Hace
poco colgué un articulo sobre la vida en Esparta que parece que gustó
mucho y que nos acercaba a esa sociedad militarizada que aún hoy, es
motivo de admiración para muchos. Es evidente que aquella sociedad hoy
nos puede parecer excesiva y sin sentido en la vulvocracia que nos ha
tocado vivir sin valores como disciplina, honor, valor, gallardía,
orden, paciencia, etc. De esa sociedad espartana sobresale con especial
brillo el rey militar Leonidas, marido de la reina Gorgo y que ha pasado
a la historia como defensor del paso de la Termópilas en la II Guerra
Médica ante Jerjes y sus tropas invasoras llegadas desde Persia.
Todos
sabemos que hay héroes y luego super-héroes, al igual que encontraremos
guerreros y luego super-guerreros. Esta élite de la élite tiene su
lugar en la historia en el “Pabellón de los Inmortales”, haciendo de
puente entre el hombre-mortal y el super-hombre, entre el super-hombre y
los Dioses. Algunos pretenden cambiar el curso de la historia por sí
mismos con una determinación metódica e imparable, mientras que otros
tienen un pronto de coraje, un resplandor de gloria, que exalta el
momento que se hallan que el tiempo histórico en el que los hombres se
demuestran a sí mismos que son algo más que simples mortales. Las
imágenes del mito precipitan la historia a nueva dimensión jamás vista y
que va más allá del tiempo. Y esos son los momentos en los cuales los
mitos y las leyendas se construyen, de lo que están hechas. Y ese es el
momento en que el rey Leonidas aparece en el mito legendario.
Leonidas
siempre estará en nuestras mentes como un modelo extremo de heroísmo y
ejemplo para todos los que aspiran a la grandeza. El mítico lugar fue en
las Termópilas en el año 480aC. y Leonidas era el guerrero, el rey
estratega y jefe militar sin miedo. Desde mi punto de vista, Leonidas
puede ser comparado sin duda alguna con los héroes Homéricos de los
viejo tiempos helénicos. El poeta británico W.H. Auden describe a
Leonidas con las siguientes palabras “El héroe Homérico tenía las
virtudes militares del coraje, resolución, magnanimidad en la victoria y
dignidad en la derrota hasta un grado excepcional. Su heroísmo se
manifiesta en situaciones excepcionales que pueden ser juzgadas por los
demás que son obligados a admitir. Logró lo que no podía ser logrado. Su
motivación era ganar la admiración y la gloria de sus iguales incluso
si estaban en el lado enemigo. El código en el que vive es un código de
honor que no es algo universal, como las leyes, sino individual”.
Los
espartanos eran y son conocidos hasta hoy por su altísimo nivel de
combate. Sólo los más fuertes sobrevivían en el disciplinado ejército
espartano. Entrenado únicamente para la batalla, un joven soldado sólo
conocía un hogar: el cuartel; una familia: su unidad de combate. El
entrenamiento físico era la labor más importante y cada día se dedicaba
al ejercicio y el entrenamiento militar. A partir de los siete años los
jóvenes espartanos dejaban de vivir con sus padres y pasaban a estar a
cargo del gobierno. El entrenamiento era duro, pero efectivo y los
jóvenes aprendían una absoluta devoción por su país y sus tradiciones.
Además del entrenamiento de combate aprendían a nadar, a correr, a
saltar, la lucha y sobre todo la danza. En Grecia el movimiento rítmico
era considerado como un buen entrenamiento y no sólo para el cuerpo,
sino para el carácter. Las canciones de guerra eran cantadas por los
muchachos y era como una especie de entrenamiento musical. Se esperaba
de cada espartano fuese capaz de cantar. Se ponía mucho énfasis en
cultivar la memoria y todos aprendían de corazón las canciones y baladas
del poeta y patriota Tirtaos.
A
la edad de veinte años cada cadete se convertía en un guerrero
completo. En su treinta aniversario un espartano era investido con el
resto de sus derechos y deberes sociales. Desde ese momento, participaba
en la asamblea del pueblo, y podía votar medidas propuestas por los dos
reyes o los éforos. También se le permitía casarse y podía tener su
propio hogar, a pesar de que aún se veía con sus antiguos camaradas en
fiestas y banquetes. Las chicas también pasaban un riguroso
entrenamiento físico con lo que podían llegar a ser las madres de niños
robustos y sanos. Los espartanos practicaban un programa intransigente
de eugenesia. Los niños recién nacidos sólo podían ser admitidos si
estaban formados de forma sana y perfecta, para no ser una carga para el
estado, y asegurar una continuidad genética excelente. Los enfermos o
deformes eran dejados a la intemperie hasta que morían de acuerdo con
las leyes naturales.
