domingo, 9 de octubre de 2016

GEHEIME STAATSPOLIZEI (y 5)


Louis Clair escribió sobre un campo en la región de Orleans, donde el jefe del campo recibía 16 francos por cabeza para comida, pero se quedaba 9 francos para él, y los prisioneros pasaban un hambre atroz. Un joven soldado francés escribió sobre los prisioneros que morían de hambre y que dormían en fríos suelos de cemento, sin cobijo alguno. En un campo en Langres un testigo escribió que había visto prisioneros siendo golpeados por los guardias con las culatas de los fusiles y pateados por caer agotados por el trabajo excesivo.

Como Bacque ha mostrado, la idea de Eisenhower sobre un campo de concentración no era más que una superficie de cemento. Los campos USA eran terrenos rodeados de una valla, donde el cobijo era lo que los internos podían cavar en el barro con sus manos. Bacque estima que 167.000 de los 314.241 soldados alemanes prisioneros murieron bajo el control francés y no menos de 800.000 bajo el control USA...
 
Volviendo de nuevo a la Gestapo, McDonough, habiendo asumido muchas de las ideas iniciales sobre la Gestapo, concluye lamentándose de que, a pesar de haber sido clasificada como “organización criminal” junto a las SS y SD, la Gestapo evitó de forma amplia la venganza de los vencedores. El autor cita el testimonio del Dr. Werner Best, jefe de la administración y personal de la Gestapo en Berlín de 1936 a 1940 “Fue Werner Best quien originalmente destrozó los mitos sobre la Gestapo, muchos años antes de que los historiadores siquiera habían estudiado este asunto al detalle”. En lo que McDonough llama “interpretación revisionista” de la Gestapo, dice que el testimonio de Werner Best fue claramente soslayado. Éste decía que la Gestapo fue la policía peor pagada, que eran muy pocos y la mitad de esos estaban en administración y que la impresión de que la Gestapo eran una vasta organización espiando masivamente a los alemanes es falsa. Los agentes de la Gestapo estaban continuamente en contacto con las familias de los presos, y que se les mantenía informados sobre las fechas de su liberación. Los oficiales de la Gestapo recomendaban a las familias sobre cupones de beneficencia mientras que sus parientes estaban bajo custodia. “Las “técnicas avanzadas en interrogación” sólo eran utilizadas en casos graves de traición y bajo estrictas medidas.
 
Karl-Heinz Hoffmann, un responsable superior de la Gestapo dijo que la la “custodia de protección” era breve, los internamientos en campos sólo se recomendaba para los casos más incorregibles y/o peligrosos. El trato brutal o la tortura estaban estrictamente prohibidos. Los casos de brutalidad eran llevados ante una corte criminal. Hoffmann cita el caso de dos oficiales de la Gestapo en Düsseldorf que fueron enviados a prisión por una corte criminal por maltrato a prisioneros en Dinamarca, donde Hoffmann sirvió más tarde con Werner Best, que era gobernador. Hoffmann dice que “los interrogatorios superiores” se usaban con más frecuencia contra la resistencia, e incluso en ese caso tampoco de forma extensa.
 
El consejo de defensa fue “hábilmente manejado por el Dr. Rudolf Merkel” en Nuremberg. Sin embargo en esos juicios, se mantuvo que la Gestapo fue una organización criminal y que los empleados de la Gestapo, incluso los de menor rango, eran cómplices. De todas maneras, la mayoría de los oficiales de la Gestapo fueron exonerados. McDonough parece que ve el régimen de la ocupación aliada, la época del Plan Morgenthau, como  indulgente con los alemanes. Muchos oficiales de la Gestapo trataron de “lavar” sus nombres, pero se encontraron con el testimonio de sus víctimas. Que esas víctimas pudiesen mentir es algo que McDonough ni considera, pero sucedió. De todas maneras, incluso los que fueron procesados sólo recibieron unos pocos años en prisión y fueron exonerados al salir. Los tribunales de la Alemania Federal entre 1945 y 1950 “sólo” encarcelaron a 5.228 denunciantes que habían mentido.
 
