martes, 25 de diciembre de 2018

HAMBRUNA (y 2)




Por ello se produjo la extraordinaria reacción del gobierno soviético y del cuerpo de prensa de Moscú ante la huida de Gareth Jones. Jones era un joven inglés de origen galés, de 27 años en ese momento cuando realizó en 1933 un viaje a Ucrania. Seguramente inspirado por su madre, que había sido gobernanta en la casa de John Hughes, el emprendedor galés que fundó la ciudad ucraniana de Donetsk, Jones decidió estudiar ruso, francés y alemán en la Universidad de Cambridge.

Poco después entró a trabajar como secretario privado de David Lloyd George, el anterior Primer Ministro, y también empezó a escribir sobre las políticas europeas y soviéticas por cuenta propia. A principios de 1932, antes de que se prohibiese entrar en la Unión Soviética, él viajó al país visitando el campo profundo, acompañado de Jack Heinz II el vástago del imperio del ketchup, donde durmió en suelos infestados de bichos en pequeños pueblos rurales, y fue testigo del inicio de la hambruna. En la Primavera de 1933, Jones volvió a Moscú en esta ocasión con un visado por trabajar con Lloyd George, que estaba sellado como “Bestplatno”, un signo del favor oficial soviético.

Ivan Maisky, el embajador soviético en Londres había querido impresionar favorablemente a Lloyd George que había apostado por Jones. A su llegada a la URSS, Jones visitó primero la capital soviética y se encontró con otros corresponsales y dirigentes. Se le recordaba como alguien “joven serio y meticuloso... del tipo que lleva un pequeño bloc de notas y que va escribiendo las palabras de alguien tal como las pronuncia”. Jones se reunió con Umansky, mostrándole una invitación del cónsul general alemán en Jarkov y preguntó si podía visitar Ucrania. Umansky aceptó. Con ese sello oficial de aprobación, se dirigió hacia el sur. Jones tomó el tren en Moscú el 10 de Marzo. Pero en vez de viajar todo el camino hasta Jarkov, abandonó el tren a unos 30 kilómetros al Norte de la ciudad. Llevaba una mochila llena de “rebanadas de pan blanco, con mantequilla, carne y chocolate comprado con dinero extranjero” y empezó a seguir la línea férrea hacia Jarkov. Durante 3 días, sin escolta ni vigilancia, visitó más de 20 pueblos y granjas colectivas en el punto álgido de la hambruna, anotando sus pensamientos en los blocs que más tarde guardó su hermana.

“Crucé la frontera entre la Gran Rusia hasta Ucrania. En todos lados hablé con campesinos con los que me cruzaba. Todos contaban la misma historia” nos explica Jones “No hay pan. No hemos tenido pan desde hace más de dos meses. Muchos están muriendo... La primera aldea ya no tenía más patatas y la tienda de remolachas (burak) había cerrado” Todos decían “el ganado está muriendo, no hay nada para alimentarlo. Habíamos alimentado al mundo y ahora tenemos hambre. ¿Cómo podemos sembrar cuando nos quedan muy pocos caballos? ¿Cómo podemos trabajar en el campo cuando estamos débiles por falta de comida?

Com he dicho más arriba, Jones durmió en el suelo de las cabañas de los campesinos. Compartió su comida con gente y escuchó sus historias. Un hombre le dijo “Trataron de llevarse mis iconos, pero dije soy un campesino, no un perro” Un hombre que le dijo que no había comido carne durante un año, le añadió “Cuando creíamos en Dios éramos felices y vivíamos bien. Cuando eliminaron a Dios, acabamos hambrientos”. Jones vio a una mujer utilizando trapos para hacer ropa y un pueblo donde la gente comía carne de caballo. A veces se encontraba con “milicias” que le pedían su documentación y que le insistían en acompañarle en su siguiente tren a Jarkov y llevarle hasta las puertas del consulado alemán. Así fue. Jones añade “disfrutando de mi libertad, le pedí una despedida educada al miliciano”.
 

Una vez en Jarkov, Jones siguió tomando notas. Vio a miles de personas haciendo cola para comprar pan “Empezaban la cola a las 15:00/16:00 de la tarde para comprar el pan durante la mañana a las 7:00. Está congelando: muchos grados de congelación”. Pasó una tarde en el teatro “La audiencia con mucha barra de labios, pero sin pan” y habló con gente sobre la represión política y detenciones masivas por toda Ucrania al mismo tiempo que la hambruna. Llamó al colega de Umansky en Jarkov, pero no pudo hablar con él. Sin hacer mucho ruido, salió de la Unión Soviética. Unos días después, el 30 de Marzo, apareció en Berlín en una conferencia de prensa que había montado Paul Scheffer, un periodista del “Berliner Tageblatt”, que había sido expulsado de la URSS en 1929. Dijo que se estaba produciendo una hambruna espantosa en la URSS y dijo lo siguiente “En todas partes había el grito de ‘No hay pan. Estamos muriendo’. Este grito venía de todos los rincones de Rusia, desde el Volga, Siberia, La Rusia Blanca, el Cáucaso Norte, Asia Central... ‘Estamos esperando la muerte’ era la bienvenida que me daban ‘Mira, aún tenemos el forraje del ganado. Ve más al Sur. Ahí no tienen nada. Muchas casas están vacías de gente que ya ha muerto’ gritaban”.
 
