viernes, 24 de febrero de 2023

 

HARPER’S MAGAZINE - Octubre 1946 (1)

Muchos nos preguntamos cómo es posible que la Alemania de 1933 a 1945 lograse los avances técnicos y científicos en muchos campos que otros países hubiesen necesitado varias décadas para obtener algo parecido. Con recursos económicos similares y conocimiento también a la par de los aliados, el salto técnico que lograron los alemanes en escasos 12 años y con una guerra terrible de por medio, aún hoy es tema de debate. Algunos dicen que obtuvieron tecnología de una raza extraterrestre y por ingeniería inversa copiaron esos avances. Otros que la guerra agudiza el ingenio. Otros que es un pueblo, el alemán disciplinado, ordenado, sacrificado y de elevado nivel de conocimiento para lo que fuese necesario, muy por delante de otros pueblos occidentales.
 

Lo cierto es que los aliados capturaron toneladas de documentos secretos de alta tecnología y avances muy por delante de su tiempo. Estos increíbles documentos muestran sin lugar a dudas que, en prácticamente todas las áreas del desarrollo humano y científico, los alemanes estaban muy por delante de los aliados en un ratio entre 20 y 50 años, incluso más…
 

Tenemos un dato muy importante, en una época con mínima censura y es el artículo de la revista USA “Harper’s Magazine” de Octubre de 1946 (algo más de un año del fin de la guerra), titulado “War Secrets by the Thousands” (Secretos de la Guerra a Millares) y escrito por C. Lester Walker (https://archive.org/details/sbtth/mode/2up). Por su interés paso a entregaros un resumen traducido del texto:


Los lectores de Harper’s están familiarizados con los artículos del Sr. Walker y la habilidad tecnológica de los aliados. Ahora nos muestra algunos de los desconcertantes y efectivos trucos que estaban ocultos en la manga del enemigo.
 

Alguien escribió recientemente a Wright Field diciendo que sabía que este país había recopilado una gran colección de secretos de guerra del enemigo, que algunos estaban en venta pública y que si le podían enviar, por favor, todos aquellos que tuviesen que ver con los motores a reacción alemanes. La División de Documentos de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos le respondió: Lo sentimos, pero serían como 50 toneladas.
 

Esas 50 toneladas eran una pequeña fracción de los que hoy es sin lugar a dudas, la mayor colección de secretos de guerra enemigos jamás reunida. Si usted ha pensado en secretos de guerra, y ¿quién no?, que venían en pequeñas cantidades y que eran entregadas a las autoridades interesadas, le interesará saber que esta colección de secretos de guerra,es una masa documental como una montaña de millones de documentos, y que nunca ha habido algo comparable a ello.
 

La colección está hoy en tres lugares: Wright Field (Ohio), La Librería del Congreso y el Departamento de Comercio. Wright Field está trabajando con material en bruto de unas 1.500 toneladas. En Washington, la Oficina de Servicios Técnicos (que absorbió la Oficina del Consejo de Publicaciones, la agencia gubernamental creada originalmente para manejar la colección), indica que tienen decenas de miles de toneladas de material. Se estima que sobre un millón de asuntos por separado han de ser analizados y que hay, seguramente, prácticamente todos los secretos científicos, industriales y militares de Alemania. Un oficial de Washington le ha llamado “la fuente única más grande de este tipo de material en el mundo, la explotación primera y ordenada de la toda la fuerza de conocimiento de todo un país”.
 

