viernes, 16 de noviembre de 2018

EL FINAL DE LA I GUERRA MUNDIAL (2)


Por todo ello, si vemos el final de esa guerra con la proyección que dan 100 años y apartando el venerable sueño de una utópica Federación del Hombre, se pueden observar muchos conflictos de carácter local desde Extremo Oriente, Oriente Medio, África, etc., que puede llevar a las grandes potencias a, sin advertirlo, un conflicto mundial. Puede darse por algo aparentemente intrascendente y como digo más arriba, el asesinato del archiduque en 1914, no era motivo para una guerra como la que hubo. Incluso “The Grand Forks Herald” el periódico de Dakota del Norte, declaró en 1914 que “para el mundo un archiduque más o menos no es relevante”.

Sin embargo en ese lejano 1914 la comunidad internacional no prestó atención a que era dirigida hacia su perdición. America estaba aislada y con una prosperidad creciente. El presidente Wilson, caminando por los solitarios pasillos de la Casa Blanca, estaba ocupado por su mujer que luchaba entre la vida y la muerte por una enfermedad, París se preocupaba por un asesinato que mezclaba el sexo y el escándalo político. Londres estaba obsesionado por controlar Irlanda y así sucesivamente.
 
Hubo un error importante al no apercibirse que ese asesinato del que iba a suceder en el trono del imperio austro-húngaro, por un joven terrorista masón entrenado por la expansionista Serbia, seria el detonante de la guerra. Ya lo dijo Otto von Bismarck en 1888 “Un día una estupidez en los Balcanes disparará una gran guerra en Europa”. En el libro que cito anteriormente “The Sleepwalkers”, el profesor Clark de Cambridge nos describe cómo en 10 días, los ministros de la Rusia zarista prepararon un guión para justificar su ayuda militar a los “pequeños hermanos serbios”, si Austria-Hungría les atacaba. El archiduque asesinado era mostrado como un secuaz del Kaiser Guillermo II de Alemania y belicista (que no era). La idea era trasladar y justificar el asesinato pasando la culpa del asesino a la víctima. Francia “compró” esta estratagema e Inglaterra más menos también.
 
Austria-Hungría sin embargo, había enviado el 4 de Julio un emisario en un tren nocturno a Berlín, donde el Kaiser había enviado un edicto oficial urgente pidiendo la calma “¡Detened ese sinsentido! Ya era hora de hacer limpieza en Serbia”. Por lo tanto Austria-Hungría tuvo su famoso “cheque en blanco” y 37 días después de Sarajevo, los poderes centrales (Alemania, Austro-Hungría, Imperio Otomano y más tarde Bulgaria), entraban en guerra con los poderes del Entente (Rusia, Francia, UK, también Japón y mas tarde Italia y Rumania). Pero hay que dejar claro que quien inició las hostilidades fue Rusia.
 
La historiografía de la I Guerra Mundial es inmensa, según recuerdo unos 25.000 volúmenes y artículos de todo tipo. El logro más importante de Clark en su obra “The Sleepwalkers” es su investigación de por qué se llegó a la guerra. Y no es una tontería. Al contrario, es como si se hubiese encendido la luz en una habitación oscura. Clark levanta la cortina tan temprano como a las 2:00 de la madrugada del 11 de Junio de 1903, 11 años antes de Sarajevo. Ahí vemos a 28 oficiales serbios disparando mientras entraban en el palacio real de Belgrado. El rey Alejandro y la reina Draga traicionados y sin defensa, escondiéndose en la pequeña habitación de plancha donde una asistenta estaba planchando la ropa de la reina. Allí fueron masacrados a balazos, apuñalados con bayoneta, partidos con un hacha, sus caras mutiladas e irreconocibles y los restos sanguinolentos y medio desnudos fueron lanzados desde el balcón real al jardín.
 
Clark hace una conexión directa entre los asesinatos de Belgrado y Sarajevo. Aunque el regicidio y el asesinato de un represivo primer ministro esa misma noche, condujo a una democracia parlamentaria genuina, el entramado conspiracional se mantuvo y sus objetivos asesinos se dirigieron entonces a socavar Austro-Hungría. El instigador del complot de Belgrado, el teniente Dragutin Dimitrijevic, masón y llamado “Apis” por su físico parecido a un toro, se convirtió en el jefe del servicio de inteligencia militar y fue instrumental en la creación de la red terrorista llamada “Mano Negra”, que organizó el asesinato del archiduque. Soñaban con una gran Serbia reuniendo a todos los serbios de la península balcánica. La región era fértil para el descontento: dos razas no eslavas austríacos y húngaros, gobernando sobre millones de serbios, eslovacos, checos, croatas y polacos, entre otros.

