viernes, 6 de abril de 2018

LA MAFIA DURANTE LA II GUERRA MUNDIAL (4)


Un aspecto de la información del gobierno USA sobre la Mafia como adelanto a la invasión de Sicilia, también está rodeada de un velo de misterio y eso tiene que ver con la movilización de la Mafia ayudando a controlar los tinglados del puerto de Nueva York. Hay varias historias de cómo los servicios de inteligencia USA fueron a buscar la ayuda de “Lucky” Luciano con varios secuaces emergiendo como supuestas figuras clave en las negociaciones. Por un lado estaba Frank Costello y por el otro Meyer Lansky.

Pero en todas las explicaciones históricas sobre este asunto siempre aparecen dos individuos concretos: Moisés Polakoff, el principal abogado de Luciano y Murray R. Gurfein, un vigoroso miembro del equipo de fiscales dirigidos por Thomas E. Dewey, que llevaron a cabo la condena y encarcelamiento de Luciano en 1936. Antes de la guerra, Gurfein fue asistente del abogado del distrito del estado de Nueva York. Después del inicio de la guerra, él fue (según algunas fuentes) agregado a la inteligencia militar USA y más tarde en la guerra, alcanzó el grado de coronel del OSS. Mientras fue pasando el tiempo, el embarazoso caso de Luciano fue alcanzando la superficie, al mismo tiempo con la creciente sospecha que fue muy poca la ayuda de la Mafia en la invasión aliada de Sicilia. Y mucho más importante que esa ayuda, parece que hay como un laberinto en relación a la condena de Luciano en 1936.
 
En sus propias memorias, Luciano (en dos comentarios escatológicos separados y vehementes), niega haber sido de ayuda alguna para las fuerzas armadas en la preparación y puesta en marcha en la invasión de Sicilia. Y confiesa que fue adelante con la creación de esta leyenda, sabiendo siempre que estaba diciendo nada más que mentiras. En una ocasión dijo que el haber inventado detalles sobre su participación en la invasión de Sicilia, le hubiese hecho merecedor del Oscar de la Academia. En retrospectiva, el aspecto más lúgubre del asunto Luciano/Sicilia fue la falsa pátina de patriotismo y sentimientos que adquirió gradualmente. Todo falso. Lo que Luciano sabía sobre Sicilia podía haberse obtenido por la inteligencia USA de cualquier persona con una guía de la isla. Como dijo más tarde Luciano, él sólo tenía nueve años cuando emigró a los USA y no tenía contactos significativos allí. En el largo libro de sus memorias, sólo menciona a una figura conocida de la Mafia que había sobrevivido la campaña de Mussolini. Se trataba de Vito Genovese, un notorio mafioso que volvió a Italia en 1937 para escapar tras la condena de Luciano, y por el cual Luciano expresaba un disgusto profundo.
 
Luciano confirma que todo fue preparado para dar cobertura a su perdón por parte de Thomas Dewey, que fue elegido gobernador de Nueva York en 1942, tras una carrera sensacional como fiscal del distrito en su acción contra el crimen organizado. Luciano mantuvo que había sido incriminado por la ofician de Dewey, que el negocio de la prostitución que había crecido bajo su mando había sido una operación pantalla llevada a cabo por subordinados de los que no sabía nada y que su condena fue posible por un testimonio bajo perjuro de parte de las mujeres que le acusaban de imaginarias relaciones con él. Más adelante Luciano dijo que tras su condena sus abogados pacientemente fueron contrastando esas testigos y asegurando que cada una de ellas había sido convencida para testificar falsamente contra Luciano, a base de promesas de vacaciones de lujo y otros “beneficios adicionales”.
 
