viernes, 3 de abril de 2015

EL ATAQUE A LA CIENCIA DE VERDAD (2/3)


Abraham Jacobi (1830-1919) y su familia eran buenos amigos de la familia de la madre de Franz Boas, los Meyer de la ciudad de Minden, en Alemania. Cuando Jacobi estudiaba pasó la mayor parte de su tiempo social en el hogar de los Meyer. Allí vivía un niño, hijo de la familia y de su misma edad, también un chico del que Jacobi fue tutor y las hermanas Meyer, Sophie y Fanny. Sophie luego se casó con Meyer Boas y se convirtió en la madre de Franz, mientras Fanny se casó con Abraham Jacobi. Tio por matrimonio, Jacobi se convirtió en una influencia durante toda su vida para Franz Boas. Incluso en la escuela, Jacobi ya se sentía atraído por las ideas de la izquierda radical. Más tarde como estudiante de medicina y con su mujer y cuñada, se hicieron miembros de un grupo político radical y apoyaron a la Liga Comunista durante las fallidas revoluciones de 1848-1851. En una carta que ha sobrevivido, Sophie expresaba su amargo descontento con el fracaso de la revolución y su frustración sobre el papel de la mujer en la sociedad tradicional. Sophie también fue activa en los movimientos revolucionarios de 1870. El joven Franz Boas absorbió todas estas actitudes, literalmente, desde el pecho de su madre.


 
Jacobi fue arrestado en Berlín por alta traición y pasó dos años en la cárcel. Tras su salida huyó a Inglaterra. Allí visitó a Karl Marx y durante un tiempo fue huésped en casa de Engels. En Inglaterra no le resultó fácil la práctica de la medicina por lo que se marchó a los USA y se instaló en Nueva York. En poco tiempo tuvo éxito como médico, como líder de la comunidad judía en la ciudad y como profesor de pediatría en la Universidad de Columbia (que también daría cobijo más tarde a los filósofos judíos de la Escuela de Frankfurt). Pero no nos engañemos sobre los intereses y actividades de Jacobi. Mientras se beneficiaba de las libertades de los USA, iba minando esa sociedad que le había permitido asentarse y progresar. Ya lo dijo Marx “Jacobi está haciendo un gran trabajo. A los yankees les encantan sus buenas maneras”. Incluso en el 29 de Marzo de 1917, firmó un telegrama de felicitación a nuevo gobierno liberal-democrático en Rusia. Otros firmantes fueron sus colegas líderes de la comunidad judía Oscar Straus y el rabino Steven S. Wise.
 
Jacobi también ayudó a Franz Boas. Le presentó a su futura esposa, la hija de un exitoso médico de Nueva York. Y fue Jacobi el que animó a Franz a emigrar en 1886 a los USA y le consiguió, a través de un amigo, un trabajo en un museo. A pesar de estas ayudas, Boas fue de un trabajo a otro. En 1896, tras diez años en los USA, la universidad de Columbia le ofreció sin demasiado entusiasmo, una labor temporal como profesor adjunto al departamento de psicología. Llegó a este puesto por la influencia de Jacobi que era un prestigioso profesor de medicina y que garantizó pagar la mitad del salario de Boas. En 1899 finalmente Boas fue asignado como profesor de antropología en un departamento de nueva creación llamado Departamento de Psicología y Antropología. Boas aseguró su puesto, una vez más, después de que Jacobi le asegurase la mayor parte de su salario.
 
Franz Uri Boas había crecido en un hogar judío socialista donde desarrolló muy pronto y durante toda su vida un odio profundo por la cultura tradicional prusiana-cristiana que le rodeaba. Más tarde en su cargo en los USA como antropólogo atacó y minó la herencia , normas y valores de la cultura tradicional europea-USA. Tan pronto como 1894, Boas ya argumentaba que la raza biológica no era un factor en la inteligencia o habilidades del individuo. Incluso sus más entregados biógrafos señalan que el trabajo de Boas sobre los negros y perjuicios era meramente una pantalla. Los aspectos de su trabajo sólo podían ser demasiado evidentes y en consonancia con los intereses judíos. Trabajando en igualar a blancos y negros, Boas contribuía directamente al poder de los judíos, ya que si los blancos podían ser convencidos para que aceptasen a los negros como iguales, entonces aceptarían a cualquiera.
 
