En 1648 Bohdan Khmelnytsky, un cosaco líder, vio su tierra saqueada, su hijo asesinado y su mujer raptada por un noble de la zona. Este hecho llevó a Khmelnytsky y a sus compañeros cosacos a iniciar una rebelión contra los polacos. Se cree que Khmelnytsky no buscaba la independencia, pero así es como muchos ucranianos vieron la rebelión del cosaco. La revuelta fue muy popular en toda Ucrania, por ejemplo “toda la provincia de Kyiv se levantó por un hombre”. La rebelión llevó rápidamente a una limpieza étnica, donde la mayoría de los campesinos ucranianos quemó las residencias de los propietarios de las tierras y saquearon sus posesiones, matándoles y a todos los que tenían que ver con ellos. Desde luego, los nobles y propietarios no eran ucranianos, eran todos polacos o ucranianos tan polacos que podían ser polacos sin problemas. Los sacerdotes católicos y los judíos también fueron asesinados.
Los judíos en particular fueron el blanco de los rebeldes que al final se vieron capaces de vomitar todo su odio y frustración contra la opresión judía. Se cree que hasta un millón de personas fueron asesinadas o forzadas a marcharse de la región debido a la violencia. Cientos de miles de ellos eran judíos. También se cree que los judíos provocaron el odio tan especial entre la población por su explotación como recaudadores de todo tipos de impuestos y tasas y como vendedores deshonestos de productos de necesidad a precios exorbitantes.
La revuelta de Khmelnytsky duró nueve años y fue la razón principal del llamado período del “Diluvio” en la historia polaca. El recuerdo a Khmelnytsky es una mezcla en las mentes de los ucranianos que lo ensalzan como a un héroe o el condenan como a un traidor. Se le conoce como aliado de los tártaros de Crimea a los que dio libertad absoluta en buena parte de Ucrania, en busca de esclavos para venderlos en el mercado turco. Y quizás más importante, introdujo a Moscú en los asuntos ucranianos tras firmar el Tratado de Pereyaslav en 1654, en el cual los rusos interpretaban que los cosacos entablaban una alianza con ellos. Al final la revuelta vio como se partía el territorio cosaco entre Polonia y Moscú, que utilizó la insurrección cosaca como una oportunidad única para inmiscuirse en los asuntos polacos.
En lo que quedó de la ucrania polaca pronto regresó la vida al mismo nivel de antes de 1648. Esto incluía el sistema de gobierno. Lo polacos resucitaron su viejo sistema de gobierno en Ucrania, excepto que en esta ocasión el número de familias nobles con poder real fue limitado a un pequeño puñado que había sobrevivido a los juicios del “Diluvio” y que ahora estaban involucradas en luchas internas de poder. La huída de ucranianos hacia el este y el final de la influencia de los cosacos, hizo más fácil el imponer el catolicismo y para los nobles actuar de nuevo con impunidad. Esto quiso decir de nuevo, que los judíos volvieron a ser recaudadores de impuestos a los campesinos, también agentes de las tierras de los nobles, etc., y todo ello ante la consternación de los habitantes locales.
Durante el siglo XVIII ocurrió otra rebelión como resultado de las acciones del grupo de poder polaco y los judíos, llamada la “Rebelión de Haidamak”. Esta rebelión, de todas formas, fue una guerra de guerrillas, mientras que las grandes batallas fueron del tipo el Asedio de Uman en 1768, que acabó con la masacre de polacos y judíos en manos de los victoriosos “Cosacos de Haidamaky”. Los Haimadaky utilizaron territorio ruso como base de operaciones para lanzar sus ataques. La rebelión de Haidamaky acabó en 1769 cuando un grupo de Haidamaky penetró en territorio Otomano. Los turcos amenazaron con la guerra a Rusia y los rusos no sólo decidieron detener la ayuda a los rebeldes, sino ayudar a los polacos a aplastarlos. ¿Y cual fue la razón para que los Haidamaky cruzasen la frontera con Turquía? Estaban dando caza a un grupo de judíos.
Después de 1795, Polonia-Lituania dejó de existir, habiendo sido divididas por tercera y última vez por Prusia, Austria y Rusia. Sus territorios ucranianos fueron repartidos entre rusos y austríacos. La vida siguió igual que en siglos anteriores. Sin embargo, siguió habiendo algunas revueltas y violencia que tenía que ver con limpiezas étnicas, tanto en Austria como en la Ucrania rusa. En la zona austríaca, los poderes de la “Szlachta” se rompieron y pasaron a control de la realeza (a pesar de que la nobleza polaca continuó dirigiendo la zona). En 1781 en emperador austríaco José II terminó con la servidumbre y, a pesar de que algunos aspectos del mismo regresaron con su sucesor y los campesinos continuaron viviendo en la pobreza, éstos lo consideraron un gran avance. Se mostró a la monarquía como una fuerza efectiva que podía intervenir a favor de los ucranianos.
