jueves, 22 de septiembre de 2016

LA REVOLUCIÓN BOLCHEVIQUE (y 3)


Yo creo que Baberowski piensa que el sadismo muestra una “indiferencia emocional” hacia los sentimientos de los demás y por ello la imposibilidad de empatizar, pero quizá con Stalin es al contrario. Nadie siente placer por torturar a una piedra, por ello el punto álgido del sadismo es ver a otra persona, alguien como nosotros, retorcerse mientras agoniza. Por ejemplo, el narrador de la novela de Dostoyeski “La Casa de los Muertos”, una novela basada en su experiencia en un campo de prisioneros, describe la “emoción” experimentada por los sádicos guardianes como una sensación “de dominio ilimitado del cuerpo, sangre y alma de alguien hecho de la misma pasta que yo, un hermano según la ley de Cristo”.

 
Llevando a cabo las purgas en el Caucaso, al esbirro de Stalin, Babirov, le gustaba tener a gente siendo torturada en su presencia, y el mismo Stalin le explicó a Kamenev que su “gran placer” era “elegir a una víctima, llevar a cabo la venganza adecuada y luego irse a dormir”. La verdad y a pesar de Baberowski, eso no me suena a “indiferencia”.
 
Si se busca el núcleo argumental del libro de Baberowski, y es una auténtica sorpresa, ninguno de los que parece en sus páginas puede ser culpado de marxista-leninista. Lo creamos o no, diciendo esto el autor no trata de disculpar al marxismo. Baberowski cree que no hay ideas que motiven la violencia “Para los hombres violentos, las ideas son solo formas de legitimizar su placer por el asesinato sobre esos para los que la violencia no es una forma natural de acción. Ni Stalin, ni Yezhov se guiaban por el marxismo o sus promesas cuando arrestaban, torturaban o mataban a la gente. No tiene nada que ver con los escritos del Marxismo europeo”.
 
Entonces surge la pregunta lógica ¿Entonces, cual fue la causa de estas matanzas?. Baberowski ofrece varias explicaciones incompatibles, entre las cuales está la de Stalin y su cultura basada en “violencia de hombres” y una celebración de “bandas de ladrones”, junto a una ética de lealtad y honor que se parece mucho a la mafia “Alguien desleal que haya perdido su honor, porque la deslealtad era una traición del principio más importante de todos, la sólida amistad entre hombres... La hermandad y la alianza de lealtad se convirtieron en los ideales del orden Stalinista”. El autor insiste repetidamente de que si había algo que no se podía mantener bajo el Stalinismo, esto era la lealtad. Incluso entre los miembros del Politburó, cada uno estaba preparado para denunciar a su mejor amigo. De hecho, esta desconfianza era vista como algo positivo. Esto me recuerda a uno de los extraordinarios carteles propagandísticos de la excelente película distópica “Brazil”: LA SOSPECHA GENERA CONFIANZA”.
 
Baberowski nos dice que todos los buenos comunistas necesitaban denunciar a sus vecinos. “Debemos saber que todos nos convertimos en agentes de la Cheka” escribe. En todas las escuelas de la URSS se incitaba a los niños a imitar a Pavel Morozov, un niño que denunció a sus propios padres. La teoría del “Código de Honor de la Mafia”, contradice la violencia enfermiza de Stalin. La violencia entre los hombres y las bandas criminales han existido siempre durante la historia de la humanidad, pero lo que sucedió bajo los regímenes de Stalin, Mao y Pol-Pot, fue completamente diferente de lo que se había vivido antes. Los mafiosos no hacen matanzas aleatorias entre la gente con la que viven, es malo para su negocio. Las bandas de ladrones no levantan campos de trabajo o matan de forma sistemática y masivamente de hambre a la gente. Seguro que existe algo más que el autor no explica.
 
Solzhenitsyn toma el camino opuesto. La ideología hace toda la diferencia. Y se pregunta, ¿por qué Macbeth y otros villanos de Shakespeare, mataban sólo a una pocas personas, mientras Lenin y Stalin mataron a millones?. La respuesta es que esos villanos de la literatura “no tenían ideología”. La ideología es lo que da al malvado la firmeza y la determinación. Es la teoría social la que le ayuda a convertir sus actos en algo bueno en vez de malo para sí mismo y para los demás. Por ello, no escuchará reproches sino que recibirá honores y alabanzas. Y como consecuencia de este principio, para entender las atrocidades del comunismo, debemos ver su ideología.
 
