sábado, 17 de noviembre de 2018

EL FINAL DE LA I GUERRA MUNDIAL (y 3)


A pesar de la objetividad de Clark, esto no quiere decir que aplique una neutralidad ciega. En su análisis línea por línea del ultimátum de 48 horas de Austria a Serbia y la respuesta serbia, Clark derriba la visión oficialista y aceptada de que Austria era demasiado dura y Serbia humilde y servil. Austria pedía acción contra los terroristas en Serbia. Hubiese sido una infracción de la soberanía, sí, pero la tolerancia serbia con las redes terroristas y su relajada respuesta a los asesinatos de Sarajevo, impide la simpatía de cualquiera con esa posición.

Clark describe el ultimátum de Austria como “mucho más suave” que el ultimátum presentado por la OTAN a Serbia-Yugoslavia en Marzo de 1999 (Acuerdo de Rambouillet), para entrar en el país sin impedimentos. Con referencia a la respuesta serbia a Austria, que siempre se ha visto como conciliatoria, Clark nos muestra que en muchos puntos políticos era un rechazo “muy perfumado” mostrando a Austria un título sorprendente “Una pieza maestra de error diplomático”. Con referencia a los actores más importantes, Clark presenta un punto fascinante que yo no había visto antes: no simplemente eran todos hombres en ese drama, sino que eran hombres atrapados en una “crisis de masculinidad”. Cita a historiadores de género que argumentan en ese momento concreto “la competencia para subordinar y marginalizar la masculinidad - proletaria y no blanca, por ejemplo - acentuó la asertividad. Uno esperaría que los militares exuden testosterona, y lo hacen, pero Clark está sorprendido en cuan ubicuo en memorias y memorándums se muestran los modos masculinos de comportamiento, y cuan bien entrelazados están con su comprensión de hacer política. “Nobleza”, “Espaldas muy rígidas”, “Firmeza de voluntad”, “Auto-castración”, son típicos modos de expresión.
 
Un tema muy interesante que toca Clark en su libro es como los USA se involucraron en esa guerra. Oficialmente se dice que es muy simple de explicar. Unos villanos malvados y extranjeros son el centro de este asunto y requieren que la “nación indispensable” haga del mundo un lugar seguro, libre y democrático. Pero la realidad es que los USA ya se involucraron en la guerra en 1914 cuando estalló. La administración Wilson quería el conflicto, pero para el presidente y su asesor en jefe el Coronel Edward Mandel House, la paz no era un final en sí misma. Preocupaba y mucho que Alemania no socavase el poder y la influencia de Inglaterra. Con estos objetivos los USA se promocionaron a sí mismos como el único mediador capaz de la guerra y buscó su lugar en la mesa de paz. Incluso antes de que empezase la guerra, la administración USA ya tenía un plan en borrador para la estabilización posterior. La pieza central del plan implicaba a los USA y poderes con objetivos similares y todos juntos cambiar el status de los enemigos potenciales de futuro como Rusia y Japón, y de forma cooperativa preparar el futuro de los que el Coronel Mandell House llamaba “lugares de deshecho” en la Tierra o el mundo subdesarrollado. De hecho, este plan fue uno de los precursores de la Liga de la Naciones de Wilson.
 
Puede ser que esta explicación sea inadecuada. Para entender lo que pasó y esos pasos que he citado, vale la pena tener en cuenta que los líderes USA habían llegado, sobre 1900, mucho antes de la guerra de 1914 en Europa, a mantener una visión decidida del futuro papel de su nación en el mundo. Inspirado especialmente por el tremendo crecimiento económico que los USA experimentaban, creían que en las décadas futuras los USA podrían ascender a una posición de importancia y peso internacional comparable, si no superior, a la que jugó UK en el siglo XIX. Al mismo tiempo, creían que la continuación del tipo de orden internacional que Londres había presidido había sido fundamental para su éxito. Estaban alarmados por la gran rivalidad de los grandes poderes que se iba intensificando y que podría amenazar ese orden y estaban especialmente ansiosos sobre los cambios en las fronteras y estructuras políticas y comerciales que prevalecían todavía en Sudamérica y Extremo Oriente. Se creía que esas vastas y subdesarrolladas regiones verían el ascenso de los USA en influencia y comercio y no sabían cómo reaccionarían.
 
Además de estas preocupaciones, emergían los dos puntos principales de la política externa de los USA en ese período: la revitalizada Doctrina Monroe y la Política de Puertas Abiertas. Las relaciones entre los grandes poderes de entonces también requerían atención. Mientras UK era vista como un rival, muchas de sus políticas se veían como ventajosas para los USA. Como resultado los dos gobiernos, USA y UK, estaban cada vez más alineados. Y, Washington, también empezó a trabajar con Londres para promocionar mecanismos para el arreglo de disputas internacional, y la guerra se veía como una amenaza para el status-quo.
 
Desde el principio al fin, la respuesta oficial USA a la Gran Guerra estaba dominada por el objetivo de tratar de restaurar y poner en marcha con una base más segura, el tipo de orden internacional que los responsables políticos USA querían. Ideológicamente, se aseguraban a sí mismos de que eso era una búsqueda por el interés no sólo de todos los americanos, sino del mundo entero. Los hombres de estado más altruistas y responsables, simplemente trabajaban para asegurar que el mundo se pondría en el camino que debía con la gente más adulta y civilizada de la humanidad (ellos mismos), dirigiendo a los demás hacia el progreso.
 
Por ello, cuando la guerra empezó, Wilson declaró que los USA seguirían el camino de la neutralidad y posiblemente en ese momento esa era su intención. Pero al final, esa visión particular del papel USA en el siglo XX, importaba más que la paz mundial. El objetivo básico en ese momento por parte de los poderes anglosajones, eran batir en todos los campos a Alemania, la única amenaza real al expansionismo político, militar, social y económico de los USA y UK. Wilson continuó tratado de introducir su visión de futuro con la esperanza de que los USA se convirtiesen en un gran poder sin participar en la guerra, pero su duda era hasta cuando Berlín respetaría la línea roja USA que ésta había marcado de forma unilateral. Esa pregunta fue respondida en 1917 con el hundimiento justificado y avisado del barco “Lusitania”, justo unos meses después de su reelección como presidente tras la frase propagandística “Él nos mantuvo fuera de la guerra”. Frase hueca y falsa como se demostró. El resto es historia...

2 comentarios:

  1. Hay corrientes subterráneas que mueven la historia y que son obvias para el que sepa verlas:

    https://rarehistoricalphotos.com/pyramid-german-helmets-1919/

    Supongo que los cráneos hubiese sido excesivo para la época, pero bueno, todo se andará...

    Un saludo.

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  2. The aftermath of obliteration of eternity...

    Por su gran interés recomiendo la lectura de las palabras de alguien que sabía lo que se decía, Mr.David Lloyd George:

    https://elcasopedrovarela.wordpress.com/2018/11/07/yo-hable-con-hitler/

    Un saludo.

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