Durante este verano y entre otras actividades interesantes, he leído el libro “The Gestapo: The Myth and Reality of Hitler's Secret Police” de Frank McDonough, editorial Hodder and Stoughton, Londres, 2015. El Dr. Frank McDonough, es profesor de Historia Internacional en la Liverpool John Moores University y se puede decir sin temor a equívoco que no es ningún defensor del régimen de Hitler o algo remotamente ligado a ese período en Alemania. Creo que el Dr. McDonough sigue la tradición clásica de los grandes historiadores británicos, donde se puede encontrar un equilibrio correcto entre objetividad, datos, situaciones y exposición clara y directa de los acontecimientos. De todas formas y eso demuestra su buen hacer, el Dr. McDonough concluye con algo que resulta sorprendente y que rompe ideas preconcebidas sobre la Gestapo en Alemania.
Tras haberse preguntado por la vileza asumida por todos sobre la Gestapo, termina lamentándose cómo la Gestapo pudo escabullirse tan fácilmente tras la guerra... El Dr. McDonough a través de documentos originales nos dice que la Gestapo fue una fuerza de policía eficaz, pequeña en número y no un supuesto terror omnipresente de un estado basado supuestamente también en el terror. La Gestapo era muy escrupulosa a todos los niveles con hechos y exactitud en los datos, focalizándose en el reclutamiento de graduados universitarios, particularmente a nivel de doctorado, mientras mantenían los servicios de muchos no-nazis del régimen de Weimar, que eran policías de carrera. Llegaban rápido a conclusiones basadas en una investigación objetiva y rechazando rápido también muchas acusaciones que les planteaban sin base sólida.
El libro abre su exposición con el “primer predicador Evangélico Protestante muerto por desafiar el régimen nazi por motivos religiosos”, Paul Schneider, en Buchenwald en 1939. Se le encarceló allí en 1937, tras haber sido avisado en varias ocasiones sobre su crítica sobre el régimen, incluyendo su ridiculización del mártir de las SA Horst Wessel. Fue liberado por la presión de sus feligreses. Cuando murió, unos 200 sacerdotes locales y una multitud de feligreses asistieron a su funeral. Viendo esto, uno puede preguntarse varias cosas como hace el Dr. McDonough: ¿Por qué ese estado monstruoso no eliminó a Schneider en 1933, cuando empezó a criticar al régimen? ¿Por qué se le dieron tantos avisos? ¿Por que un supuesto régimen de terror aceptó la presión de sus feligreses? ¿Por qué recibió un funeral público popular, cuando podía haber sido ejecutado silenciosamente y dar públicamente cualquier pretexto oficial?
Según McDonough, a pesar de "que la imagen popular y de la historiografía oficial del régimen nazi como aquel que todos seguían a Hitler y de que sufrían un lavado de cerebro, así como que la Gestapo era una “organización enorme con agentes en todos sitios", en realidad cualquier persona que aceptase y apoyase el régimen disfrutaba de una enorme libertad individual. El régimen de Hitler era inmensamente popular. Una vez uno apreciaba este factor esencial, empezaba a entender la realidad de la vida dentro de la Alemania del Führer”. En 1969 el autor Martin Broszat en su libro “Hitler State”, se cuestionaba la imagen del estado nazi y denominaba a Hitler como un “dictador blando”, que presidía muchas facciones. El estudio de 6 volúmenes bajo su dirección “Bavaria in the National Socialist Era”, y examinando la resistencia al mandato nazi, concluye que el régimen no era totalitario como se asume y que “había mucha mayor libertad para criticar”.
El historiador alemán Reinhardt Mann examinó los archivos de la Gestapo de Düsseldorf y descubrió que el aparato policial no era omnipresente, que la organización era muy pequeña. En la Gestapo no eran “nazis brutales y comprometidos ideológicamente”, sino generalmente detectives veteranos. El análisis de Mann, nos dice McDonough, fue la base de lo que se conoce como la “interpretación revisionista” de la Gestapo. El historiador norteamericano Robert Gellately mostró en su libro de 1990 “The Gestapo and German Society”, que la Gestapo tenía el apoyo público y que no fue nunca una amenaza para los ciudadanos respetuosos con la ley en la Alemania de Hitler”. El también historiador norteamericano Eric Johnson en su libro de 1999 “The Nazi Terror”, basado en archivos judiciales desde Colonia hasta Krefeld y entrevistas, mostraba que los alemanes fueron tratados con “guantes de seda” y que la mayoría de los ciudadanos no temían a la Gestapo”. Difiere de Gellately al considerar a los oficiales de la Gestapo como más proactivos y brutales. Mientras estos análisis y estudios se limitaban a algunas localidades, McDonough trabajó un estudio más amplio en los archivos de la Gestapo.
