sábado, 9 de abril de 2016

¿EL LIBRO MALDITO? (4)


Sobre los judíos, Hitler es inevitablemente presentado como anti-semita y alguien que les odiaba. Desde luego no les profesaba un cariño especial y profundo. Es evidente que se han dicho muchas mentiras sobre Hitler, pero creo que ésta no es una de ellas. De todas formas, puede ser bueno saber porque tenía este sentimiento de rechazo.

En la segunda mitad del capítulo 2 del volumen 1, Hitler describe con gran detalle su descubrimiento gradual del papel y efecto de los judíos en la sociedad. Él recuerda que siendo joven sólo conocía a un niño judío, y no tenía ningún sentimiento concreto positivo o negativo hacia él. Supongo que le resultaba indiferente, como cualquier otro niño. Ni siquiera recuerda haber oído discusiones sobre este asunto hasta que era ya un joven y sólo de forma vaga y negativa en un contexto político. Cuando tenía 15 años, el joven Hitler se encontraba en una ciudad de dos millones de habitantes, Viena, donde el 10% eran judíos. Al principio apenas se apercibió de ello. Cuando lo hizo, los veía como representantes de una religión extraña, pero hasta entonces era tolerante en general hacia la diversidad religiosa, sin darle más importancia.

Curiosamente, en aquel momento no estaba de acuerdo con la “prensa anti-semita”. Dijo al respecto: “en el terreno de la tolerancia humana, me opongo a la de que los judíos sean atacados porque tienen una fe diferente”. Pero luego empezó a prestar atención a los grandes periódicos. Eran informativos y de carácter liberal, pero a menudo extravagante y llamativa, lo que hoy llamaríamos “amarilla”. Parecía una prensa ansiosa por servir a la monarquía corrupta. Y eran uniformemente críticos con el Kaiser alemán y su gente. Se dio cuenta de que algunos de los periódicos “anti-semitas” eran más escépticos de la autoridad vienesa y más abiertos con respecto a los alemanes. Al mismo tiempo, también se dio cuenta de que los judíos eran más numerosos de lo que él había pensado. De hecho, ciertos barrios de Viena albergaban a un 50% de judíos o más. Y todos parecían seguir una extraña ideología: el sionismo.
 
Luego, él los veía visualmente y físicamente repelentes. “Con sus largos caftanes negros y sus rizos eran una mezcla de comicidad y asco” decía. Tenían su propio concepto extraño de la “higiene”: “Que no eran amantes del agua era obvio a primera vista”. Olían mal: “El olor de esa gente con sus caftanes me mareaba el estómago”. Y remataba con “Las ropas desaliñadas y un aspecto general innoble”. Y lo peor de todo y muy oculto, era su “moral podrida”. Los judíos parecían estar envueltos de todas las formas de ocultación, falta de ética y actividades ilegales. Con estos sentimientos, Hitler empezó a estudiar la situación con mayor detalle. “El hecho era que el 90% de la literatura asquerosa, basura artística e idiotez teatral, debía ser cargada en la cuenta de una gente que escasamente llegaba al 1% de toda la población. Este hecho no puede ser negado”. La pornografía, el arte y teatro lascivo, prostitución y tráfico de seres humanos... todo podía ser cargado a los judíos, según Hitler.
 
La famosa prensa principal de Viena, Hitler descubrió, era en su casi totalidad un negocio judío. Escritores judíos de forma repetida ensalzaban a lo actores judíos, autores y hombres de negocio. La gente, acontecimientos y políticas favorables a los judíos eran vitoreadas y las que no, eran condenadas. Incluso el partido dominante, los Social Demócratas, estaba dirigido por judíos. Tras descubrir todo esto, Hitler dijo “Se me cayeron las vendas de los ojos”. Todo el sistema estaba unido: una prensa judía que da soporte el sistema político judío e incluso otros judíos de aprovechan de la moral corrupta de la gente que ellos mismos han provocado. Beneficio y poder a cualquier coste: mentiras y engaños sin escrúpulos. Y una falta absoluta de juego limpio, democracia, bienestar humano o incluso decencia humana “Comencé gradualmente a odiarles” dijo Hitler.
 
