lunes, 30 de octubre de 2017

UN EJÉRCITO MEJOR QUE EL DE SUS ENEMIGOS (1)


Sabéis que este blog trata sobre todos aquellos temas de la guerra y en particular de la II Guerra Mundial, que pueden ser de interés para todas aquellas personas curiosas o que consideran que no se ha explicado todo o de forma veraz, sobre esa terrible contienda. Desde luego fue una guerra brutal que cambió la fisonomía del mundo que vino después y es responsable directo su resultado en nuestra vida cotidiana.

Siempre se ha dicho que la verdad es su primera víctima de la guerra y la propaganda utilizada con fines perversos es su herramienta principal. Por lo tanto la propaganda es un ingrediente esencial y necesario en cualquier guerra a partir del siglo XX. Creo que durante la II Guerra Mundial fue considerada como una arma imprescindible en la derrota del ejército alemán, convenciendo a los pueblos de la gran alianza aliada de la superioridad cualitativa y moral de sus soldados frente a los del enemigo, es decir los alemanes. Cualquier soldado británico, americano, australiano, etc. era muy superior a los robots de Hitler de cabeza cuadrada. Esos robots nunca serían enemigo, ni alcanzarían la imaginación ni la intuición de los soldados aliados en el campo de batalla.

La imagen de la guerra en Europa fue llevada al público americano y británico como la imagen de unos soldados aliados determinados y a cara de perro, luchando contra todas las vicisitudes hasta la victoria final “Olvidad la imagen glorificada de la lucha que han visto en las películas” decía el clásico despacho de corresponsal de New York Times “La imagen que debe tener en su mente es la de asustados, asquerosos, hambrientos y completamente cansados jóvenes rezagados, golpeados y aturdidos, pero todavía en pie y dándole duro a los alemanes”. Un joven piloto americano le dijo a Bob Hope “Sería bonito regresar a casa y sentarme en una mesa llena de comida preparada por mi madre... Pero todo lo que quiero hacer ahora es golpear a esos hijos de puta nazis al igual que a esos pequeños bastardos japoneses”.

La mayoría de los soldados aliados eran abiertamente desdeñosos en las fantasías sobre ellos mismos que “vendían” los corresponsales, con la notable excepción de Bill Mauldin y Ernie Pyle. Esta reacción hace más remarcable eso mismo en una generación tras la victoria de 1945, por lo que muchos mitos se perpetuaron no sólo por los historiadores populares, sino dentro de las propias instituciones militares occidentales. Por ejemplo, en 1950 el gran escritor militar capitán Basil Liddell Hart, escribió en un periódico sobre la enorme superioridad de las fuerzas aliadas en Europa en 1944 y la reticencia de los críticos militares de posguerra en Inglaterra y America, de dar unas conclusiones apropiadas sobre la actuación aliada “Ha habido demasiada auto-congratulación y muy poca investigación objetiva” dijo.
 
Pero Lidell Hart no está solo en el reto a la sabiduría popular y la propaganda sobre la II Guerra Mundial. Los críticos han cuestionado algunas de las teorías de los controvertidos analistas militares americanos como los coroneles Trevor Dupuy y Martin Van Creveld, que han estudiado el rendimiento respectivo de los ejércitos americano y alemán en el campo de batalla por la vía de un detallado estudio estadístico. Pero nadie todavía ha podido discutir la conclusión de Dupuy de que en casi cada campo de batalla los alemanes se mostraron mejores: “En base hombre por hombre, los soldados de tierra alemanes inflingieron bajas a un nivel del 50% por encima de las que les causaron los británicos y americanos, bajo todas las circunstancias. Esto es verdad cuando atacaban y cuando defendían, cuando tenían una superioridad numérica y cuando como era habitual, superados numéricamente, cuando tenían superioridad aérea y cuando no, cuando ganaban o perdían”.