Un profesor americano que imparte docencia en Estambul, McMeekin, ha escogido una focalización más intensa. Abre de forma vívida el doble asesinato en Sarajevo y se concentra en los más mínimos detalles de cada día en ese período, como los monarcas hereditarios se reunían en sus palacios con sus ministros y generales y la reunión de estos después con sus ayudantes para escribir y encriptar los telegramas, y los embajadores con sus chisteras y fracs en Viena y Berlín, Belgrado y San Petersburgo, París y Londres. Los monarquías imperiales estaban emparentadas - la reina Victoria, murió en los brazos de su nieto el Kaiser Guillermo II - pero también tenían enormes rivalidades de poder. Tenemos una indicación de las ambigüedades en un momento crucial de la noche del 29 de Julio. El Zar Nicolás II, tras acordar la movilización general en Rusia, recibió un telegrama diciéndole que no lo hiciera. Era para “Nicky” de su primo tercero de Berlín, Kaiser “Will”. El zar Nicolás, “Nicky”, rescindió la orden enseguida “No quiero ser el responsable de una matanza monstruosa”. Menos de 24 horas después, la prudencia y el cuidado sucumbieron a la retórica patriótica y la estimación hinchada de la capacidad militar austríaca.

Ambos autores están en contra de la explicación oficial habitual de que Alemania se movilizó primero para llevar a cabo la guerra preventiva que sus generales pedían desde hacía tiempo. No fue así. Clark nos documenta como los líderes políticos y militares en Berlín se aferraban a que cualquier conflicto sería local. La movilización de Rusia fue “una de las decisiones fundamentales de la crisis de Julio. Fue la primera de las grandes movilizaciones”. McMeekin dice que el crimen de Rusia fue el incrementar una pelea local animando a Serbia a enfrentarse a Austria-Hungría y acelerar la llegada de la guerra. 

Corrige a Barbara Tuchman en su clásico “Guns of August”, por datar erróneamente la movilización de Rusia dos días después de haber sido ordenada. Clark no es un apologista de Alemania. En su libro “The Berlin-Baghdad Express” de 2010, machaca al kaiser como un medio loco que incitó a los musulmanes contra los intereses anglo-franceses en el vacilante Imperio Otomano. Pero en su libro de 2011 “The Russia Origins of the First World War”, el título lo dice todo. Clark añade autoridad citando la falsificación de documentos por parte ruso-francesa. Los rusos cambiaron fechas y texto en sus archivos. Los franceses fueron incluso más inventivos, “fabricando” un telegrama en el que cita seis días de preparación para la guerra por parte de Alemania que jamás existieron. La idea era mostrar a Berlín como “causante de la crisis”.
 
McMeekin trata de acusar a las naciones y hombres que él considera culpables. Podía haber titulado su libro “Yo Acuso”... Clark declina unirse a McMeekin en lo que llama “el juego de acusar”, ya que hubo demasiados participantes. Argumenta que tratar de otorgar la culpa a un líder o nación asume que debe haber una parte culpable y eso distorsiona la historia hacia una explicación fiscalizadora que pierde la esencial multilateral de los intercambios, mientras que olvida el fermento étnico y nacionalista de una región. Nos dice que “El estallido de la guerra de 1914 no es un drama de Agatha Christie que al final del cual descubriremos al culpable sobre el asesinado con una pistola humeante”. No tener a un villano al que culpar es emocionalmente menos satisfactorio, pero Clark muestra la guerra como una tragedia, no un crimen: en su relato cada personaje principal tiene una pistola humeante en su mano.

1 comentario:

  1. Aunque no lo parezca tiene que ver con el tema.

    Nadie hoy en día puede decir en la puta europa que no sabían la tragedia que se iba a producir:

    https://www.youtube.com/watch?v=8_zMKI3wCIA

    Y me temo que hace 110 años también sabían lo que se avecinaba y simplemente o les daba igual o les parecía bien por el motivo que fuere.

    Un saludo.

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