Tras 1848, la monarquía incluso llegó más lejos al promover activamente la conciencia nacional ucraniana, como una forma de contrarrestar el nacionalismo polaco. Ayudó también que la mayoría de ucranianos en Austria eran Unionistas y José II le dio a la Iglesia Unionista los mismos derechos que a los católicos y que incluso los polacos no le habían dado. Sin embargo, en 1846 ocurrió un corto conato de violencia parecido a los de los Cosacos y Haidamak, que tenía como objetivo a los polacos y no al gobierno austríaco (que reaccionó aboliendo finalmente la servidumbre). Y para los odiados judíos, José II quiso asimilarlos y les hizo útiles para el servicio militar, se deshizo de su sistema de gobierno separado, les hizo pagar los mismos impuestos que todos los demás y aplicó el alemán en vez del Yiddish. Se mantuvieron las restricciones de movimiento y posibilidades de trabajar en ciertas profesiones. Parecía que el llamado “problema judío” se había resuelto por una política liberal de integración, combinada con mecanismos de igualdad de oportunidades para todos.
En la zona rusa, el compartir la iglesia ortodoxa por parte de rusos y ucranianos ayudó mucho y provocó la destrucción del sistema de la “Szlachta”. De toda formas, la servidumbre continuo con fuerza hasta la década de 1860, y el poder de los cosacos en Rusia fue destruido en la Gran Guerra del Norte (1700 a 1721). Los rusos confiaban en la autocracia para mantener en línea a todos e incrementando la rusificación. Esto causó el resentimiento, pero no llevó a una rebelión. Sin duda también ayudó que los rusos parecía que había resuelto el problema judío. Como en Austria, los judíos perdieron mucho de su antiguo poder y de su sistema separado de gobierno. También hubo restricciones para que pudiesen asentarse los judíos. Bajo la égida rusa, la judería fue mantenida bajo control al principio, pero también volvieron a surgir los mismos problemas aunque de una forma menos violenta y dramática. La llamada “Zona de Asentamiento”, donde la gran mayoría de judíos podían vivir legalmente, estaba situada en su mayor parte en Ucrania y fue ahí donde se ocurrirían los “progroms” que se han exagerado muchísimo, a finales del siglo XIX.
En ambos casos debe decirse que el mando extranjero fue tolerado, pero no totalmente aceptado. Tan pronto como el imperio empezó a caer, los ucranianos rápidamente declararon la independencia. Incluso en las tierras de los Habsburgo, donde como he explicado antes, había mucha más autonomía cultural. El multiculturalismo fracasó en Polonia-Lituania, al igual que más tarde en Austria-Hungría y claramente a lo largo de la historia. El caso polaco es especialmente interesante ya que se nos ha vendido siempre como un gran estado multicultural, donde los grupos disparatados vivían en paz y armonía. La realidad es muy diferente concretamente cuando se trata de las porciones de Ucrania.
Es interesante analizar el comportamiento del grupo de poder no judío. Entonces como ahora, solo miraron a todo aquello que les pudiese beneficiar y cortaron cualquier ligazón que tuviesen con el pueblo. La diferencia principal entre la Ucrania polaca y la situación de occidente hoy es que los que de verdad mandan (no son una élite, no nos confundamos), eran y son de una étnia extranjera. Y hablando de forma general, nuestro grupo de poder, es étnicamente como la mayoría de nosotros. Podemos ver conexiones similares en la actualidad y de nuevo en detrimento de la mayoría. Es también interesante resaltar que el multiculturalismo fracasó en una gente que en la actualidad son sus máximos promotores: la judería.
Otro punto a considerar es cómo pudo haber tantas matanzas y violencia entre no sólo los ucranianos y los judíos, sino también entre los ucranianos y los polacos. Estos dos últimos son eslavos, ambos son cristianos. Es una pregunta de difícil respuesta. Pero algo está muy claro, los que abogan por estados multirraciales son increíblemente cortos de miras ya que parecen ignorar los muchos casos de violencia inter-racial y esperan de forma bobalicona (o no...), que esa sociedad inter-racial funcione fina como un reloj suizo.
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