martes, 2 de abril de 2019

KASSERINA


El “Afrika Korps” y su responsable Erwin Rommel, son de las fuerzas alemanas de la II Guerra Mundial más apreciadas a nivel general. Se puede hablar de ellos con una cierta libertad sin levantar tanto las habituales sospechas como si lo haces sobre otras unidades en otros frentes. La historia es fascinante en cómo Rommel logra que la 15 y la 21 divisiones panzer, infantería, varios regimientos de artillería y otras tropas de apoyo, lleguen muy cerca del El Cairo, con la idea final de llegar hasta el Caspio y unirse a grupo de Ejércitos Sur en Rusia, en una pinza gigantesca. No fue posible por varias razones que ahora no vienen al caso.

Lo cierto es que la retirada del “Afrika Korps” hasta Túnez y la llegada de tropas de refresco y los nuevos carros Tigre, coincide con los primeros combates con tropas americanas en territorio africano. Todo ello en el Norte de África y en el Invierno de 1943. Los soldados americanos tenían una sensación de superioridad evidente mientras se preparaban para la batalla contra los alemanes. Era lógico, la guerra no les había ido tan mal hasta ese momento. Estaban bien alimentados, bien pagados y bien equipados, especialmente si se les compara con sus desgastados y envidiosos aliados británicos. Incluso mejor, su bautismo de fuego había sido desembarcar en Argelia y Marruecos en Noviembre de 1942, donde los defensores fueron los desmotivados soldados del Gobierno de Vichy de Petain, que se rindieron enseguida. Quizás no iba a ser tan difícil ganar a Hitler después de todo...
 
Los soldados americanos deberían haber recordado los que los ingleses aprendieron de la forma más dura: nunca subestimes a los alemanes. Pronto, Rommel, con el apodo admirativo de los ingleses como el “Zorro del Desierto”, les enseñaría una lección a los gringos sobre el arte de la guerra, en el polvoriento desfiladero llamado el Paso de Kasserina. Quizás se podría perdonar a los americanos el ser un poco soberbios. Los  legendarios golpes audaces de Rommel acabaron en el Alamein en Noviembre de 1942. Perseguido por el 8º Ejército del Mariscal de Campo Bernard Montgomery, Rommel abandonó a su carne de cañón italiana y se retiró unos 800 km a lo largo de la costa del Norte de África desde Egipto hasta Túnez.
 
Durante casi dos años, los ejércitos británico y alemán en África habían llegado a una cierta rutina: los británicos atacaban y dejaban atrás sus suministros, los alemanes se retiraban hasta sus bases y contraatacaban, los ingleses se retiraban y contraatacaban y así continuamente. Esta vez era diferente. Mientras que el 8º Ejército perseguía con cautela a Rommel desde el Este, el 1er Ejército Británico y el II Cuerpo USA desembarcaron en Argelia y Marruecos, como he comentado más arriba, en el Oeste con el Mediterráneo como barrera. Esto quería decir que Rommel estaba siendo apretado desde dos frentes, es decir, entre la pinza aliada y el mar.
 
Pero un “zorro” atrapado no es menos peligroso. El avance aliado perdió en su “Carrera a Túnez”, donde ambos bandos querían el control del vital puerto que sostenía la logística del Eje en África. Como he dicho los aliados perdieron la carrera debido a graves problemas por la lluvia y el barro, un mando y un control fatal y la superioridad aérea alemana. La Luftwaffe operaba desde aeródromos tunecinos asfaltados, mientras que los aviones aliados se hundieron en pistas que parecían pantanos sucios y barrizales. Con todo ello, un buen jefe militar hubiese intentado evacuar a sus tropas para luchar en otro momento ya que Hitler estaba dispuesto al sacrificio para mantener la cabeza de puente, en la creencia (no del todo ilógica), que era mejor tener a los aliados luchando en tierra africana que entrando en tromba en Europa.
 