Se
dice que las mujeres espartanas eran las más bellas de toda la Hélade,
mientras que al mismo tiempo se sabía que tenían un espíritu de dureza
como los hombres. Era común para las madres el decirles a sus hijos
guerreros antes de ir a la batalla “Regresa con tu escudo o sobre él”.
Los hombres eran alentados de forma rigurosa para la procreación. Al
igual que la cobardía se reconocía como lo más horrible, también la
castidad era reconocida así. En Esparta el celibato era un crimen y se
sabe que grupos de mujeres en las calles golpeaban a los célibes en
cuanto podían. Sin embargo, además de sus responsabilidades de
procreación, los espartanos fueron reconocidos como los más libres de
toda Grecia. Los ciudadanos se denominaban a sí mismos como “iguales”.
Las
Guerras Médicas fueron como oponer a dos gigantes arios: el Imperio
Griego y el Imperio Persa, que estaban separados por el Mar Egeo. En el
500aC, el Imperio Persa dirigido por el rey Dario, comenzó a avanzar
hacia el oeste y los puestos y ciudades más adelantados de la
civilización griega fueron conquistados. Los griegos jónicos se
rebelaron en el 499aC y Atenas y Eritrea enviaron ayuda, pero en el
490aC Dario tuvo éxito en aplastar el levantamiento. Hubo más batallas
pero en el 481aC, Jerjes, el hijo de Dario y sucesor de su padre, estuvo
muy ocupado preparando un ejército inmenso para invadir Grecia. En su
avance hacia Grecia y mientras se desarrollaba la batalla de Salamina
entre la flota griega y la persa, los griegos llevaron a cabo una
excelente defensa del Paso de las Termópilas. Era un desfiladero angosto
de pocos metros de ancho (hoy desaparecido), junto al mar y flanqueado
por montañas. Jerjes y su enorme ejército tenía que pasar por allí
precisamente. Leonidas comandaba al conjunto de tropas griegas allí
apostadas que totalizaban unos 7.000 hombres y que incluía a su famosa
guardia personal de 300 espartanos. Todos ellos tenían descendencia ya
que si uno caía su nombre seguiría vivo. Cuando se les dijo a los
espartanos que el ejército persa era tan enorme y que las flechas
oscurecerían el cielo, un espartano contestó “Mejor, así podremos luchar
a la sombra”.
Desde
una colina cercana y sentado en un trono de oro, Jerjes podría ver a
sus hombres pasando el angosto desfiladero. Al principio, uno de sus
oteadores dijo que había visto a unos guerreros griegos lavándose y
peinándose en la víspera de la batalla. Jerjes rió ante la información.
Pero un griego a las órdenes del rey persa y que había escuchado las
palabras del oteador, se dio cuenta enseguida de que esas tropas eran
espartanas que, ritualmente, se preparaban para morir. “¡Oh, rey!”
exclamo “Ahora estás frente a frente con los hombres más valientes de la
Hélade”.
Confiados
en sus habilidades para el combate, los espartanos tenían poco miedo al
enfrentamiento con cualquiera, independientemente de lo grande que
pudiera ser el enemigo que se acercaba. Jerjes tenía claro que el
increíble poder y número de su ejército forzaría a los griegos y a los
espartanos en concreto a rendirse. Durante cuatro días pensó eso, en el
quinto llegó a la conclusión de que esos hombres debían ser locos
obstinados y ordenó a sus hombres a capturarles y traerlos vivos ante
él. El ataque fue un desastre con tremendas pérdidas para el ejército
persa. Jerjes se vio obligado a mandar a sus mejores hombres, su
guardia llamada “Los Inmortales”. De nuevo los espartanos vencieron.
Según explica Herodoto, el padre de la historia, “Era remarcable ver
como los espartanos conducían la batalla y, también, la superioridad de
sus tácticas. Había momentos en que se retiraban y cuando la ruidosa
chusma les perseguía, se giraban e iniciaban una enorme matanza. Se dice
que tres veces el rey Jerjes saltó de su trono horrorizado por su
ejército”.