Como toda policía, la Gestapo confiaba en la gente para la información sobre los enemigos del estado. La asunción generalizada de que denunciar a alguien en la Gestapo quería decir torturas o campos de concentración es errónea. La Gestapo dedicaba una “enorme cantidad de tiempo en los casos y muchos acababan liberados sin cargos o sorprendentemente con un castigo indulgente”. La duración máxima para prisión preventiva era de 21 días, pero la Gestapo trataba de resolver los casos antes de ese plazo. El soltar a alguien en prisión preventiva “era la norma, no la excepción”. McDonough nos dice que la Gestapo siguió “criterios legales muy estrictos”. La Gestapo tenía mucha autonomía dentro de su propia estructura. Algunos casos que tenían pena de muerte “eran en muchas ocasiones liberados sin cargos”, mientras otros que parecían triviales recibían un castigo duro. Todos los casos se investigaban profundamente.
El historiador también entra en los orígenes de la Gestapo, y alude a que Alemania siempre tuvo una larga tradición de “espionaje político”. Menciona las acciones de Ludwig de Baviera que tenía los subversivos de las cervecerías debidamente espiados en 1848 y la creación de la policía política en Prusia en 1871. De todas formas no era una manía específica de Alemania o de Prusia. Adam Zamoyski nos muestra que espiar a los subversivos, con especial énfasis en los masones y otras sociedades secretas, alcanzó niveles obsesivos tras las guerras con la Francia jacobina y napoleónica, solicitada por la Austria de Metternich. La policía política y vigilancia de la Alemania de Hitler, parece infantil en comparación con la red de informadores, espías y “abre-cartas” de las estafetas de correos en Alemania, Austro-Hungría, Rusia e Inglaterra durante el siglo XIX. La Gestapo surgió de lo que el partido socialista-nacional heredó de Prusia, un aparato de policía que antes de 1933 había controlado al partido nazi y llevó a cabo 40.000 persecuciones contra los nazis en ese estado.
La omnipresencia de la Gestapo es otro mito. En 1933 empezó con 1.000 empleados. Hacia el final de la guerra tenía 32.000, incluyendo toda la estructura administrativa (La RDA tenia a 180.000 en la Stasi... y era sólo media Alemania...). Las ciudades y pueblos tenían claramente un déficit de estructura policial secreta. Por ejemplo Colonia en 1942 tenía 69 oficiales. El director de la Gestapo, Heinrich Müller (llamado “Gestapo Müller”), era un policía de carrera durante las eras del Kaiser Guillermo y la República de Weimar. No se unió al partido Socialista Nacional hasta 1939. Todos los jefes de sección en Berlín eran también policías de carrera y muchos graduados universitarios. Sólo uno era miembro del partido antes de 1933. Los métodos utilizados eran los mismos que los de la policía criminal regular. Sin embargo, “se ampliaron las técnicas de interrogación”. También estaba la SD (servicio de seguridad), que McDonough relaciona con los asesinatos móviles en el Este. Los restantes jefes regionales eran en su mayoría policías de carrera, con carrera universitaria y muchos doctorados, como he dicho anteriormente.
“Los altos mandos de la Gestapo parecían estar en una reunión académica más que la sala de un departamento de policía”. A finales de los años 30, una carrera universitaria especialmente en leyes, era considerada como más importante que la experiencia policial. Los oficiales de “rango y archivo” eran policía de carácter regular, que incluso en Nurenberg y bajo la desnazificación, fueron mayoritariamente exonerados de “crímenes contra la humanidad”. Fueron capaces de demostrar que se comportaban por sí mismos de una forma profesional y eficiente.
NO dudo que no serían tan salvajes como nos los pinta Jolibud, pero seguro que tampoco eran una ONG y por supuesto los "buenos ciudadanos" no tenían nada que temer, ni aquí ahora; pero aquí y ahora cuando se decide que has dejado de ser un buen ciudadano, ya sea por quejarte del banco que te roba o del jefe que no te paga, pueden hacerte autenticas barbaridades, cuando más hace 80 años en un estado que aquí se dice que no era totalitario... y en clima de preguerra.
ResponderEliminarEn fin, serán mis prejuicios contra las fuerzas de seguridad del estado, que tampoco se ofenda nadie.
Un saludo.
Esto sí que es totalitario:
Eliminarhttp://es.metapedia.org/wiki/Librer%C3%ADa_Europa
Esto sí que es totalitario:
Eliminarhttp://es.metapedia.org/wiki/Librer%C3%ADa_Europa
Incréible lo de Librería Europa.
EliminarY todo por vender libros o dar conferencias desde otro punto de vista.
¡Viva la libertad de expresión!
Hola Piedra, gracias por participar. Entiendo tus dudas, son lógicas, pero la Gestapo no eran las monjas ursulinas es evidente pero no eran lo que pinta Hollywood.
ResponderEliminarTampoco son ursulinas las fuerzas policíacas de nuestras democracias y las leyes que siguen.
Una abrazo, Felipe Botaya
Las fuerzas policiales democraticas y las extra oficiales... jajaja
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy buen artículo Felipe, cada artículo es una obra de estudió, he hecho un vídeo sobre los museos con temática Nacional Socialista, y curiosamente hablaba de la sede de la Gestapo en Berlín, ahora Museo propagandístico de los vencedores, llamándolo Topografía del Terror, por su título sobran las palabras
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