Tras el paso de la guerra, cualquier guerra en cualquier lugar, empiezan los mitos de los ganadores. Sin embargo y debido a la propaganda, muchos mitos ya empiezan en la misma guerra y luego se ven aumentados al terminar la misma. No es nada nuevo y sí sirve para justificar acciones que de otra manera no hubiesen sido aceptadas por el pueblo involucrado en esa guerra. Inglaterra y mi amigo Winston Churchill son un claro ejemplo de lo que digo.
Hace poco el gobierno británico perdonó a 7.000 desertores de su ejército que se habían alistado en 1939. Es evidente que un ejército no puede permitir la deserción de sus soldados y los que lo hacen, suelen ser llevados ante una corte marcial y en muchas ocasiones, fusilados. En este caso no fueron juzgados militarmente, pero se les impuso la prohibición de trabajar como funcionarios públicos para el gobierno, lo que les privó de su derecho constitucional al mismo. Además, la mayoría de ellos desertaron a partir de Junio de 1941 en adelante, cuando la teórica posibilidad de una invasión alemana a la isla había desaparecido.
Todo este embrollo venía del gobierno de Irlanda, parte de Gran Bretaña, a cuyo frente estaba Éamon de Valera, y que violó los términos originales de alistamiento que eran entre uno y dos años, y retuvo a los voluntarios indefinidamente que lo habían firmado entre 1939/1940. Los hombres que desertaron lo hicieron tras ser efectivamente engañados y convertirlos en soldados-siervos, cortando el césped en el pantano de Allen. Y esta fue la segunda gran mentira en sus jóvenes vidas. La primera era que Irlanda se enfrentaba a una seria amenaza de invasión por parte de Alemania, y que fue la base de una aún mayor falsedad y era que Hitler pretendía invadir Inglaterra. Pero no lo hizo.
Lo he explicado en alguna ocasión en este blog, Hitler admiraba el Imperio Británico por su fuerza, determinación y capacidad de mantenerlo desde el siglo XVI hasta el XX. Hoy sabemos por los diarios de Lord Halifax, Ministro de Asuntos Exteriores británico, que Hitler ofreció términos de acuerdo con Inglaterra que no incluían el control de la Gran Bretaña, ni de su imperio. Eran ofertas y acuerdos de colaboración política amplios y provechosos para ambas partes. Churchill rechazó incluso el permitir la lectura de esos términos y propuestas en el gabinete británico y aún hoy permanecen prudentemente bajo la ley de confidencialidad de los 100 años.
Sin embargo, la determinación de Churchill de mantener a Inglaterra en la guerra giró cuando su ejército fue vencido en Dunkerque en lo que podríamos considerar como una mera batalla continental en Francia, y se convirtió en un mito duradero de que Inglaterra en 1940, se enfrentaba a una guerra por la supervivencia nacional. Pero el jefe de la Kriegsmarine, Almirante Räder había prohibido de forma reiterada cualquier planificación militar de una invasión a Inglaterra. Y lejos de querer continuar con la guerra Hitler, en Junio de 1940, ordenó que parte de su ejército fuese desmovilizado, para poder hacer que la economía alemana pudiese ponerse en marcha de nuevo. Inglaterra lo sabía.
Muchos dicen que los alemanes habían preparado toda una potente flota de asalto en el verano de 1940. Sin embargo, esa “temible flota de asalto” bajo el nombre “Operación León Marino”, no era capaz invadir Inglaterra como no hubiese sido capaz de invadir Groenlandia o las Islas Feroe. Era una espejismo, una ilusión, cuyo propósito era obligar a los ingleses a sentarse en la mesa de negociaciones. Ya hablé en otro artículo sobre la compasión de esa “flota de asalto”, pero será bueno recordar algunos datos.
