Tras Pearl Harbor y la declaración de guerra alemana, los USA tuvieron que apostar por el éxito del Ejército Rojo. Esto, sin embargo, no justificaba la política de apaciguamiento y tragaderas que siguió a las conferencias de Teherán y Yalta.
Cuando miro mucho más atrás, antes de que las manos USA estuviesen atadas diplomáticamente por involucrarse en el conflicto, no había realmente ninguna obligación moral o política de los USA u otras potencias occidentales, en defender a la URSS contra posibles ataques de Alemania y Japón. La forma más esperanzadora de capear la amenaza totalitaria hubiese sido, para las potencias occidentales, el haber mantenido una política de no inmiscuirse.
En ese caso, los dos regímenes totalitarios se hubiesen peleado hasta el fondo. Pero los defensores de esa política elemental de sentido común, fueron acusados de apaciguadores, simpatizantes fascistas y mucho más. Las repetidas indicaciones de que las ambiciones de Hitler eran continentales y no más allá, que él deseaba e intentaba un movimiento hacia el Este, no hacia el Oeste, fueron desestimadas. Incluso después de lo que el general Deane llamó “la extraña alianza” y que ya había concluido, aún había margen de maniobra. Los USA, podían haberse distanciado de Stalin como Stalin hizo con los USA. Hay pruebas suficientes de que las posibilidades de negociar una paz razonable con un gobierno no-nazi alemán, hubiesen justificado el intentarlo, pero la formula de la “rendición incondicional” lo hacía imposible.
Con un optimismo ciego que ahora nos puede parecer sorprendente y fantástico, los hombres responsables de conducir la política exterior USA apostaron todo a la creencia imposible de que el gobierno soviético sería cooperativo en un mundo pos-guerra ideal. El publicista Randolph Bourne, un caústico y afilado crítico de la participación USA en la I Guerra Mundial, dijo que esa guerra era como un elefante… llevaba al jinete a donde el elefante deseaba ir, no a donde el jinete deseaba ir. Era un buen reflejo de la situación.
Hace ya mucho que la guerra terminó. Tenemos una perspectiva histórica objetiva, independientemente de nuestros pensamientos personales. Y la frase “Estamos luchando para que no tengamos que vivir en un mundo totalitario”, deja en evidencia su futilidad trágica y absoluta. ¿En qué tipo de mundo vivimos hoy? Creo que muy diferente al mundo que hubiésemos tenido si la cruzada no se hubiese llevado a cabo, si a Hitler se le hubiese permitido ir hacia el Este, si Alemania hubiese dominado la Europa del Este y Japón Asia del Este. Ya no hay una atmósfera de “esto es de dónde venimos”, una reminiscencia de una época donde había especulaciones incómodas de dónde habría un nuevo movimiento expansionista. Pero sí, los USA han sido expansionistas, lo fue también la URSS y hoy China es el nuevo poder expansionista dificilísimo de controlar. Vean África o los millones de chinos ya instalados en occidente, subvencionados por Pekín y sin limitación alguna en nuestros países. Traten de hacer eso en China...
No estoy blanqueando a los USA, pero la diferencia después de la guerra fue que la URSS reemplazó a Berlín y Tokio. Hubo un solo centro de agresión dinámica en vez de dos, con la concentración de poder en ese único centro, que sobrepasaba de largo la combinación alemana-japonesa. Y por dos razones esa diferencia fue a peor, no a mejor. Primero, uno puede contar las gritas y conflictos de interés entre Alemania y Japón, pero que fueron muy difíciles de aparecer en el imperio centralizado de Stalin. Segundo, la expansión soviética fue ayudada por sus casi inagotables recursos propagandísticos, que nunca fueron igualados por alemanes o japoneses. Y toda una red clientelar de académicos, filosofos, intelectuales en universidades USA y Europa que daban soporte al marxismo. Todo el esfuerzo y éxito soviético de redes de espionaje en USA y Canadá es sobradamente conocido.
Ante ello, ¿cómo se sostienen esos ideales frecuentemente invocados por los partidarios de la Segunda Cruzada? Y ¿qué hay de la frase de Cordell Hull “los procesos ordenados en las relaciones internacionales” o de paz y seguridad internacional en general? ¿La carrera armamentística demostró y aún demuestra sobradamente, nuestra confianza en una era de paz y buenos sentimientos. Desde luego, no fue un buen resultado para Occidente.
Como dice el dicho “el fruto cosechado con las semillas de la ilusión, siempre es amargo”
Bueno, como ya se ha dicho, los All-lies estaban perfectamente de acuerdo en una cosa: el enemigo era el III Reich, el resto era secundario:
ResponderEliminarhttps://en.wikipedia.org/wiki/Europe_first
Esta estrategia resultaba incomprensible al ciudadano medio americano y a muchos militares, pero tenía todo el sentido del mundo si sabes que Alemania es un peligro para la correcta marcha del mundo y además sabes que están trabajando en lo mismo que tú: energía procedente del Uranio, algo que no preocupaba tanto en el ámbito japonés.
Un saludo.
Felipe en uno de tus articulos decias que stalin realmente tuvo un amigo , un general si no recuerdo mal , como se llamaba?
ResponderEliminarHola DG, muchas gracias y totalmente de acuerdo con tus opiniones!
ResponderEliminarHola Anónimo, no recuerdo que Stalin tuviese algún amigo, aunque no puedo descartarlo. Si lo sé o lo encuentro te lo digo rápido. No te preocuoes.
Saludosm¡, Felipe Botaya