Si consideramos globalmente la situación en aquel entonces, la cosa era todavía peor. El marxismo, producto de un judío Karl Marx, había sido llevado a cabo por judíos en Europa y en el mundo. Quería controlar y dominar la naturaleza. Quería igualar todas las diferencias sociales, subvirtiendo el orden natural en el cual las mejores personas podían desarrollarse. En esencia era un movimiento por el cual los judíos de forma implacable asumirían el control de las naciones. Una vez sucediese, miles y tal vez millones de seres humanos morirían. La Revolución Bolchevique de 1917 en Rusia fue la prueba de ello. En otras partes de Europa, la ideología dominante era el capitalismo. El dinero rodaba, los banqueros y las grandes corporaciones llevaban el dictado incluso a los reyes. Los mercados debían ser abiertos, promocionar el comercio internacional y los créditos usados para extraer la riqueza del pueblo. Y cuando estos titanes del capital eran investigados, muy a menudo eran judíos.
 
Para Hitler todo esto fue devastador. El reconocer el “insidioso papel de los judíos” fue “la revolución interior más grande que yo haya experimentado”. Añadiendo “De ser un cosmopolita de corazón blando, me convertí en un anti-semita total”. No hay visiones ocultas aquí. La conversión de Hitler como anti-semita fue incontestable: En contraste a la visión habitual, ni fue arbitraria ni irracional. No nació odiando a los judíos. Fue un proceso paso a paso, durante un largo período de tiempo y basado en sus datos y observaciones sobre el mundo real. Fue un anti-semita racional. Tal como él lo descubrió ninguna persona con dignidad y auto respeto, ninguna persona preocupada por la vida humana, ninguna persona comprometida con la integridad del mundo natural tendría la necesidad de ser anti-semita. “En su brutal búsqueda de su propio interés los judíos”, dijo Hitler, “se convierten en el enemigo de la humanidad. Cualquiera que no reconozca este hecho, y que actúe de acuerdo con ello, entonces piensa como un idiota”.
 
 La gente de hoy hace una mueca ante esta forma de hablar “¡Un monstruo!” decimos “¡El discurso del odio!” “¡El demonio!”. Y esas no son respuestas racionales. El hombre de hoy está condicionado para rechazar lo que dijo Hitler. Debemos ser objetivos aquí. Hitler no se inventaba los hechos. Sus observaciones eran de largo ciertas, incluso sin haber tenido acceso a datos formales o estadísticas. Los judíos dominaban en Viena e incluso más en Alemania. Veamos algunas cifras que nos indica Gordon en su libro de 1984: Los judíos no fueron más del 1,09% del total de la población entre los años 1871 y 1933. Sin embargo y a pesar de ello, estaban sobre-representados en los negocios, comercio y servicios públicos y privados. Sólo en los negocios y comercios representaban más del 25% del total, eran propietarios del 41% de las empresas de hierro y chatarra y el 57% de otros negocios relacionados con el metal. Destacaban en la banca privada. Eran especialmente visibles en la banca privada de Berlín, que en 1923 tenían 150 bancos frente a los 11 bancos privados de no judíos.
 
Esta tendencia también la encontramos en el mundo académico y universitarios donde el número de judíos era muy alto, casi de un 20%. También en el teatro, arte, películas y periodismo. Por ejemplo, el 50% de los 234 directores de teatro en Alemania eran judíos y en Berlín el 80%. Hitler no imaginaba estas cifras, ni esta apabullante presencia. Sólo debemos ir a los libros de historia y constatarlo. Hitler también nos explica que ayudaban a la monarquía si eso les favorecía, pero rápidamente se rebelaban si no obtenían un beneficio de ella. Habían triunfado como marxistas en la Revolución de Octubre y eran muy potentes en la Revolución de Noviembre en Alemania, siendo responsables en parte, de la derrota alemana en la I Guerra Mundial. Buscaban el beneficio de cualquier manera posible: guerra, corrupción, inmoralidad, explotación, mentira. Y muchos eran sionistas comprometidos con la creación del estado judío en Palestina y dispuestos a lo que fuese para conseguir este objetivo. Hitler lo deja claro en su libro y sólo es necesario, como he dicho antes, acudir a los libros de historia, leer la Declaración de Balfour, etc. para constatar que así era.