Para incrementar a los 50.000 hombres entre alemanes e italianos del Panzerarmee Afrika de Rommel, se enviaron a 112.000 soldados alemanes, así como más tanques, incluyendo un batallón de Tigres, aviones y suministros. Pronto el 5º Ejército Panzer, se unió al Panzerarmee Afrika de Rommel. Justo un año antes, todas estas tropas hubiesen podido haber llevado a los alemanes hasta Oriente Medio, que era el plan inicial. En este momento Hitler estaba comprando tiempo para lograr un milagro. Túnez estaba protegido en el Oeste por las montañas del Atlas, que se cruzaban por varios pasos, entre ellos el de Kasserina. Los aliados estuvieron a punto de atravesar el Atlas, hasta ser detenidos por los panzers y los Stuka. Para el Teniente General Dwight Eisenhower, el comandante supremo del Mediterráneo que dos años antes era un simple coronel en el Pentágono, este fue su bautismo de fuego. No sólo dirigía a 500.000 hombres, sino que también debía mantener la paz entre su colección de generales americanos, ingleses y franceses. Eisenhower decidió parar y reagrupar y avanzar más adelante.
 
El enemigo decidió no esperar. Fiel a su tradición de escoger la ofensiva sobre la defensa, los alemanes planificaron atacar primero. Al igual que los aliados, había tensión entre Rommel y el comandante del 5º Ejército Panzer, el general Hans-Jurgen von Arnim, que era más cauteloso. Pero el plan convirtió un asedio en una ventaja: los ejércitos aliados al Este y al Oeste estaban separados por la cabeza de puente de Túnez, lo que daba al Eje la oportunidad de concentrase en un ala de los aliados y luego sobre la otra. Mientras el 8º Ejército de Montgomery tuvo que mantenerse en sus posiciones por la línea de defensa  alemana de Mareth, las fuerzas de asalto centradas alrededor de la 10ª y la 21ª Divisiones Panzer, golpearían a los americanos en los pasos de Kasserine y Sbiba.
 
Los aliados no lo podía haber puesto más fácil. El caótico avance había dejado a las  columnas de americanos, británicos y franceses dispersadas y desorganizadas. Incluso peor, el II Cuerpo USA, estaba comandado por el Teniente General Lloyd Fredendall, uno de los peores generales americanos. Tengamos en cuenta, como ejemplo de su forma de actuar y tal como explica el historiador Martin Blumenson, el puesto de mando de Fredendall estaba situado a más de 100 km detrás del frente: “Los comandantes normalmente trataban de establecer sus cuarteles generales cerca de una carretera, adyacente a una red de comunicación y lo suficientemente cerca de las unidades de combate para poder aproximarse y ver sobre el terreno la situación. Fredendall estaba lejos del frente, lejos del alcance de los cañones, en un barranco al que sólo se podía acceder por una carretera construida por su propio cuerpo de ingenieros. Tuvo a 200 ingenieros y soldados trabajando durante más de tres semanas en este proyecto, construyendo refugios cavados con explosiones para él y sus mandos. Todo fue abandonado ante la amenaza alemana en Kasserina”.
 
Con palabras de hoy, se puede decir que Fredendall era un microdirectivo, que colocaba a sus batallones sin tener en cuenta las decisiones de sus subordinados en el lugar de combate. Quizás sobre un mapa tiene sentido el fortificar los llanuras y colinas tunecinas hasta convertirlos en puntos de defensa. Pero las cimas de las colinas estaban muy alejadas entre si para ayudarse y no podían detener la enemigo de sus infiltraciones a través de los valles. No ayudó que Fredendall discutiese continuamente con el general británico Kenneth Anderson, comandante del 8º Ejército. También a las tropas de Fredendall tenía una carencia y no era coraje, sino en que el conocimiento militar viene de la manera más dura y difícil. La División de Infantería 34 por ejemplo, estaba compuesta por hombres de la Guardia Nacional, que carecían de la preparación física y las habilidades básicas de cualquier soldado como la lectura y comprensión de mapas.
 