De entrada, el marxismo soviético rechaza el concepto de derechos humanos. La ideología leninista le enseña a uno a pensar en términos de clase, no de humanidad. Y el origen de clase es algo que uno no elige. La gente que nacía de familias burguesas, nobles o kulaks, no tenía derecho a la vida. Contrariamente a lo de que presumen los liberales, la ética soviética le enseñaba a uno a superar, no fomentar, la simpatía natural por el sufrimiento de los demás, lo que podría hacer que uno dudase de matar un enemigo de clase. En Noviembre de 1918, Félix Dzerzhinsky, fundador de la Cheka, publicó un artículo en el periódico “Terror Rojo”, en el cual instruía: “Nosotros no llevamos a cabo una guerra contra el individuo. Estamos exterminando a los burgueses como clase. Durante la investigación, no buscamos pruebas de que el acusado haya actuado o dicho algo contra el poder soviético. La primeras preguntas que debemos plantearnos son: ¿A qué clase pertenece? ¿Cual es su origen? ¿Cual su educación o profesión? Y estas preguntas deben determinar la suerte del acusado”. Había poco recorrido para extender la noción de “enemigo de clase” a “pueblo enemigo”, como los cosacos, chechénos o tártaros de Crimea.
 
Y tampoco era menos importante lo que se entendía por moralidad en el Leninismo. teniendo en cuenta que el partido era un agente de la historia en sí mismo, no nos equivoquemos, por ello cualquier cosa que el partido hacía era moralmente correcta por definición. Lenin declaró que “La moralidad está enteramente subordinada a la lucha de clases y al proletariado”. En el 13 Congreso del Partido en 1924, Trotsky explicó “Camaradas, ninguno de nosotros desea o es capaz de estar en contra del partido. El partido en el último análisis siempre tiene la razón, porque el partido es el único instrumento histórico que tiene el proletariado para la solución de sus problemas básicos. Yo sé que uno no puede estar en contra del partido. Sólo es posible estar de acuerdo con el partido que ha sido creado para la realización de lo que es correcto”.
 
Por la misma lógica, la verdad es lo que el partido dice que es. Gregory Pyatakov, que fue dos veces expulsado del partido y eventualmente asesinado, escribió que un verdadero bolchevique está “preparado para creer (no simplemente afirmar), que el negro es blanco y que el blanco es negro, si el partido lo pide”. Recordemos que en la novela distópica 1984, O’Brien proclama como doctrina que “2 + 2 es 5 si el partido lo dice y le llama “solipsismo colectivo”. ¿No es curioso que esos que rechazan los derechos humanos, tratan a la gente en términos de grupos amigos o enemigos, no tengan límites morales cuando actúan?
 
La idea que la verdad y la moralidad son simplemente lo que el poder dice que son, es desde luego, también un principio clave de muchas corrientes post-modernas. La sociedad más y más nos enseña ver a los demás en términos de grupos buenos y malos. Nadie parece más lleno de odio que esos que lo descubren en otros. ¿Puede ser más simple de lo que parece la respuesta a la pregunta de Courtois? ¿Quizá la razón por la que los intelectuales generalmente hablan pestes de los políticos actuales y no de Stalin, es que una parte sustancial de ellos prefieren el Stalinismo?
 
Hoy uno escucha que los neurocientíficos serán pronto capaces de leer los pensamientos desde fuera. ¿Qué hubiese hecho Stalin con esa tecnología? Quizá mi rechazo al comunismo me hace subjetivo en mi juicio, pero cada vez que veo lo que la ciencia desarrolla y lleva hasta la sociedad, me temo que un siglo después de la Revolución Bolchevique, una tiranía mucho peor que la de Stalin viene a paso de carga.

2 comentarios:

  1. al menos parece que europa está reaccionando a esa tiranía,a ese mundo decadente y multicultrural que se nos quiere imponer... Por cierto ,muy buenos estos últimos tres posts.. un saludo

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