a celebrar el 70 aniversario de la matanza de Katyn. A día de hoy no se ha podido demostrar que fuese un atentado. 

A pesar de todo y la postura del Kremlin y del mismo Putin, hoy ya no hay dudas de que fue un crimen soviético.

4 comentarios:

  1. Señor Felipe Botaya, felicitaciones por este blog, me parece bastante interesante. He tenido la oportunidad de ver algunos de sus libros y tambien de observar algunas entrevistas que ha dado, su aporte e información que nos da me parece sumamente valiosa.

    En estos días he tratado de comunicarme con usted sin exito, no sé si me puede facilitar un correo electrónico o en su defecto que me pueda escribir a mi correo eletrónico personal y yo le respondería.

    Me considero un apasionado por la historia, y me gustaría entrevistarlo, pero los detalles solo se los puedo dar por correo. De antemano gracias, le escribe un seguidor de su trabajo.

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    2. Puede comunicarse conmigo al correo contactoglobal963@gmail.com

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  2. Lech Kaczynski y su gobierno no estaban en la onda del progresismo europeo y mostraban también un molesto activismo en contra de Rusia.
    La desgraciada casualidad del accidente llevó a un nuevo gobierno en Polonia mucho más en sintonía con la tecnocracia de Bruselas.
    Un obstáculo menos para el progreso...

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