La verdad indiscutible es que la Wehrmacht de Hitler era una fuerza de combate fuera de serie y una de las más grandes de la historia. Durante muchos años después de 1945, ha parecido algo doloroso el conceder públicamente algo positivo a esas tropas por el supuesto horrible régimen al que representaban. Un espíritu de narcisismo militar alimentado por películas como “La Batalla de las Ardenas”, “El Día Más Largo” o “Un Puente Lejano”, ha perpetuado imágenes míticas de los aliados y los alemanes en un sentido y otro. Además, la enorme mayoría de las memorias en el campo de batalla publicadas en UK y USA, tratan sobre la experiencia aliada. Se sumergen entre los miedos, las dificultades y triunfos de los soldados aliados como vistos desde una trinchera. Todo muy heroico.
 
Hemos sabido muy poco, de hecho nada, sobre cómo el soldado alemán mantuvo una defensa efectiva en Europa durante 11 meses bajo un constante y sin respuesta ataque aéreo, bombardeado diariamente por concentraciones devastadoras de artillería, enfrentándose a todo tipo de contratiempos terribles y  recibiendo una escasa cantidad de suministros y municiones de las que sí disfrutaban los soldados aliados sin restricciones.
 
Actualmente nuestra visión de la II Guerra Mundial está cambiando. La perspectiva histórica, rigurosa, objetiva y global que ha estado ausente durante tantos años por fin cambia. El magnífico y monumental estudio del ejército americano en la Europa del Oeste de Rusell Weigleys, confronta bastante francamente el fallo de las fuerzas de Eisenhower para generar el poder de combate para aplastar a las numéricamente inferiores tropas alemanas, hasta  que las mismas se rindieron tras 11 meses de penurias en el frente occidental y las bajas irremplazables de cuatro años de guerra en el frente del Este, luchando contra los comunistas soviéticos. La lucha titánica alemana contra la URSS desde 1941 hasta 1944, que mató a más de dos millones de soldados alemanes, de hecho los mejores, le dio a los aliados occidentales algo lujoso para cualquier nación en guerra: tiempo para entrenar, para preparar el plan de enfrentarse con el enemigo en el campo de batalla y en el momento cuidadosamente seleccionado por los señores de la guerra de USA y UK.
 
Desde el desembarco de Normandía hasta el final en Alemania, la actuación del ejército británico estaba profundamente influenciada por la incapacidad de aguantar muchas bajas. Montgomery fue avisado repetidamente por sus superiores en Londres sobre la escasez de hombres. Pocos días antes de los desembarcos en Francia, los batallones británicos fueron debilitados en su número de hombres para suministrar reemplazos. En 1945, divisiones enteras fueron debilitadas por la misma razón. Desde la guerra, se puso mucha atención crítica al generalato aliado y muy poco a la actuación de combate de las unidades. El liderazgo aliado fue, generalizando, no inferior al de los alemanes. Montgomery, como he dicho más arriba, debería de haber sido cauto y no sólo por lo dicho, ya que yo no creo que fuese incompetente. La lenta actuación de sus formaciones británicas en Normandía y más tarde, puede ser atribuido a la preparación para la guerra y el rechazo a aceptar grandes pérdidas cuando la victoria ya estaba a la vista.
 
Sin embargo para sus socios USA, el número de hombres no era un problema. Desde el principio hasta el final de la campaña europea, su capacidad para aceptar bajas y conseguir un objetivo era algo reconocido, aceptado y envidiado por sus aliados británicos. El Mariscal de Campo Lord Carver, comandante de una brigada acorazada bajo Montgomery, declaró “En conjunto, los americanos estaban más dispuestos a llegar hasta el final que nosotros”. Sin embargo y a pesar de los recursos ¿por qué el ejército USA encontró tremendamente difícil, muchas veces imposible, el derrotar a los alemanes en los mismos términos?...
 