8 comentarios:

  1. Muy cierto lo de la Declaración Balfour.

    Al parecer, había empezado con una carta escrita a un miembro de la familia banquera judía "Rothschild" en Inglaterra.

    Pretendían apoyar e instigar la entrada de USA en la IGM, a cambio de la creación del Estado judío en Palestina, ansiado por los dirigentes sionistas.

    Para la historia oficial eso no existe. Increíble pero cierto.

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  2. Por cierto, el término "antisemitismo" debería ser cambiado porque los judíos no son semitas desde el punto de vista biológico, sino una mezcla de pueblos caucasianos con la misma religión excluyente. Semitas son los árabes o irakíes, pero no los hebreos, al menos en el siglo XXI. Hay que reconocer que los judíos -especialmente los azkenazíes- tienen un cociente intelectual muy superior a la media y una facilidad innata para la abstracción matemática, cosa que algunos investigadores darwinianos -como Nicholas Wade- achacan a la monopolización del judaísmo por parte de los fariseos, quienes tenían como norte la alfabetización general para la comprensión de la Ley y otros escritos religiosos, numerológicos (tipo Cábala), etc. Esto produjo la "invasión" de contables alfabetizados, prestamistas y en general gente con capacidades inusuales, en el protoislam y en los incipientes reinos cristianos europeos, que cual ola en avance, fueron poco a poco copando los puestos de mayor complejidad, llegando así hasta nuestros días. Para tales investigadores, la dicotomía judíos campesinos-fariseos fue tal que los primeros se convirtieron en masa al cristianismo y los segundos se convirtieron en la élite dominadora del mundo. Tampoco hubo "diáspora" porque la destrucción del templo de Jerusalen por Tito solo fue una maniobra de castigo y no una expulsión en masa, cosa completamente extraña al modo de implantación romano.

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  3. Hola a todos. Lo primero felicitar a Felipe por su ultimo libro, estupendo.
    Ahora quisiera comentar, si no es el propio Hitler, quien sabiendo que es un hijo bastardo de un Rotchild, el que toma conciencia de lo que son los sionistas (que no judios), unos usureros. Pienso que fue un personaje trumatizado que quiso habrir los ojos al mundo de una forma y manera que en ese tiempo la gente no entendio o el no supo llevar acabo.
    De todos modos soy de los que piensa que "el que no llora no mama" y los sionistas lo llevan a rajatabla.
    Sin mas, saludos.

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  4. Gracias Carlos por tu comentario. La historia oficial "olvida" o que no le conviene... Un abrazo, Felipe Botaya

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  5. Hola Mª Luisa, gracias por tu aportación. Tienes toda la razón. Me he dejado llevar por el nombre oficial, cuando semitas son los árabes fundamentalmente.
    Que tengam un coeficiente superior, que yo sepa, no ha sido demostrado. Quizás tiene habilidades especiales para según qué. Y desde luego trabajan en bloque contra cualquier enemigo.
    Un abrazo, Felipe.

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    1. En cuanto al C.I. de los azquenazíes, sí existen estudios al respecto, como los del genetista Neil Risch que siguieron al extenso ensayo de Gregory Cochran, Jason Hardy y Henry Harpending de la Universidad de Utah. Y más recientemente, dos historiadores de la economía como Maristella Botticini y Zvi Eckstein.
      En cualquier caso, Felipe, el C.I. solo indica que el individuo es muy inteligente y la inteligencia no hace necesariamente al Ser, sino que muy a menudo -lo vemos todos los días- sirve al no-Ser.

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  6. Gracias Montañes por participar. Había oído hablar de lo del hijo bastardo de Rothschild, pero no me lo creo la verdad.
    AH despertó en Viena y tuvo claro lo que allí había.
    Un abrazo, Felipe Botaya

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  7. Hola Mª Luisa, gracias por tu aportación sobre estudios realizados. No los conocía, pero estoy de acuerdo contigo que eso sólo explica una parte del inndividuo y hay que ver cómo utiliza esa parte... Yo lo tengo claro.
    Un abrazo, Felipe Botaya

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