En efecto y escrito en la revista de referencia “American Anthropologist”, la autora judía Gelya Frank sostiene que: “Las teorías de Franz Boas sobre la raza y la cultura eran coherentes con las estrategias de asimilación de los judíos alemanes en USA... Otorgando los derechos civiles a los negros a través de la “National Association for the Advancement of Coloured People (NAACP) y la “National Urban League”, indica David Levering que quizás de una forma muy despectiva en que los judíos luchaban contra el anti-semitismo por ‘control remoto’... Ayudando en la cruzada para demostrar que los negros podían ser decentes, conformistas y seres humanos cultos, los judíos de los derechos civiles fueron, en un cierto sentido, la punta de lanza para refutar los estereotipos anti-judíos. Si los negros pueden ser buenos ciudadanos, de forma clara muchos blancos americanos creerían que otros grupos raciales podrían ser mejores”
 
Numerosos autores han tratado con la influencia de Boas en liderar la antropología y ciencias asociadas hacia las falacias del igualitarismo y ambientalismo. Ya lo dice Carleton Putnam: “¿Qué podría ser más natural que un movimiento que se llama a sí mismo comunismo aquí, marxismo allí y en cualquier otro sitio socialismo, pero siempre teniendo una base que puedo describir fácilmente como igualitarismo, puede en su estrategia incluir la subversión de las ciencias, así como de gobiernos?. Tiene toda la razón el amigo Putnam y también habla sobre Boas diciendo: “Página tras página mi estupor crecía. Aquí había claramente una propaganda insidiosa en nombre de la ciencia, en esfuerzos vanos por demostrar teorías improbables... El sistema empezaba a repetirse a sí mismo con técnicas resbaladizas para evadir los asuntos importantes, las distracciones prolíficas, el sonido sin sustancia”. Mientras se puede decir mucho sobre la técnica de Boas, me gustaría señalar los lazos intelectuales y personales entre Boas y la aproximación a las ciencias sociales y el desarrollo (o quizás involución) de la psicología.
 
El principal propagandista de la eliminación de las consideraciones darwinistas en psicología y su sustitución con el ambientalismo, fue John Broadus Watson, el padre del llamado “comportamiento”. Watson fue tan influyente que a mitad del siglo XX mucha de la psicología se redefinia sí misma como “estudio del comportamiento”. El amigo Watson se graduó en la Universidad de Chicago y veamos que vio en la ciudad. 

La Universidad de Chicago fue un regalo de John D. Rockefeller a la ciudad que abrió sus puertas en 1892 y pronto subió en el escalafón por su alto nivel de profesorado. Watson fue influenciado allí por tres profesores: John Dewey, Jacques Loeb y Henry Donalson. Dewey fue famoso por su educación experimental y progresista hasta que en 1904 se fue a la Universidad de Columbia. Aunque apoyaba a los movimientos progresistas, no era un comunista. Loeb fue un famoso psicólogo judío que emigró de Alemania en 1891 y también era uno de los más radicales socialistas de su tiempo. Fue totalmente hostil a Darwin ya que decía que su teoría podía ser usada para apoyar a la teología cristiana y decía que la evolución no era una ciencia ya que no se había experimentado suficientemente. Más adelante J.B. Watson enfatizó que una ciencia de verdad como la psicología sería capaz de “predecir y controlar” el comportamiento (un mantra que tomó de Loeb), ya que era el objetivo final de la investigación científica. Para Loeb “el conocimiento científico era una herramienta para modificar y controlar el comportamiento de los organismos existentes y finalmente producir nuevos organismos artificialmente a través de la ingeniería biológica”. El joven Watson se tragó este mensaje totalmente.
 