Primero fue el fallo extraordinario de los aliados en 1944/45, de suministrar a sus tropas de tierra las armas adecuadas. En esa fase de la guerra, la tecnología aliada había creado buenas armas como los aviones de combate y bombardeo, armas anti-submarinas, radares, vehículos anfibios y el Jeep. Gracias a Ultra, la mayor operación de descifrado de la guerra, los aliados tenían conocimiento del orden de combate alemán, despliegue y, excepto en la Batalla de las Ardenas, las intenciones alemanas. 

Y entre todo ello, los líderes aliados enviaron a sus tropas de tierra a combatir a la Wehrmacht con un equipamiento inferior en cada categoría, salvo artillería y transporte. Las ametralladoras pesadas y de mano alemanas, los morteros, armas anti-tanque, semi-orugas, etc., fueron muy superiores a los de los aliados. Y sobre todo, Alemania tenía los mejores tanques. El Sherman que dominó la campaña aliada eran una carro fiable técnicamente, pero era débil por la falta de un armamento adecuado para penetrar a los Tigres y los Panteras alemanes y su supervivencia en el campo de batalla era muy limitada ante los carros alemanes. Sus tripulaciones les llamaban "mecheros" por su facilidad en incendiarse abrasando a los desdichados de a bordo...

1 comentario:

  1. Es un más que acertado análisis.

    Creo que era Frank Camper quien en su libro L.R.R.P. recoge cómo muchos soldados que llegaron a Vietnam, al entrar en combate se sorprendían de que los "charlies" no morían como en las películas, es más, resultaban difíciles de matar y eran terríblemente resistentes, peligrosos y hábiles.
    Los únicos que parecían sobrellevar bien esta desagradable circunstancia eran los "livers" (soldados profesionales USA)...

    A día de hoy, gracias a Dios, en lengua Inglesa hay numerosas publicaciones de memorias de soldados alemanes que se han ido sumando a los clásicos de las grandes figuras de la época como Manstein y Guderian entre otros. Lo bueno es que mientras éstos siempre adoptan un punto de vista que busca la justificación o excusas, típico de la postguerra de los vencidos, los escritos de los soldados rasos reflejan simplemente lo que vivieron con más o menos fortuna.
    Si bien es cierto que uno se da cuenta de que ejercen una cierta autocensura de cara a la familia propia que les va a leer y en otras ocasiones se puede dudar sobre qué es fantasía y qué es realidad por mucho crea firmemente que lo recuerdan tal y como lo relatan, la verdad es que aportan un punto de vista privilegiado para todos aquellos a los que, como yo, Hollywood ya les deja indiferentes y ya ni veo las nuevas películas sobre la Segunda Guerra Mundial pues pese al preciosismo visual, gran ejecución y excelente narrativa, no dejan de ser simplemente propaganda.

    Entre las vivencias personales publicadas en libros disponibles en AMAZON las hay muy buenas como las de Wolfgang Faust, las hay llanas, duras y verosímiles como "Eastern Inferno" de Hans Roth o las de Alfred Novotny.
    Y las hay francamente difíciles de creer por la increíble sucesión de acontecimientos y buena fortuna del narrador que te llevan a pensar que la pluma de Sven Hassel está detrás y de las que no mencionaré ningún libro en concreto no vaya a ser que me equivoque...

    Por supuesto, de toda esta maravillosa recopilación de memorias del bando Alemán que están saliendo a la luz, no veremos ninguna película que sea fiel a los hechos y los autores.

    Y hablando de películas. La última que vi y ya me descolgué hasta que me las tropiece por "accidente", fue "Fury" (Corazones de Acero). El típico panfleto del cual solo hay salvables dos escenas: La primera escena y la última. Reconozco que me dejaron descolocado ya que no me esperaba que en un producto de este tipo "los magos" incluyesen un mensaje simbólico tan claro y tan fuerte sobre los dos bandos contendientes, sus orígenes y sus destinos. En dos escenas que no se si llegan entre las dos a los 3 minutos, te cuentan la propia Historia y su final incluyendo el futuro.
    Solo para simbolistas, abstenerse los devoradores de palomitas.

    Un saludo.

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