El cómo la colección ha sido obtenida nos lleva a un día de 1944, cuando el jefe del Estado Mayor Aliado Combinado, puso en movimiento una búsqueda colosal de secretos de guerra en el territorio ocupado de Alemania. Crearon un grupo de equipos civiles-militares, denominado “Comité Conjunto de Objetivos de Inteligencia”, que debía seguir a los ejércitos invasores dentro de Alemania y buscar todos sus secretos militares, científicos e industriales para usarlos lo antes posible contra Japón. Estos equipos trabajaron a contrareloj para encontrar la información más vital, en un prodigio de ingenio y tesón. Por ejemplo, en una compañía de óptica en Wetzlav, cerca de Frankfurt, el coronel que investigaba vio muy positivamente lo que los altos ejecutivos le entregaban en una granja. En una caja fuerte estaban los archivos secretos de instrumentos de óptica, microscopios y otros instrumentos de altísima calidad.
 

Otro ejemplo. Un equipo de dos hombres se encontró completamente paralizado. Lo que tenían que encontrar había desaparecido. Un rumor indicaba que podía estar oculto en una montaña. Los dos hombres peinaron la región en su Jeep. Nada. Pero siguieron y un día llegaron a una pequeña carretera en cuya entrada decía ¡Achtung! ¡Minen! Fueron avanzando con cuidado y nada sucedió. Pero ante un refugio subterráneo de hormigón hundido en la montaña aparecía otra señal “La apertura provocará una explosión”. Ataron una cuerda al Jeep, mantuvieron la respiración y apretaron el acelerador. No hubo explosión. La puerta fue arrancada de sus bisagras.
 

Comenzaron su búsqueda en el interior. La Oficina Alemana de Patentes había puesto la mayoría de sus archivos con los máximos secretos, en una mina a casi 500 metros de profundidad en Heringen y apilaron cilindros de oxígeno líquido sobre la documentación. Cuando el equipo del “Comité Conjunto de Objetivos de Inteligencia” lo encontró tuvo serias dudas de que pudiesen salvar dicha documentación. Eran legibles, pero en tal mal estado que si lo llevaban a la superficie se desintegraría. Se envió un equipo de fotografía que registró las patentes que allí había y las pasó a microfilms.
 

Los primeros equipos del “Comité Conjunto de Objetivos de Inteligencia”, fueron sustituidos por otros, que debían encontrar secretos militares e industriales en particular. El “Comité de Inteligencia Industrial y Técnica” fue uno de esos grupos, compuesto por 380 civiles que representaban a 17 industrias americanas. Luego llegaron los equipos de la “Oficina de la Junta de Publicaciones” y muchos grupos directamente de la industria privada. De estos últimos, llamados, en Alemania “Agencias de Inteligencia de Campo”, hay unos 500 equipos de uno a diez miembros cada uno.
 

Aún hoy la búsqueda sigue. La “Oficina de Servicios Técnicos” tiene un personal en Europa que llega a las 500 personas. En Hoechst hay unos cien investigadores trabajando sin descanso con cuarenta cámaras de filmación de documentos que los llevan cada mes, a realizar miles de metros de material microfilmado. ¿Qué hemos encontrado? ¿Le gustará saber algunos ejemplos extraordinarios de esta colección de secretos de guerra? El jefe de la unidad de comunicaciones de la “Rama de Inteligencia Industrial y Técnica”, abrió un cajón de su mesa y sacó el tubo de vacío más pequeño que había visto nunca. Era la mitad del dedo gordo.
 

‘Fíjese es porcelana pesada, no vidrio, y por ello virtualmente indestructible. Es de 1000 watios, de una décima parte de un tubo similar americano. Hoy nuestros fabricantes conocen el secreto para fabricarlo… y aquí hay algo más…’ Sacó una cinta marrón, con aspecto de papel de un carrete. Tenia un ancho de unos 6mm, con un lado opaco y uno brillante ‘Es una cinta de magnetófono’ dijo ‘Es plástico, metalizado en una cara con óxido de hierro. En Alemania esto había sustituido a los discos de fonógrafo. Un día completo de radio puede ser magnetizado en una bobina. Se puede desmagnetizar, vaciarlo y poner un programa nuevo en cualquier momento. No hay aguja, no hay sonido de roce. Una bobina de una hora cuesta 50 centavos’.


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