La tercera influencia en J.B. Watson fue el conocido especialista en la mente Henry H. Donaldson. Antes de ir a Chicago, Donaldson coincidió con Boas en la Universidad de Clark. Vivían con sus esposas en el mismo edificio y con un hijo cada uno de la misma edad. Pronto se hicieron muy amigos. Y fue en el laboratorio de Donaldson donde Watson hizo su investigación para su doctorado. Por ello, el adoctrinamiento en socialismo progresista, ambientalismo y anti-darwinismo vino de esos tres profesores. También hay que decir que Watson fue un estudiante brillante y que trabajó duro, siendo la persona más joven en obtener un doctorado de la Universidad de Chicago. Se casó en 1903 con Mary Ickes que era la hermana más joven de Harold Ickes que era promotor de la igualdad y demás políticas igualitarias en los USA. Harold Ickes fue durante un tiempo el presidente de la oficina de Chicago del NAACP, arriba citado, y posteriormente Secretario de Interior del Presidente Franklin Roosevelt. Ickes estaba tan dedicado al “igualitarismo” racial que el historiador Arthur Schlesinger Jr. le describió como “el Secretario Informal de Relación con los Negros de la Administración Roosevelt”. Su hijo Harold Ickes tuvo puestos muy influyentes tanto formales como informales en la administración Clinton.
 
Por ello, el amigo Watson empezó su carrera bien conectado tanto académicamente como políticamente hacia el liberalismo/socialismo. En términos académicos trabajó la “predicción y control del comportamiento” y que el “comportamiento” produciría técnicas para el control social y la mejora de la sociedad. En su libro “Comportamiento” hay una frase que define su estilo “Dadme una docena de niños sanos y bien formados, y les haré crecer en mi mundo específico y garantizo que seleccionando uno al azar, le entrenaré y prepararé para convertirse en cualquier tipo de especialista que yo seleccione como doctor, abogado, artista, empresario y sí también pedigüeño o ladrón y sin tener en cuenta el talento, habilidades, tendencias, vocaciones y raza de sus ancestros”. La visión de Watson no puede ser más incorrecta. 

Como ha señalado un reputado psicólogo “Desde que Watson dijo eso, no ha pasado un solo año sin la publicación de pruebas que demuestran que estaba equivocado”. Esta visión anti-hereditaria no se diferencia en esencia de la practicada por la Unión Soviética, que se cita a menudo como un ejemplo claro de la estupidez de subordinar ciencia a la ideología política. Esto es algo que aún hoy muchos investigadores en los USA siguen erroneamente y que está en la base todavía de la política educacional de muchos países occidentales.
 
Lo que Watson hizo por la psicología, también lo hizo por el sexo otra discípula de Boas, Margaret Mead, una estudiante bi-sexual que fue a Samoa, en el Pacífico, para llevar a cabo una investigación para su tesis doctoral. Cuando regresó publicó sus hallazgos en un libro de 1928 titulado “Coming of Age in Samoa: A Psychological Study of Primitive Youth for Western Civilization”, y que se convirtió en uno de los libros más influyentes en los USA desde 1940 hasta los años 70’s. 

Creo que el subtítulo ya debe ponernos en guardia. El eje del libro de Mead es que las restricciones sexuales en la civilización cristiana occidental, causan problemas emocionales en la pubertad y llevan a guerras, perjuicios, intolerancia y supresión de las mujeres. Mean clamó que se permitía a las adolescentes de Samoa, de hecho se les animaba, para tener sexo promiscuo y libre. El resultado era una sociedad feliz, bien ajustada, pacífica, abierta y de gente amable. Esta visión fue expresada en la frase popular durante los 60’s “Haz el Amor, No la Guerra” y animaba la “revolución sexual” de esa época. En los años finales de su vida, Margaret Mead era un ícono cultural.

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