La “flota” consistía en 1900 barcazas fluviales y de las cuales sólo 1/3 llevaban motor. Debían ser arrastradas a través del Canal de la Mancha, en grupos de 3 barcazas, hasta un total de 380 remolcadores al efecto. Al ser barcazas de canal o fluviales, apenas tenían quilla y proa y solo disponían de remos pequeños. La altura del casco sobre el agua era de unos 40cm. Podemos imaginar fácilmente la gran cantidad de barcazas que se hubiesen hundido con su pesada carga en el durísimo mar del Canal de la Mancha. Las barcazas y sus tripulaciones sin entrenamiento, hubiesen navegado a una velocidad máxima de tres nudos desde sus puertos de salida en Rotterdam, Le Havre, Calais, Boulogne, Cherbourg.
Estos puertos se encontraban respectivamente a un mínimo de unos 350km el más lejano y unos 20km el más cercano. Los tiempos de travesía podrían variar entre 60/80 horas y 15/20 horas, en un mar muy difícil, habitualmente embravecido y de noche. Podemos imaginar sin dificultad alguna que los soldados estarían mareados, empapados, ateridos de frío, sin baños a bordo o agua, etc. Y sin olvidar los casi 60.000 caballos que hubiesen sido necesarios. Ya lo he dicho muchas veces, la Wehrmacht era un ejército tirado a caballo, no mecanizado… Los tanques no hubiese sido posible enviarlos en esas barcazas, luego no habría soporte blindado de ayuda a las tropas de infantería como mínimo en las primeras fases del ataque, las más importantes. El mismo problema se planteaba con la artillería y la logística de mantenimiento de esos soldados (cocinas, hospitales, pertrechos de todo tipo, tiendas de campaña, camiones, etc.).
¿Ya me diréis qué tropas hubiesen sido capaces de luchar tras esta travesía infernal y con armas de mano únicamente? Yendo todo bien y eso es relativo, la primera ola de desembarco hubiese tardado una semana en llegar a las playas británicas y todo ello teniendo cuenta las mareas en las zonas de noche, como he dicho, y sin luces de navegación. Es decir, un desastre. Pero ¿por qué sin luces? Debido a la Royal Navy que simplemente contaba en ese momento de Agosto de 1940 de 140 destructores, 40 cruceros y fragatas, cinco acorazados y dos portaaviones. Casi nada. Toda la Kriegsmarine disponía de 7 destructores, 2 cruceros, ningún portaaviones, ni acorazados (aún estaban en construcción el Bismarck y el Tirpitz), el Gneisenau y el Scharnhost, estaban dañados y fuera de combate hasta el invierno siguiente. Y los pocos submarinos disponibles estaban en el Atlántico.
La Luftwaffe tampoco era un arma a considerar seriamente en esta batalla. No tenía aviones torpederos, mientras que los ingleses disponía de dos modelos, el Beaufort y el Swordfish ambos muy efectivos para esa tarea. El famoso Stuka alemán era un avión excelente para objetivos fijos, no móviles como podía ser un barco… Las playas inglesas estaban, aparentemente, indefensas en 1940, sin embargo dos divisiones canadienses perfectamente pertrechadas llegaron en ese mismo verano a Inglaterra, al igual que 200.000 rifles enviados desde los USA en el barco “SS Britannic”. Y esas tropas y armamento hubiesen sido dispuestas rápidamente en las playas para esperar a esos soldados alemanes ateridos de frío en sus barcazas de río (los que hubiesen llegado).
Uno puede estar de acuerdo o no con el régimen alemán, pero la verdad es la verdad lo diga Agamenón o su porquero. Mucha gente sigue creyendo en las intenciones de Hitler por invadir Inglaterra, pero sólo fue un mito creado por Churchill que, posiblemente, acabó creyéndoselo también y cuyo objetivo era azuzar a los ingleses para luchar y seguir en guerra. Sin duda, lo consiguió. Como he dicho más arriba, la supuesta “Operación León Marino” (Unternehmen Seelöwe) solo buscaba poder sentarse con los ingleses a negociar una próspera colaboración a todos los niveles entre ambos países. No fue posible gracias al amigo Winston Churchill.
Y la guerra siguió…
Tal cual!!! Don Felipe..en el clavo..como siempre!!!
ResponderEliminarGracias, Don Carlos. Un placer saber de usted.
ResponderEliminarSaludos, Felipe Botaya