Al
día siguiente las cosas no mejoraron y se podían ver las bajas persas
hasta donde alcanzaba la vista. Cuando cayó la noche de ese segundo día,
Jerjes estaba perdiendo y se preguntaba cómo podía romper la posición
de hierro de los espartanos. Un griego traidor informó al rey que había
un camino por las montañas por el cual los persas podían flanquear a los
espartanos. Leonidas supo de la traición a tiempo. A la mañana
siguiente, los persas tuvieron la oportunidad de iniciar un gran ataque
en el flanco griego. Leonidas sabiendo la amenaza que se cernía sobre
sus compañeros, permitió a las tropas aliadas que se marchasen y se
quedó con su fuerza de 300 hombres lanzándose sobre el enemigo con un
coraje y determinación digna de los Dioses. Ante una cantidad ingente de
persas, los espartanos se retiraron formando un cuerpo compacto junto a
una colina. Herodoto nos explica el final de esta última posición
“Lucharon con sus espadas, si las tenían y si no con sus manos y
dientes”. Leonidas cayó luchando bravamente y se formó un forcejeo por
el cuerpo del rey espartano. Por cuatro veces los avances persas fueron
rechazados y muchos de sus jefes, incluyendo a dos hermanos de Jerjes
cayeron, hasta que finalmente los espartanos fueron sobrepasados y
muertos con una lluvia de flechas.
Jerjes,
que jamás puso sus pies sobre el campo de batalla hasta que la lucha
acabó, se había convertido en el testigo de los combatientes más
formidables del mundo. A la vista de la carnicería que se mostraba ante
él, le preguntó al griego Demaratos “Dime ahora, ¿cuantos hombres
lacedemonios quedan y si son iguales a estos guerreros caídos?”.
Demarato le respondio “Señor hay muchas ciudades y hombres en
Lacedemonia. Pero le diré lo que realmente quiere saber: sólo Esparta
sola tiene 8.000 hombres. Todos ellos son iguales a los hombres que han
luchado aquí”. Jerjes le cortó la cabeza al cadáver de Leonidas y lo
crucificó. Pero estas actuaciones no tenían sentido para los espartanos
que quedaron y sólo acrecentaron sus ganas de venganza.
De
hecho, a los pocos meses los camaradas de Leonidas lucharon contra los
ejércitos de Jerjes en la Batalla de Platea y expulsaron a las hordas
persas fuera de suelo heleno para siempre. La historia se repitió a sí
misma en las Termópilas durante la II Guerra Mundial. En esa ocasión y
en la zona donde estuvo el paso, los británicos mantuvieron la posición hasta
que fueron flanqueados y superados por las tropas alemanas.
Excelente artículo señor Botaya.Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias Monchi, un abrazo y seguimos en la brecha!
ResponderEliminarFelipe Botaya
Maravilloso artículo.
ResponderEliminarLEONIDAS DE ESPARTA. Inextinguible en la Eternidad...
ResponderEliminarY es así que Esparta hizo a Leónidas y Leónidas y sus 300 hicieron que Esparta entrase en la Eternidad pues de no no haber estado ellos no habría más que olvido, ruinas y un nombre perdido...
No fue ni el primero ni el último en llegar al Lar de los Dioses que aceptan el Sacrificio de por Valor morir, no como una res y sí como el fiel reflejo de los que el alma nos infundieron...
Un saludo.
No debemos olvidar, segun Herodoto, que junto a los 300, lucharon otros pueblos que fueron tan heroes como los espartanos de Leonidas
ResponderEliminarSdos.
Hola Don Rafael, gracias por su aportación.
ResponderEliminarDesde luego Leonidas y sus hombres no estuvieron solos y lo cito en el artículo. Sin embargo el paso fue defendido por los espartanos únicamente hasta donde sabemos por Herodoto. Como usted sabe, era angosto y no permitía desplegar más tropas. Los soldados que usted cita estaban apostados en las alturas que rodeaban al paso mismo y se retiraron cuando fue ordenado por Leonidas que se quedó con su guardia.
Cuando Efialtes traicionó a los griegos, esas tropas en las alturas tampoco hicieron nada destacable ante los persas que iban situándose allí.
Saludos, Felipe Botaya