Cuando Luciano fue condenado en 1936 en el penal más sombrío de Nueva York: Dannemora, se estipuló en su sentencia que debía ser deportado tras cumplir la misma (de 30 a 50 años). Por lo tanto su deportación no estaba en cuestión: era sólo un tema de cuando se podría llevar a cabo. Sin embargo, Dewey era ya el gobernador de Nueva York y todos aquellos conectados a él conocían su carrera, con lo que el siguiente paso fue llevar a cabo de forma sutil un esfuerzo en acelerar el perdón a Luciano, con lo que la deportación se llevaría adelante y se intentaría evitar el escándalo. En ese punto y mientras que la Mafia se encargaba de evitar sabotajes en el puerto y su “ayuda” en la invasión de Sicilia, los amigos del submundo de Luciano con excelentes conexiones empezaron las medidas que llevarían al perdón de Luciano y a su deportación poco después del final de la guerra. El súbito cambio de residencia carcelaria de Luciano de Dannemora a la prisión de Great Meadow en Comstock, cerca de Albany, fue la prueba más clara de que había habido un entendimiento entre el crimen organizado y los servicios de inteligencia del ejército USA.
 
A partir de 1942 se llevaron adelante unas reuniones secretas entre Luciano y un joven comandante llamado Charles R. Haffenden, en la prisión de Comstock. Al mismo tiempo una retahíla de figuras de la Mafia aparecieron regularmente solicitando audiencia con Luciano, como parte de las acciones de “Operation Underworld”, para mantener los muelles libres de agentes del Eje. Al mismo tiempo, el OSS comenzó a montar su propia red de espías y elementos de apoyo para trabajar en Sicilia, ya que la inteligencia aliada en el Norte de África, consideraba que la información que recibía hasta ese momento no era de la calidad suficiente para la invasión del continente. Según una fuerza autorizada durante ese momento crucial, se rechazó a todos los informadores nativos excepto a los de la Mafia.
 
Los libros e historias que tienen que ver con la fábula de la ayuda dada por la Mafia en el asalto aliado a Sicilia, son confusas y contradictorias. Todo está rodeado de misterio, semi-verdades y mentiras, con lo que se llega a la conclusión de que todo ello ha sido inventado. Esto refuerza la creencia de que no sólo fue Luciano quien dijo la verdad en sus memorias, sino que muy poca ayuda llegó de otras, pocas, figuras de la Mafia que vivían en USA o en Sicilia. Los aliados conquistaron Sicilia en 39 días, del 10 de Julio al 18 de Agosto de 1943. La parte que fue más fácilmente conquistada fue la mitad Oeste de la isla, la parte que se dice que quedaban los restos de la Mafia. Pero en lo que fue esencialmente una operación militar llevada a cabo con gran potencia, uno asume que la ayuda suministrada por una chusma de criminales infiltrados entre la población civil fue meramente nominal, nada más.
 
Algunas fuentes recientes aún defienden que Luciano ayudó a los aliados con contactos con el jefe de la Mafia que no estaba entre rejas, Don Calogero Vizzini, así como con Genco Russo, capataz de las inmensas propiedades de tierra en el Oeste de Sicilia del Príncipe Raimondo Lanza di Trabia. Este príncipe había sido asistente personal del general Giacomo Carboni, que fue jefe del servicio italiano de inteligencia militar y uno de los golpistas en la caída de Mussolini y responsable de la defensa móvil de Roma el 14 de Julio de 1943. La reputación de Luciano en cosas así, así como su caída y sus colaboradores literarios, Gosch & Hammer, incluyendo la mención del nombre de Vizzini en su libro de casi 500 páginas, debe ser visto como una corroboración de la insistencia de Luciano su no-participación en la operación. También pienso que al él no le hacía ningún bien decir eso y que le hubiese resultado más fácil decir que sí, que había ayudado a la invasión para limpiar su imagen.
 
De cualquier forma, una plétora de historias fantásticas que conectaban a Luciano de una forma u otra de la campaña aliada en Sicilia aún colean. El oficial del ejército británico durante la II Guerra Mundial, Norman Lewis, en su libro “The Honored Society: A Searching Look at the Mafia”, dice que los tanques aliados desembarcaron portando banderas amarillas con la letra “L” en negro, que se supone que se referían a Luciano. Probablemente la más increíble de estas fábulas sobre Luciano es que él mismo participó directamente con las fuerzas de invasión, a pesar de la indiscutible evidencia de que ese influyente jefe de la Mafia estaba en su celda en Great Meadow en ese momento.

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