Los americanos desplegaban campos de minas frente a sus propias posiciones, marcadas con banderines con lo que sus tropas no pasaban sobre ese campo. Los alemanes apreciaron muchísimo esa amabilidad. También fueron inadecuadas las comunicaciones, el mando y el control. Con respecto al equipo, el tanque Sherman M-4, era un vehículo correcto a principios de 1943, mientras que los semi-orugas que montaban cañones anti-tanque eran vulnerables. Cuando el general Omar Bradley le preguntó a un soldado raso si los proyectiles de las ametralladoras alemanas podían penetrar el débil blindaje de los semi-orugas M-3 de transporte de tropas, la respuesta fue “No, señor, simplemente entran a través de la pared y campanean por dentro durante un rato”.
 
Kasserina fue una serie de batallas perdidas. Las primeras víctimas fueron los franceses de la Francia Libre que, con pocas armas y anticuadas, fueron lanzados al Paso de Faid el 30 de Enero. La respuesta blindada USA fue destrozada por los cañones anti-tanque alemanes. Envalontenado, Rommel urgió a un ataque masivo, dirigido por él mismo. 

Afortunadamente, para los aliados, los alemanes optaron por dos ataques separados, uno lanzado por Von Arnim y el otro por Rommel, que fallaron en su apoyo del uno al otro. El 14 de Febrero, Von Arnim atacó Sidi Bou Zid, en la Operación Frühlingswind (Viento de Primavera). La División de Infantería USA 34, había fortificado 3 colinas, muy alejadas entre si para apoyarse. Las veteranas tropas blindadas y mecanizadas alemanas las sobrepasaron y rodearon a los defensores, destruyeron a un batallón de artillería en el camino. Los americanos llevaron a cabo un contraataque con el 1º Blindado, contra los panzer, incluyendo varios Tigres. Los USA perdieron más de 100 tanques y 1.500 prisioneros, uno de los cuales era el yerno de Patton, el coronel John Waters. Dos días después en Sbeitla, un ataque nocturno alemán de panzers e infantería arrasó ese 1º Blindado USA, que abandonaron sus vehículos obstaculizando la carretera. “Perdimos la cabeza” admitió un soldado ante el historiador Blumenson.
 
Pero lo peor estaba por llegar. Fredendall, que había evacuado su cuartel general a un puesto “más seguro”, ordenó la retirada. Las tropas USA concentradas alrededor del paso Kasserina, fueron golpeadas de nuevo por los alemanes e italianos el 19 de Febrero. Otra vez, los alemanes superaron y rodearon los puntos defensivos USA. Algunos defensores huyeron, otros lucharon, pero todos estaban ahogados por el caos. El Mariscal de Campo Harold Alexander, un experimentado e imperturbable comandante británico, estaba en shock cuando visitó al II Cuerpo. “Confusión entre las unidades en retirada, desconcierto entre los comandantes y la falta de un plan coordinado, le convencieron para tomar medidas drásticas para restablecer la estabilidad”, nos dice Blumenson.
 
Las drásticas medidas de Alexander fueron el ordenar que se detuviese la retirada y que los defensores luchasen, mientras llegaban los refuerzos británicos y americanos. Como en la Batalla de las Ardenas, no sería la última vez que los británicos ayudaron a los americanos de un desastre.
 
Finalmente, la marea comenzó a retirarse. La artillería USA y UK, combinadas realizaron barreras devastadoras sobre los alemanes. Mientras la resistencia aliada se iba reforzando, los comandantes alemanes discutían si presionar la ofensiva o retirarse. Incluso Rommel, convencido que los alemanes habían perdido una oportunidad para dar un golpe decisivo, se dio cuenta de que el juego había terminado.

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