Con la llegada de  la “Guerra Fría”, los aliados demócratas veían a los alemanes como “carne de cañón” de primera línea contra la URSS y detuvieron la visión de Morgenthau de una Alemania devastada por la des-industrialización y la hambruna. McDonough acepta que la República Democrática Alemana persiguió con más ahínco a los nazis y los soviéticos hicieron todo lo posible para que el socialismo nacional no renaciera. Pero eran acciones sin más consecuencias. Las  cosas cambiaron mucho en 1960 cuando Adolf Eichmann fue secuestrado y llevado a Israel para ser juzgado y ajusticiado. esto dio un impulso para revitalizar las investigaciones por los “supuestos crímenes de guerra”.
 
McDonough concluye con el lamento de que Werner Best evitó su juicio tras haber pasado por la cárcel y multado con 70.000 marcos. Desde que estuvo enfermo, las autoridades alemanas retrasaron su caso hasta 1972. Murió en 1989 “sin haber pagado jamás por sus crímenes contra la humanidad durante el nazismo. Ni la Gestapo tampoco”. Tras haber leído el libro de McDonough, uno se pregunta ¿de qué crímenes habla el autor? Creo que el libro, para los que os aventuréis a su lectura, no capta la Gestapo y la época del socialismo nacional en el contexto de aquel momento histórico. Creo que son pocos, si es que existe alguno, que lo hacen. Quizás es por temor...
 
Sólo he tratado de dejar claro en este artículo que la supuesta inhumanidad del nazismo no era única de ese movimiento político. Leyes raciales, eugenesia, esterilización de criminales y homosexuales, trabajos forzados, castigos físicos, internamiento de extranjeros enemigos, encarcelamiento de la oposición política, experimentos médicos, etc..., fueron algo común en las democracias y dictaduras en todo el mundo antes, durante y después del período socialista nacional. Creo que fueron muy innovadores en bienestar social, bienestar de los animales, ecología (palabra acuñada por ese régimen), comida orgánica y salud pública, banca y viviendas públicas, trueque entre países y dejar atrás la deuda con bancos privados extranjeros, que han sido de largo desconocidas y superadas por el fetichismo del sadismo supuestamente nazi.
 
Mientras los USA y otros países se aprovecharon después de la guerra de la tecnología armamentística alemana, no hubo un interés similar en investigar los desarrollos anti-cáncer durante el nazismo, por ejemplo. La cortina de humo y propaganda sobre atrocidades, que no se ha detenido desde 1933, sólo ha permitido ver una supuesta cara de la moneda. La imagen de la Gestapo ha sido un factor primordial en esta ofuscación. El libro de McDonough se une a otros de historiadores y editoriales próximas al sistema que dan una luz “revisionista” en algunos aspectos del este tema. Y eso es de agradecer.

2 comentarios:

  1. Fascinante sin duda y francamente desconocido.

    Es una pena que independientemente de lo que leamos y sepamos los clichés icónicos marquen consciente e inconscientemente nuestra conducta y eso funciona para todo...

    Y la apariencia...

    En el viaje que hice a Moscú en Invierno, en una suntuosa estación del Anillo de los Jardines, hubo un encuentro de serendipia, al menos para mí. Yo iba vestido como imaginaba que pasaría más inadvertido: como un tovarich paleto de provincias, abrigo de piel vuelta, ushanka, botas y guantes... gran error. La gente en Invierno por allí va como por aquí, ni más ni menos. Por lo tanto yo iba llamando la atención y parecía más bien idiota. Consciente de ello en aquella estación me encuentro de frente al agente de la GESTAPO de libro: alto, esbelto, ojos azules, abrigo de cuero negro de la época, corbata y traje negro, camisa blanca, guantes de cuero y sombrero años 30 a juego bien calado... nos quedamos mirando mientras seguíamos andando hasta cruzarnos y nada... lógicamente. Pero hasta que no le vi alejarse hacia el andén no volví a respirar, una actitud tan ridícula como llamativo el entorno y las indumentarias...
    Fue una revelación de hasta qué punto el perro de Pavlov era el rey de la indiferencia si se le comparaba conmigo.

    Y así con todo, sin que nos demos cuenta, casi nada... ¡Hollywood funciona!

    En fin, volviendo al tema hay otro caso de lo más llamativo y que a nadie parece sorprenderle: Georg Elser.

    No hay peores ciegos que los que no quieren ver...

    Un Saludo.

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  2. Por cierto lo aclaro, por si acaso, en Moscú en Invierno la gente tampoco viste como en los años 30-40, por eso me quedé traspuesto con el encuentro.

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