La conferencia de prensa de Jones fue seguida por dos periodistas establecidos en Berlín que trabajaban para el “The New York Evening Post” y el “Chicago Daily News”. Hicieron sendos artículos sobre las palabras de Jones y el horror en La URSS diciendo que “Jones visitó Ucrania en profundidad”, detallando la hambruna masiva. Añadieron que había roto las reglas que permitían a otros periodistas entrar y estar en la URSS. “Me colé a través de la región de la tierra negra” escribió Jones “porque esa había sido una vez la región más rica de Rusia y porque a los periodistas se les había prohibido ir allí para ver por ellos mismos lo que estaba sucediendo”. Jones escribió una docena más de artículos en el “London Evening Star” y el “Daily Express”, así como en el “Cardiff Western Mail”.
 
Las autoridades soviéticas que le habían dado sus favores a Jones estaban furiosas. Litvinov, el ministro de Asuntos Exteriores soviético, se quejó duramente a Maisky utilizando una ácida alusión literaria a la famosa obra de Gogol sobre un burócrata fraudulento: “Es increíble que Gareth Johnson (sic), haya ocupado el cargo de Khlestakov y haya logrado con éxito de todos ustedes el usurpar al gobernador local y varios personajes de “El Inspector del Gobernador”. De hecho, es simplemente un ciudadano normal, que dice de sí mismo que es el secretario de Lloyd George y, aparentemente, solicitó un visado y ustedes en la misión diplomática sin comprobar nada, aprobaron sus solicitudes. Le hemos dado a este individuo todo el apoyo, le hemos ayudado en su trabajo e, incluso, hemos aceptado reunirnos con él y ahora resulta que es un impostor”.
 
Inmediatamente después de la conferencia de prensa, Litvinov aplicó más prohibiciones a los periodistas que viajasen fuera de Moscú. Más tarde, Maisky se quejó ante Lloyd George quien, según el informe del embajador soviético, se distanció de Jones declarando que él no había patrocinado el viaje y que no le había enviado como representante suyo. Lo que en realidad creía no se sabe, pero Lloyd George no vio a Jones nunca más. El cuerpo de prensa en Moscú estaba todavía más enfadado. Por supuesto que sus miembros sabían que lo Jones había dicho era verdad, y pocos de ellos buscaban otras formas de explicar la misma historia. Malcolm Muggeridge, entonces corresponsal del “Manchester Guardian”, acababa de pasar de contrabando tres artículos sobre la hambruna por la vía diplomática. El periódico los publicó de forma anónima, con cortes realizados por los editores que reprobaban sus críticas a la URSS, y que aparecían en un momento en que las noticias estaba dominadas por la subida de Hitler al poder por lo que fueron totalmente ignorados. Pero el resto del cuerpo de prensa, que dependía de la buena voluntad oficial, cerró filas contra Jones.
 
El 31 de Marzo, un día después de que Jones hablase en Berlín, Duranty respondió con un titular en el “New York Times” que decía “Rusia tiene hambre, pero no muriendo de hambre”. El artículo de Duranty se salió de madre para burlarse de Jones. Indignado, Jones escribió una carta al editor de “Times”, indicando pacientemente la lista de sus fuentes de información (un amplio abanico de entrevistas, incluyendo a más de 20 cónsules y diplomáticos), y atacando al cuerpo de prensa en Moscú. Y ahí el asunto terminó. Duranty superó a Jones: fue más famoso, más ampliamente leído, más creíble. Más tarde Lyons, Chamberlain y otros expresaron su disgusto por no haber actuado más duro con Jones. Pero al mismo tiempo, nadie vino a defender a Jones, ni siquiera Muggeridge, uno de los pocos en Moscú que tuvo el valor de expresar una visión similar. Sin embargo, Jones fue secuestrado y asesinado por bandidos chinos, durante un viaje como periodista a Mongolia en 1935.
 
“Rusia tiene hambre, pero no muriendo de hambre” se convirtió en la versión aceptada. También coincidía con las consideraciones políticas y diplomáticas del momento. Mientras pasaba el tiempo desde 1933 hasta 1935, los líderes europeos estaban cada vez más preocupados con Hitler. A finales de 1933, la nueva administración Roosevelt buscaba de forma activa el poder ignorar cualquier noticia negativa sobre la URSS. El equipo presidencial había llegado a la conclusión de que los desarrollos en Alemania y la necesidad de limitar la expansión japonesa, quería decir de que era hora para que los USA abriesen las relaciones diplomáticas de forma total con Moscú. El interés de Roosevelt por la planificación central y lo que creía que era el gran éxito de la URSS en economía, le motivó para creer que podría haber un lucrativo negocio comercial también. Se puso en marcha y Litvinov llegó a Nueva York para firmarlo, acompañado de Duranty.
 
En un espléndido banquete para el ministro de exteriores soviético en el Hotel Waldorf Astoria, Duranty fue presentado ante 1.500 invitados. Se puso en pie he hizo una reverencia a la audiencia. Un estruendoso aplauso siguió a ese acto de Duranty. El nombre de Duranty, según dijo más tarde el “New Yorker”, provocó “El único y largo aplauso de la velada. De hecho, uno tuvo la impresión de que America en un espasmo de discernimiento, estaba reconociendo tanto a Rusia como a Walter Duranty”.
 
Con ello la ocultación ya era completa. Los crímenes comunistas estaban bendecidos y perdonados para siempre...

1 comentario:

  1. Muy buen artículo señor Botaya, estaría genial que lo llevara a Youtube, aunque entiendo que eso exige demasiado tiempo. Hecho de menos sus colaboraciones con el JL. Si vuelve deje el tema de los Umnitas para él, que sabe más de eso, GgGgGgGgGgG. Estaría bien que hablara sobre tecnología nazi exótica. Un saludo.

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